Cuando entra a la sala principal de la Casa de la Cultura, sus pasos se marcan con cierto vaivén. Guarda su teléfono celular y se acerca solemne, como si estuviera por empezar a dirigir una orquesta. Subimos al ascensor, que nos lleva directo a la sala de ensayo, donde ya se respira música en el ambiente. Nos sentamos entre un órgano y las cortinas del telón que visten la amplia sala. Juan Brarda, el director del coro, se acomoda despacito en una de las sillas. Su voz pausada se impone a los acordes que sobrevuelan en el aire.
-¿Cuándo empezó con la música?
-Desde chiquito- Mi madre me llevaba a un Jardín donde escuchaba a María Elena Walsh. Había repertorios con mucha calidad y contenido, entonces tengo presente el canto como una convivencia cotidiana. Ya de adolescente empecé el conservatorio en Río Tercero y cuando cursaba quinto año, me invitaron a formar parte. Pero la directora se fue del país antes de la presentación… ¡ y quedamos acéfalos! (suspira, toma aire y sigue). Entonces me hice cargo de la dirección, sin tener idea de nada, y llevamos adelante la presentación como pudimos.
- Un aprendizaje forzoso…
-Por supuesto. A raíz de esa situación empecé a estudiar fonoaudiología, por el tema vocal, hasta que elegí estudiar dirección coral en la Universidad de la Plata.
-¿Cuándo comenzó a dirigir el coro polifónico Delfino Quirici?
-En 2016 me llamaron del coro del Teatro del Libertador. Me pidieron un currículum porque estaban interesados en lo que estaba haciendo. Un año antes se había jubilado Graciela Flores, que era la subdirectora del coro Delfino Quirici. Concursé para ese puesto y lo gané. La verdad que es un trabajo súper interesante, intenso y difícil. Hay que estar formado en muchos aspectos: gestión, musical, producción. Son muchas aristas la que uno tiene que cubrir en este rubro.
-Debe haber tenido un significado especial ser elegido para dirigir el coro.
-La verdad que es muy importante para mí. Convengamos que hay muy pocos coros profesionales en el país y es muy gratificante estar a cargo de uno.
-¿Qué tiene en cuenta a la hora de seleccionar cantantes?
-Al ser un grupo profesional el ingreso es por concurso, tanto para los directores como para los cantantes. En la primera etapa es donde el cantante expone su repertorio, generalmente una ópera o una canción de Cámara; la segunda es la vocalización, con los típicos ejercicios que nos permiten escuchar cómo está la voz, cómo es el registro; la tercera es de lectura de música, se da una partitura y hay que leerla en el momento; y por último se canta en el contexto del coro. Si bien no canta la totalidad de los miembros, suele haber entre cuatro y ocho compañeros para evaluar cómo se ensambla esa nueva voz con el pacto de las voces.
-¿Actualmente el staff está completo pueden incorporarse nuevos integrantes?
-El coro tiene 40 cantantes, un copista, un archivista, un maestro preparador y un director. Esa es la orgánica de músicos del Coro Polifónico. Tenemos vacantes que están cubiertas por contratos, pero es inminente la convocatoria a concurso, seguramente a principios del año que viene. Es importante estar atentos al llamado a concurso para cubrir cargos de al menos uno o dos por cuerda.
Brarda recuerda como su hito más significativo la presentación en el Teatro Colón con el Coro Polifónico como único elenco artístico de la noche. De aquella experiencia nació, además, el disco “Irreverencia Afortunada”, que conserva como un tesoro. El nombre está tomado de un ensayo del escritor Jorge Luis Borges sobre cómo asimilar el repertorio. “Asimilar el repertorio universal y poder adaptarlo para hacer una versión nuestra, una versión riocuartense/cordobesa de una obra universal”, explica Brarda, entusiasta.
-¿Cómo se pensó ese disco?
- Se llama “Irreverencia Afortunada” por el ensayo de Borges de cómo asimilar el repertorio. El desafío realizar un bagaje de repertorio universal y hacer una versión riocuartense/cordobesa y además poder mostrar algo propio. Fue el primer concierto del coro a solas en el Teatro Colón. El coro había viajado al Colón, pero siempre había compartido presentación con otros elencos, orquestas y coros. Estar presentes en un teatro tan importante como el Colón, que a nivel mundial es tan reconocido, fue super enriquecedor. Imagínate, es la meca de la música académica en el país. Y encima estuvo muy concurrido de público.
-¿Para los artistas del coro es importante el apoyo del público?
- Totalmente. Sobre todo es importante lograr un puente entre el público y el repertorio que hacemos nosotros como intérpretes. La idea es que el público pueda involucrarse no solo emotivamente, sino también con la literatura de lo que estamos haciendo y con la fonética de lo que estamos cantando.
En la conversación se cuela, inevitable, el tema de la pandemia. Las restricciones impuestas para cuidarse del temible virus del Covid 19 afectaron a todos, pero a los cantantes especialmente: hacer funcionar las cuerdas vocales para producir música podía convertirse en una peligrosa usina de transmisión del virus. Cantar se volvió, de pronto, una actividad de riesgo. Pero el virus no detuvo el ímpetu de Brarda y el Coro Polifónico.
-¿Cómo vivieron la situación de pandemia?
-Fue complicado, pero lo hemos trabajado muy bien. Realizamos mucho trabajo virtual. Ensayos y capacitaciones con distintos profesionales. Hicimos muchas grabaciones virtuales que sirvieron para el trabajo en las escuelas, que incluían animaciones. Recuerdo una que se llama Edificio Cantor y habla de las distintas voces del coro haciendo la analogía con un edificio: en la terraza están las sopranos, en el sótano los bajos y en el medio los tenores y las contra altos.
En medio de la pandemia, el coro recibió la buena noticia más esperada: después de muchos años, ahora disponen de un espacio propio para ensayar. “Es una vieja deuda que finalmente pagó la Agencia Córdoba Cultura. Después de casi 89 años tenemos nuestra propia sala y estamos muy contentos. La primera etapa está terminada y esperamos que se concrete pronto la segunda, que consiste en la climatización”, cuenta Brarda.
- Una buena noticia en tiempos difíciles…
- Si, porque estamos en casa, no habría lugar mejor.
Esta noche, cuando la ciudad cumpla un nuevo aniversario de su fundación, el Coro Polifónico Delfino Quírici desplegará su amplio repertorio en la Catedral. Y el próximo viernes 19 celebrará sus primeros 89 años de vida con un invitado sorpresa.
-¿Qué mensaje le daría a quienes se quieren dedicar a la música?
-Que es una profesión hermosa que conecta con un montón de aspectos de la vida: un paisaje, una historia, un sentimiento, una sensación. Estamos geográficamente buceando por distintas partes del mundo y de la literatura también, porque trabajamos con poetas. Lo interesante es poder ir y venir constantemente por esos lugares que lo ponen a uno en esa instancia de formarse y pensar lo que dice. El que quiera dedicarse a la música va a tener la posibilidad de tener todos estos frentes para abordarla, pero también debe saber que implica muchísimo compromiso con el estudio. Hay que estudiar mucho para poder hacerse cargo de semejante tarea que es comunicar a través de la música. No hay que perder de vista el disfrute y la pasión por un lado, y el estudio y el compromiso en la formación que requiere un músico por el otro.
No reprime el brillo en sus ojos cuando habla de música. La entrevista termina. Se baja el telón. O, como dice el director, se produce el aria final. Un tímido saludo por despedida y una última foto con un toque teatral y dramático, como toda buena opera. Cuando se dispara el flash, Brarda vuelve a sumergirse en el inmenso salón de la música para buscar la partitura indicada para llegar al corazón de la gente.