Para Santiago Tabaré López, mediocampista, capitán y referente del humilde club montevideano Villa Española, no fue un sábado más. El 26 de junio de 2021 es una fecha que quedará grabada para siempre en su memoria. Y en la de muchos uruguayos. Al fin y al cabo, de eso se trata.
“Ni olvido ni perdón” se leyó en la bandera que “Bigote” López y sus compañeros desplegaron en el césped del Estadio Campeón del Siglo antes del partido con el poderoso Peñarol, en vísperas del 48° aniversario del último golpe cívico-militar del vecino país. Villa Española terminaría empatando sobre la hora con un gol de media cancha del arquero Facundo Silva, pero ese capítulo de la historia terminaría siendo casi una anécdota.
La imagen del encuentro que más se viralizó en las redes sociales no fue precisamente la del golero convirtiendo el angustioso tanto del 1-1, sino la de López con una camiseta negra y una leyenda a modo de epitafio: “Te fuiste sin hablar, cobarde”. La alusión no fue casual. Algunas horas antes se había conocido la noticia de la muerte del coronel retirado José Nino Gavazzo, el militar con más condenas por homicidios en la historia de Uruguay. Algo así como el Luciano Benjamín Menéndez del vecino país.
Gavazzo, de 81 años, cumplía prisión domiciliaria luego de haber sido sentenciado por más de 30 asesinatos y otros delitos de lesa humanidad, incluído el secuestro y desaparición de María Claudia García Irureta Goyena, la nuera del escritor Juan Gelman.
“Fue una reacción espontánea. Apenas me enteré de que había muerto esa lacra, pensé que no podía pasar inadvertido. Se trataba, ni más ni menos, de la persona más detestable de Uruguay”, le cuenta “Bigote” a Revista EL SUR. “Me genera impotencia que se fue sin decir nada. Se llevó muchas verdades a la tumba y los familiares de las víctimas, que siguen esperando respuestas, ahora tendrán menos información”, señala el jugador que está lesionado y que ante Peñarol estuvo en el banco de suplentes asistiendo al entrenador Julio Mozzo, quien jugó para Talleres el Argentino A de 2014.
“Me llamó la atención la repercusión que tuvo”, señala sobre la movida. “Fue todo muy especial, inclusive que fuera en la cancha de Peñarol”, sostiene el futbolista. Justo el mes pasado dos colectivos de simpatizantes del Mirasol –“Hinchada con Memoria” y Gol a la impunidad”- habían logrado que el club aurinegro borrara del padrón de socios a Gavazzo y a Manuel Cordero, otro partícipe del régimen militar de Uruguay entre 1973 y 1985. “Hace tiempo que laburamos con familiares de víctimas de la dictadura y también veníamos acompañando esa acción”, dice López. “Años atrás ya habíamos logrado que desplazaran al expolicía Miguel Zuluaga como jefe de seguridad de la selección uruguaya”, puntualiza.
“No es sencillo sostener la lucha por el ‘Nunca Más’ después de tantos años, porque la gente se va olvidando. Pero desde nuestro lugar tratamos de generar conciencia y que la gente sepa lo que pasó y lo que no tiene que volver a pasar jamás”, refiere sobre la militancia desde el deporte.
Discípulo de Sócrates
“Bigote” heredó el apodo de su padre y moldeó su perfil de tipo comprometido a partir de su admiración por “La Democracia Corinthiana”, el movimiento de resistencia política, social y cultural que se gestó en el plantel del Corinthians de Brasil a principios de los ’80.
La admiración por aquella revolución y sus principales actores tiene su reflejo en “Cantina Sócrates”, el espacio cultural que López gestiona junto a unos amigos en el barrio Villa Española, cerquita de la sede del club homónimo, y que lleva el nombre del jugador símbolo de aquel equipo paulista de leyenda. “Siempre me sentí identificado con un tipo como Sócrates y también mamé las cosas que Diego (Maradona) dijo en su momento y que nos hizo despertar a todos sobre lo que es la Fifa”, destaca.
“Soy un personaje bastante raro dentro del fútbol, pero estoy convencido de que a partir del deporte se puede hacer un mundo mejor”, reconoce López, quien lidera un proyecto de inclusión y compromiso barrial y social. “Trato de hacer propuestas para generar identidad, pero no me gusta mucho que me pongan en un pedestal. Mi lugar está a la par de los demás”, enfatiza.
“En algún momento creí que podía romper la maquinaria del fútbol actual, pero ya no. De todos modos, trato de ponerle algunos palos. Para eso hay que nutrir a los jóvenes de información. Hay que generar una conciencia diferente”, sostiene el jugador que se identifica con la camiseta “8”.
-¿Te considerás, en cierto modo, un revolucionario?
-No me siento así. Soy como soy, no hago las cosas para sacar réditos. Digo lo que siento y desde mi laburo trato de buscar un espacio de resonancia. También lucho para que los futbolistas tengan herramientas para asumir responsabilidades y tomar decisiones.
-¿Y eso genera empatía o enemistades?
-Según por dónde lo mires. Las redes son bravas. En ellas se arman unas guerras terribles, pero al fin y al cabo son un espacio de debate. En mi caso, me genera muchos más amigos. Pero si alguien no está de acuerdo conmigo, no hay problema. Venís, tomamos una cerveza, hablamos y listo.
Claúsula de felicidad
Con 39 años, “Bigote” López tiene una extensa foja de servicios como futbolista. Jugó en seis equipos uruguayos, en Brasil y en Guatemala, pero en los dos extremos de su carrera aparece el mismo nombre: Villa Española. “Es mi lugar en el mundo. Aquí me crié y aquí vivo. Es el espacio donde juego y milito. Me gusta laburar para el territorio con mis amigos y con la gente. Lo disfruto mucho. Es una locura grande”, afirma.
También refiere una breve estadía de seis meses en el fútbol argentino: “Tuve un pasaje fugaz por Defensa y Justicia hace mucho tiempo, en el año 2010. Recuerdo que mi compañero de habitación era ‘el Pipa’ Benedetto”.
“Yo digo que me retiré del fútbol hace rato. Si sigo adentro de una cancha es porque considero al deporte como una herramienta de transformación. Tengo contrato hasta diciembre, pero no sé qué voy a hacer después. Cuando con los dirigentes del club nos pongamos de acuerdo en que es el momento adecuado, saldré para un costado”, explica. Y habla de cómo se imagina el día después: “Me veo en el mismo lugar donde estoy ahora. Haciendo de todo un poco en Villa Española. Sólo le sacaría lo de jugar”.
-¿De qué se trata la “cláusula ricotera” que incluye tu contrato?
-A los Redonditos de Ricota los sigo desde hace muchos años. Son mi enfermedad. Es algo muy raro, que sólo podemos entender los ricoteros. Durante un montón de tiempo busqué excusas para poder viajar a verlos y en un momento me pareció que tenía que blanquearlo. Por suerte los dirigentes lo respetan y me apoyan con distintas acciones, como cuando pusieron el logo de la banda en la camiseta. Yo digo que es una cláusula de felicidad. Porque no todo es fútbol para un futbolista, también hay que vivir y ser feliz. La ‘letra chica’ incluye los recitales del Indio Solari, de su banda actual (Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado) y de Sky Beilison. Por su edad, no creo que el Indio toque de nuevo, pero si me invita a su casa puedo ir a comer un asado y tomar un vino con mucho gusto.
-¿Es cierto que una vez quisiste largar todo en Guatemala para ver actuar a los Redondos en Córdoba?
-Al final no conseguí vuelo, pero es verdad. No me importaba nada. Pero estuve en el recital de 2001 en el Chateau, y en algún otro también.
“No sería como Messi”
“Mi lucha es por un fútbol más justo para todos”, sostiene el jugador emblema de Villa Española, el equipo colista del actual certamen de Primera División de Uruguay. “El fútbol es un deporte multimillonario, pero la mayoría de los futbolistas estamos de mitad de tabla para abajo”, remarca. “El sistema es cada vez más injusto y los jugadores también son responsables de ello. Pareciera que el show debe continuar y nadie dice nada”, afirma López. Y aquí traza la línea entre Maradona y Lionel Messi.
“Maradona fue un revolucionario porque su vida fue una revolución. Quizá no tenía mucha convicción política, si miramos su recorrido en ese sentido, pero en los temas del fútbol señalaba de forma muy clara algunas cosas. Messi, en cambio, siempre estuvo tranquilo entre cuatro paredes”, afirma.
“Si yo fuera Messi, estoy seguro de que no sería como él”, enfatiza López. Y desarrolla el concepto: “Yo no puedo transformar al fútbol, pero él si puede hacerlo si se lo propone. Si Messi se planta en el medio de una cancha, explota todo. Pero bueno… Entiendo que no quiera hacerlo o que no se dé cuenta de que puede hacerlo”, destaca.
-¿Y entonces?
-Trato de que los más jóvenes tengan conciencia y cabeza. Que entiendan que ellos son parte importante de esta maquinaria pero también que tengan en claro que la vida no es solo fútbol. Hay jugadores multimillonarios que ven el nacimiento de sus hijos por camaritas webs, ¿de qué estamos hablando? Quizá estemos ante millonarios esclavos de un sistema. Yo no estoy de acuerdo con todo eso, y soy feliz. Mucha gente se enteró de quién era esa lacra de Gavazzo viendo la camiseta que me puse antes del partido entre Villa Española y Peñarol, y eso es un triunfo para mí.