La Universidad Nacional de Córdoba viene siendo un laboratorio neoliberal de las políticas de mercantilización del conocimiento. A pesar de la declaración de los Estados de definir a la educación como un derecho humano en el congreso de la Conferencia Regional de Educación (CRES) en Cartagena de Indias, la realidad de nuestra casa de estudios parece mostrar algo muy diferente. Y los contrastes dentro de ella son contundentes. Al menos desde 2016, se viene configurando una ofensiva nacional contra las ciencias sociales, que empalmó con una nueva ola neoliberal en el país que entendía que estas disciplinas no sirven al pueblo.
El escenario para las unidades académicas como Filosofía, Ciencias Sociales y Artes sigue siendo complicado, ya que no se las valora como “verdaderas ciencias” y se minimiza el rol que cumplen en el enriquecimiento cultural y político del pueblo. Además, no se han integrado a pensar el desarrollo económico del país, ni siquiera en los momentos de coincidencia progresista entre el Ejecutivo Nacional y los gobiernos universitarios. Hoy en día, el peso electoral está concentrado en las facultades de Economía, Derecho, Medicina y Exactas. Las carreras de las profesiones liberales, ancladas históricamente a la universidad elitista contra la que pelearon los reformistas del 18, vuelven a imponerse y a defender la idiosincrasia conservadora de Córdoba.
El síntoma más alarmante reside en la falta de una alternativa clara a este modelo mercantil, que reivindique una universidad que se pinte de pueblo. ¿A qué se debe esta falta? ¿Acaso no estamos presenciando la claudicación de ciertas banderas en el movimiento estudiantil actual? ¿Existe una continuidad actualmente con la generación del 70 que, a su vez, se nutrió fuertemente de las luchas de los estudiantes reformistas del 18?
Es notorio el ocultamiento de la cuestión y denuncia del imperialismo en las organizaciones estudiantiles de comienzos del siglo XXI. Aquella generación aniquilada puede ser entendida como la portadora de una síntesis de varias lecturas que se fueron realizando sobre la realidad americana. En los ´70 las juventudes universitarias tomaron la tarea histórica del Che Guevara para construir política más allá de los marcos de la universidad, abrazando el marxismo latinoamericano y las tradiciones no marxistas que enriquecieron esta corriente histórica. Es indudable, por ejemplo, la influencia que Guevara tuvo de su vecino cordobés Deodoro Roca.
¿Cuál es el vínculo actual de la universidad con el pueblo? ¿Habita el pueblo en la universidad? La última vez que la Universidad Nacional de Córdoba se pintó de pueblo fue durante el Cordobazo, donde la “política extensionista” la definieron aquellos estudiantes que abrazaron las demandas de la clase obrera y construyeron una unidad política que resquebrajó por un instante el orden conservador. Aquel fue un momento en que el movimiento estudiantil entendió al pueblo como sujeto y no como mero objeto. Una década antes de este acontecimiento, en la universidad cubana de Las Villas, el Che Guevara daba un discurso que más adelante las juventudes del mundo entero retomarían para hacer de la política una herramienta de transformación.
A escasos 15 metros de una de las facultades con menor presupuesto y estructura edilicia del campus cordobés se construyeron dos edificios de la noche a la mañana para el proyecto “Data Center UNC”, iniciativa encarada con la red EDx, que representa el paradigma mercantilista de la universidad. La misma se sostiene con el financiamiento de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, El Banco Mundial, empresas como Microsoft, Amazon, Bill y Melinda Gates Foundation. Los servicios de este megaproyecto no son de acceso público ni gratuito: son arancelados y están pensados para construir conocimiento útil para las empresas.
¿No es una paradoja que hoy las computadoras tengan más aulas que los estudiantes de Ciencias Sociales?