Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Suscripcion
Inesperada debacle electoral del Frente de Todos
Ganó el voto bronca
Por | Fotografía: Télam
Foto: La inesperada derrota del Frente de Todos obliga a un profundo replanteo en el gobierno nacional.
Las urnas reflejaron un demoledor castigo al gobierno de Alberto Fernández pero, sobre todo, un inmerecido premio a una oposición que se nutrió del odio y la impotencia que generaron en la sociedad casi dos años de pandemia, confinamiento y crisis social.
Publicada el en Reflexiones

Da la impresión de que, a pesar de sus errores, el gobierno de Alberto Fernández no merecía tamaño castigo en las urnas. Pero parece aún más inmerecido el excesivo premio que el electorado otorgó a una oposición carente de ideas y propuestas, que en los últimos dos años se dedicó a conquistar las plazas públicas y los estudios de televisión privados sembrando el odio y el desprecio por la vida. Esa oposición anti vacunas –y en general anti derechos- emerge hoy inesperadamente triunfal en un país que no disimula su fastidio tras un año y medio de transitar la tragedia de la pandemia.

Es paradójico: la sociedad que ayer castigó sin miramiento a los Fernández es la misma que hace dos años les dio una abrumadora victoria ante el entonces presidente Mauricio Macri, que buscaba su reelección luego de cuatro años devastadores de gestión,  que empeoró todos los indicadores económicos y sociales, denigró los ministerios de Salud, Trabajo, Cultura y Ciencia y Técnica contrajo el mayor empréstito otorgado a un país por el Fondo Monetario Internacional en toda su historia.  

¿Qué pasó en el medio? Una pandemia. Dato no menor, por supuesto, pero insuficiente para explicar la debacle electoral. El Gobierno de los Fernández llegó para cambiar el rumbo económico y social de Macri –“encender la economía”-, pero no logró revertir la pesada herencia recibida porque llegó la pandemia, que dejó la friolera de más de ciento diez mil muertos.

Impotencia

El enorme esfuerzo que hizo el gobierno de los Fernández para mitigar los efectos económicos de la cuarentena  –el IFE, el plan Alimentar, los Repro, etc.- resultaron insuficientes para detener la crisis socioeconómica y mejorar el malhumor social que ayer reflejaron las urnas. No alcanzó la histórica campaña de vacunación masiva, ni la evidente merma que produjo en los contagios, al punto de frenar la temida “tercera ola” del virus; no alcanzaron las incipientes señales de reactivación económica, que no llegó a tiempo al bolsillo de la gente; no alcanzó la ilusión de recuperar “la vida que queremos” ante el evidente deterioro del consumo, el incontrolable aumento de precios y la pérdida del valor adquisitivo del salario.

En este año y medio de gestión, el gobierno de los Fernández cometió muchos errores, tal vez demasiados para un contexto pandémico. La pésima comunicación oficial sobreexpuso innecesariamente al presidente ante el periodismo de guerra y la filtración de la foto del cumpleaños en Olivos –exhibida como un trofeo por la novia del vocero presidencial en el canal de televisión de Macri- dinamitó su credibilidad. Ni hablar del sinsentido de mantener incólume la millonaria pauta oficial a empresas periodísticas –todas concentradas en el AMBA- dedicadas a horadar las veinticuatro horas al gobierno en una interminable sucesión de fake news y editoriales sesgadas.

Los funcionarios que no funcionan devinieron insólitos comentaristas de una realidad que deb(er)ían transformar. No frenaron la escalada de precios, ni los salarios le ganaron a la inflación (ni siquiera en las propias dependencias públicas). La vuelta de los remedios gratis no compensó una jubilación paupérrima.  Los titubeos sobre la estafa de Vicentín y la falta de claridad sobre el futuro de la Hidrovía de río Paraná generan más incertidumbre que certezas. ¿Existe realmente la decisión política de recuperar soberanía?  

La injustificable prisión de Milagro Sala y demás presos políticos muestra impotencia –o lo que sería aún más grave, indecisión- para desarticular el lawfare, cuyos protagonistas esperaban agazapados la derrota de ayer para salir de los “sótanos de la democracia” y mostrar otra vez los dientes. A un año y nueve meses de gobierno, Carlos Stornelli sigue siendo fiscal, Eduardo Casal sigue siendo procurador y Claudio Bonadío seguiría siendo juez si no se hubiera muerto antes.

Son demasiadas asignaturas pendientes para un gobierno que generó saludables y fundadas expectativas de cambio.  

¿Habrá volantazo?

Las elecciones de medio término siempre fueron difíciles para los gobiernos peronistas, que sin embargo supieron reponerse profundizando un modelo productivo, de inclusión social y redistribución de la riqueza. No parece haber otra alternativa para los Fernández tras el “cachetazo” electoral de las PASO.

El 14 de noviembre es la elección real, la que decidirá la nueva composición del Congreso Nacional. Faltan dos meses y el tiempo apremia. Ya no hay margen para el costoso aprendizaje de los funcionarios que no funcionan, ni para tantos porteños “con mirada federal” que ignoran las necesidades de la Argentina de tierra adentro.

El país no termina en CABA y la provincia de Buenos Aires. Es hora de ampliar horizontes, recurrir a dirigentes de probada experiencia y/o jóvenes con audacia, imaginación y espalda política, que estén decididos a cambiar la intolerable distribución del ingreso. Para que la recuperación económica en ciernes no quede en manos de unos pocos y llegue a todos y todas.

Ayer no ganó la oposición -deslucida, sin propuestas ni candidatos descollantes-, perdió el gobierno. El voto bronca fue doblemente injusto: castigó sin piedad, por un lado, a un gobierno sensato, que hizo lo que pudo ante la explosión de la pandemia; y premió, por el otro, a una oposición mendaz y destructiva, que no mereció alzarse con tan inesperado como contundente triunfo en las urnas. Sin olvidar la peligrosidad que implica que un neofascista confeso como Javier Milei haya superado el trece por ciento de los votos en CABA.

Es tiempo de pegar el “volantazo” y renovar el equipo de gobierno para (re)generar expectativas, recuperar la ilusión y (re)capturar el voto esperanzador que puso fin, hace apenas dos años, al desquicio económico y social del macrismo. Permitir que vuelva aquella pesadilla sería francamente imperdonable.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -