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Política y fútbol
Menem no lo hizo
Por | Fotografía: Gentileza La Voz del Interior
Foto: En 1993, numerosos hinchas de Talleres le pidieron a Menem que suspendiera los descensos en AFA.
El 3 de junio de 1993 el presidente convocó a una multitud en el Aeropuerto Ambrosio Taravella de Córdoba. Los hinchas de Talleres se movilizaron para pedirle que intercediera para anular los descensos. El amague de salvar a la “T” por decreto fue otra promesa incumplida del riojano, igual que “el salariazo” y “la revolución productiva”. La crónica de aquella jornada histórica que este periodista escribió en el diario Página/12 Córdoba quedó como documento en el libro “En Primera Persona” (2014).
Publicada el en Crónicas

Apenas puso el pie en el aeropuerto de Pajas Blancas, el presidente Carlos Menem cobró el rédito por salir en defensa de Talleres para evitar que se precipite en el abismo del descenso. Doscientos hinchas –algunos contaron hasta quinientos– agradecidos, gritaban “Menem, querido, Talleres está contigo”. El titular del club, Miguel Srur, tuvo un breve aparte con el Presidente en el aeropuerto, mientras el gobernador Eduardo Angeloz quedaba en un segundo plano. A los codazos, entre los “tallarines”, las afiliadas del Sacra (Sindicato de Amas de Casa) peleaban por el primer lugar para agradecerle al hombre que el año pasado les dio la personería jurídica. 

Tanto se convenció Menem de su puntería para combinar fútbol y elecciones, que en apretujada conferencia de prensa que ofreció después en la Casa de Gobierno, dio un paso más. “Si me piden que presente mi inquietud en forma oficial lo voy a hacer, ya que es una causa justa en la que me baso en sólidos argumentos”, desafió a la AFA. Antes de su llegada a Córdoba, un diario local publicó un reportaje al mandatario en el que aseguraba que “la conversión de los clubes en sociedades comerciales anónimas es un modelo a seguir”. Y más de un periodista lo escuchó repetir la frase.

“La mía es la opinión de un aficionado al deporte y se basa en antecedentes”, afirmó con modestia fingida que nadie creyó. Y explicó que si “allá por el año 1973 se anuló el tema del descenso por dos equipos capitalinos no tan importantes (Ferro y All Boys), no veo por qué no se pueda hacer ahora, que se trata de dos grandes del interior (Talleres y San Martín de Tucumán).

Eduardo Angeloz tuvo que asumir un rol pasivo en el show presidencial, desde que abrazó a su viejo amigo junto a la escalerilla del Tango 01, aturdido por los gritos de los hinchas y de las amas de casa. Hasta el clima lució un sol espléndido, de esos que solían aparecer en “los días peronistas”.

En la sala VIP del aeropuerto, Eduardo Bauza se abría paso entre la maraña de periodistas, repitiendo a cada micrófono que le arrimaban lo emocionados que estaban todos los miembros del gabinete nacional con “la cálida recepción”, mientras en el mismo ámbito, rodeado de reporteros, el presidente de Talleres, gesticulaba como un mimo para que los hinchas dejaran de insultar a los gritos al presidente de la AFA, Julio Grondona.

El vicepresidente del club de barrio Jardín, Horacio Manzur, también se corrió hasta la gobernación “para pedir permiso y saludar al presidente por lo que hizo por nosotros”. No tuvo que hacer mucho esfuerzo para que le dejaran estar unos segundos con el mandatario. Ausente, Jorge Bertona, el abogado de la entidad cordobesa, había viajado anoche a Buenos Aires para presentarse en el programa de Mariano Grondona. Hoy, Srur, Manzur, Bertona y el otro vicepresidente, Francisco Martín, estarán con el otro Grondona, en la sede de la AFA.

Mientras el presidente sonreía a todos e insistía en su postura sobre los descensos, el ministro del Interior, Gustavo Beliz, apoyó la línea presidencial y señaló que la intervención de Menem en la interna futbolística “es una buena oportunidad para llevar el bisturí hasta el hueso y crear una nueva conciencia para encarar los grandes problemas del fútbol argentino”.

Después de cruzar la ciudad en la caravana oficial, desde donde Menem saludó a los grupos de vecinos que llenaron las esquinas para ver al líder de la “T”, la visita presidencial agregó un ingrediente al licuado: la llegada sorpresiva del ministro Domingo Cavallo, directo desde Denver y en taxi aéreo. Llegó justo para que Menem le ordenara, delante de Angeloz, que arregle las cuentas pendientes entre la Nación y la Provincia.

El otro detalle destacado de la breve visita a Córdoba fue la medalla que Menem colgó del pecho de Julio César Araoz, tomando partido por una de las minorías de la interna del peronismo local, con lo que le adjudicó al acto un acuerdo de unidad que los participantes, entre ellos José Manuel De la Sota, todavía no avalaron en público ni en privado. Cuando un periodista de Radio Universidad planteó el tema de las dificultades para lograr una lista de unidad en Córdoba, Menem respondió que “son los justicialistas cordobeses lo que deben resolver ese pleito”, pero dijo entender que en este preciso momento estaban viajando a la Capital Federal listas locales “con una suerte de arreglo para formalizarlo ante las autoridades partidarias”.

En ese licuado surrealista de pasiones futboleras, internas peronistas y ofensiva nacional en el terreno provincial que sólo Menem sabe preparar, Angeloz tuvo que abrazar y besar al condecorado Araoz, mientras un grupo con banderas albiazules rociaban la confusa escena con panfletos de línea partidaria.

Ante la prensa, Menem se lanzó solito hacia el tema de la reforma constitucional y de la reelección. Aseguró que alrededor del 70 por ciento de los argentinos “se pronuncia por la necesidad de la reforma”. Donde Menem no mostró esa “cintura” de la que tanto habló Angeloz, fue cuando se refirió al tema de su ex amigo Oscar Spinoza Melo. Para muchos periodistas, el presidente tuvo un lapsus al decir que “el Gobierno chileno ha contribuido prohibiendo la circulación de un libro” que relata las escabrosas aventuras del ex embajador suyo.

Al encuentro de los gobernantes siguieron las audiencias con dirigentes agropecuarios, del sector metalmecánico y de los exportadores, mientras que en los pasillos de la Casa de Gobierno el ministro de trabajo cordobés, Enrique Rodríguez, anunciaba que “no había veto a la Ley de Reforma Previsional” y Cavallo hacía gala de supuestos buenos resultados en su viaje a Denver, sin olvidarse de reiterar que Fernando De la Rúa “es el pasado” y el actual plan económico, “el futuro”.

Después del asado con achuras en el quincho de la gobernación, más tarde de lo previsto, la caravana oficial regresó al aeropuerto, encontrando en el camino más hinchas y vecinos para saludar con una sonrisa.

Devolviéndolo al clima deportivo que quiso darle a su viaje, Menem escuchó el grito de un hincha que lo despedía con un ruego: “¡Turco, ponela a la Servini de Cubría en el Tribunal de Disciplina de la AFA!”.

Hugo Caric
- Periodista -