Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Suscripcion
Carlos Juncos, sacerdote
“El límite es parte de la condición humana”
Foto: Para el padre Juncos, la virtualidad implicó un gran desafío para la Iglesia.
El párroco de la Iglesia San Roque cree que el verdadero cambio está en dejar de mirar al otro con lástima y entender que somos todos iguales. Pandemia, religión y solidaridad.
Publicada el en Entrevistas

Carlos Juncos es sacerdote y profesor de teología. También es amante del fútbol y la guitarra. Su vocación despertó a los cinco años, cuando su mamá lo llevó a misa. Quedó fascinado y nunca dejó de ir. “Iba yo solito a misa”, recuerda. Decidió convertirse en sacerdote luego de su primera comunión y así se lo dijo a sus padres. Su familia lo tomó con simpatía, como una ocurrencia de niño. Junto se mudó a Alcira Gigena y allí experimentó con intensidad la vida de la iglesia, lo que confirmó su camino. Hoy dice que su gran motivación es la cercanía con el que sufre. En los últimos años se dedicó a ayudar a los más necesitados, ayuda que se intensificó en la pandemia: en febrero de 2020 entregaba 280 bolsones y hoy ayuda a más de 1.900 familias de la ciudad con alimentación, ropa, y medicamentos. Es reconocido por su solidaridad y carisma. Todos lo conocen como "el Padre Carlitos", una de las personalidades más queridas de Río Cuarto. En tiempos de pandemia, hubo que multiplicarse. Entre mate y mate, la conversación fluye en la capilla de San Nicolás, en Villa Dalcar.

- ¿Cómo le afectó la pandemia?

- Primero fue un descanso en cuanto a lo físico; y segundo fue un gran desafío tener que volcar todo a la virtualidad. Esa parte fue linda e interesante. Y después se dio lo que nosotros pensamos, que iba a haber muchas personas que no iban a tener para comer. Entonces nos organizamos y convertimos la parroquia en una estructura disponible para todo aquel que no tuviese nada. Nuestra asistencia consiste en brindar alimentos, ropa, elementos de construcción, medicamentos. De hecho hasta abrimos una farmacia solidaria.

- ¿Se acercó mucha gente a la parroquia?

- Sí, muchísima, se multiplicó por cinco o seis. En marzo de 2020 nosotros entregamos 280 bolsones; hoy tenemos más de 1.900 familias anotadas y por mes estamos entregando 1.500 de bolsones o raciones de comida. En la farmacia es incesante la cantidad de personas que pasan a buscar medicamentos.

 Junco cuenta que además de la asistencia con bolsones, tienen un grupo que brinda ayuda en los merenderos y apoyo escolar a los niños. Con el fin de ayudar a generar ingresos también tiene un grupo de mujeres que elaboran dulces y se firmó un convenio con una cooperativa de trabajo para brindar oportunidad laboral a las personas con discapacidad.

 - ¿Cómo reaccionan quienes deben recibir ayuda?

- Por un lado la gente agradece, pero por otro ellos no quisieran que fuera así. A la mayoría de la gente le gustaría poder trabajar y tener los alimentos por sus propios medios. Veo una gran mansedumbre: las personas no se rebelan ante la situación, sino que buscan aportar dignidad a su vida como puedan.

- ¿Alguien se acercó a pedir ayuda a causa de un episodio de violencia doméstica?

- Sí, varias personas. La violencia tiene muchas etapas y el encierro evidenció situaciones que antes estaban disimuladas. Hemos tenido que ir acompañando en la búsqueda de soluciones, que muchas veces han consistido en alejar al agresor.

- ¿Qué opina sobre la ayuda que brinda el Estado?

- Cuando la gente necesita no importa nada más. Los subsidios del Estado son y serán muy importantes, pero no tienen que ser definitivos, tienen que ser momentáneos. Tenemos que salir de esta situación que reclama subsidios a una en la que no los necesitemos.

- ¿Cuál ha sido el rol de la Iglesia en estos tiempos?

- El rol que cumplió la iglesia fue de contención, a través de la escucha a mucha gente que ha soportado un momento de tristeza a causa del encierro. También se vio un acompañamiento en las misas que, al ser virtuales, generaron nuevos vínculos.

Tiempo de cambios

 - ¿Qué opina la Iglesia del cambio climático?

La única voz mundial que denuncia la situación y propone alternativas para no llegar al punto de no retorno es la Iglesia, con el Papa Francisco a la cabeza.

- ¿Y del feminismo y la comunidad LGBT?

- La iglesia católica es muy variada y dentro de ella vas a encontrar expresiones de todo tipo. Sí bien es cierto que por ahí las jerarquías de la Iglesia no apoyan o no se expresan tanto a favor de estas novedades, vas a encontrar muchísima gente que sí lo haga.

- ¿La iglesia está cambiando su perspectiva en estos temas?

- Se están produciendo cambios muy grandes, aunque no todos al mismo ritmo. Evidentemente todo lo referido a la identidad sexual genera mayor dificultad o es más delicado. Pero algunos pasos se han ido dando al permitir que las personas que integran el movimiento feminista o LGBT puedan tener su voz y expresarse. Muchos de ellos son sinceramente católicos y tienen que tener su lugar.

- ¿Qué le pareció la legalización del aborto?

- Es una cosa muy triste. Para nosotros es un fracaso humano, que está más allá de lo religioso. Hay gente que está en contra del aborto y no es religiosa. Especialistas de la ciencia nos permiten descubrir que el feto y genoma de la criaturita es distinto al de la madre y al padre y eso marca una identidad diferente. Esto muestra que no es un tema religioso sino humano y de justicia. La legalización del aborto es muy triste porque cuando se le abre la puerta a la muerte perdemos todos.

El padre Juncos se acomoda en el asiento y cuenta que, además de su pasión por el fútbol, ha adquirido un nuevo pasatiempo: crear soluciones sustentables para el día a día. "Estoy pensando y haciendo un calefón solar", dice y se ríe. Hace una pausa y cuenta el proyecto social que hoy más lo entusiasma: la creación de un hogar para personas con discapacidad. “Integramos una sociedad civil qué se llama “No estarán solos” y la intención es construir un  hogar que ayude a la integración y evite la marginación; y el segundo objetivo es tratar de influir con esa acción en la cultura de la sociedad, porque muchas veces a las personas con discapacidad no se le otorgan todas las posibilidades y quedan aisladas.

- ¿Cómo se rompe con esa inercia?

- Primero hay que pasar de la lástima a la igualación. El cambio está en entender que el límite es parte de la condición humana. Eso por una parte nos hace distintos al resto, nos enriquece; pero por otra parte nos iguala.

- ¿La limitación también rige para los pobres?

- Que se limite a un pobre o a las personas con discapacidad no es una cuestión accidental, es propio de un sistema que cosifica. Al sistema le sirve que haya pobres porque se maneja por la ley de la oferta y la demanda: al haber muchos más pobres, es decir mucha demanda, hace que la mano de obra sea más barata. Y también funciona con la ley del más fuerte. Nosotros, desde nuestra fe, trabajamos con los débiles, para que el mundo sea para todos, no para algunos.

Stefani Ladino
- Estudiante de Comunicación Social -