A Kevin Alarcón no lo sedujeron las criptomonedas, los cursos de coaching o los jugosos intereses en dólares que el prófugo Leonardo Cositorto les prometía a sus inversores. Su vínculo con Generación ZOE, el mediático holding polirrubro que hoy está siendo investigado por la Justicia, surgió a partir de la ilusión de retomar una postergada carrera de futbolista y la promesa de un futuro no muy lejano en algún equipo de España.
El protagonista de esta historia tiene 29 años, es oriundo de Neuquén y vive en Sarandí. Es uno de los 1.300 jugadores que se presentaron al casting del ZOE Atletic, el club de Villa María que prometió “ir por todo” cuando se presentó en sociedad el 23 de setiembre de 2021 y que quedó fuera de juego a 15 días del debut, previsto para el primer fin de semana de marzo.
“En diciembre pasado me hablaron de la posibilidad de ir a jugar en Villa María, me fui a probar y quedé. Me habían llamado de otros dos o tres clubes, pero me decidí por esta alternativa porque el proyecto se veía bastante serio. Además, me habían dicho que en seis meses podrían llevarme a España”, señala el mediocampista con pasado en Racing Club.
Alarcón se inició en las inferiores de la Academia de Avellaneda, donde tuvo como compañeros a Luciano Vietto, Bruno Zuculini, Ricardo Centurión y José Luis Gómez, entre otros, y llegó a ocupar un lugar en el banco de suplentes de la primera en un partido amistoso en 2011. “El día en que debutaron los colombianos ‘Teo’ Gutiérrez y ‘Gio’ Moreno”, refiere.
Después tuvo experiencias en clubes del ascenso metropolitano (Almagro y Fénix), en el exterior (Sporte Clube União Torreense de Portugal y Costa do Sol de Mozambique) y en las ligas de Bahía Blanca, Paso de los Libres y Chivilcoy.
“Hoy es muy difícil vivir del fútbol y estaba muy ilusionado con esta oportunidad de volver a jugar después de dos años y medio. La idea era no tocar más la moto, porque andar por la calle es un peligro y es muy riesgoso para el físico”, cuenta Kevin, quien se gana la vida trabajando en una empresa de mensajería. En ZOE Atletic Club había acordado su incorporación a cambio de alojamiento, comida, sueldo y premios. En Buenos Aires quedaron su hija Catalina y su esposa Tamara.
La semana trágica
Alarcón fue citado para iniciar la pretemporada del equipo villamariense el 1 de febrero, pero recién pudo sumarse a los entrenamientos dos semanas más tarde, ya que se contagió de coronavirus y debió permanecer aislado. “Me fui en auto con Néstor Apuzzo, que justo viajaba para allá”, comenta en alusión al ex DT de Huracán de Parque Patricios, quien fue elegido para ocupar el cargo de coordinador de fútbol en la flamante institución de la ciudad cabecera del Departamento San Martín.
“Llegué el lunes 14 de febrero y esa misma tarde empecé a entrenarme. La actividad fue normal en los primeros días, pero el viernes 18 el entrenador (Nazareno Brindisi) se enteró del problema que había y ahí explotó todo”, cuenta Kevin. Alude a la imputación por asociación ilícita y estafa de Claudio Javier Álvarez, exarquero del Club Alumni, líder de Generación ZOE en Villa María y presidente del ZOE Atletic. La medida judicial, dispuesta por la fiscal Juliana Companys también comprendió a dos familiares de Álvarez: su madre Rosa Silvia Fermani y su cuñado Silvio Shamne, respectivos secretaria y tesorero de la entidad deportiva.
“Por la tarde fueron a decirnos a mí y a otros once pibes que se había caído el proyecto y que teníamos que desalojar el hotel, porque supuestamente esos dirigentes estaban presos. La noticia nos tomó de sorpresa”, relata el futbolista. “Nos avisaron a las cinco de la tarde y a las cinco y cuarto ya teníamos las valijas listas. Para colmo, el conserje nos dijo que iba a llamar a la policía si nos íbamos. ‘No se confunda: nosotros sólo vinimos a jugar al fútbol; al tema del dinero lo tendrá que solucionar con quién corresponda’, le contesté. Salimos y nos quedamos sentados en la vereda, en silencio y mirando al cielo. Fue un momento de mierda”, rememora.
“De un día para el otro se cayó todo y nos quedamos en banda. En mi caso estuve una semana, pero hubo chicos que pidieron el pase libre de sus clubes y hasta renunciaron a sus trabajos para poder ir hacia allá”, enfatiza.
“Cuando volví a Buenos Aires, estuve una semana sin abrir las valijas. No tenías ganas de nada. Estas cosas te golpean, y a mí todavía me duele. Yo soy grande y lo puedo superar con el apoyo de mi familia. Pero a un pibe, que quizá no está tan preparado, estas cosas lo destruyen”, relata Kevin.
“Gracias a un amigo ahora conseguí nuevo equipo”, señala en alusión a su nuevo destino: el Club Atlético Compañía General de Salto. “No voy a cobrar fortuna, pero hice un buen acuerdo y a mitad de año podría disputar el Federal C. Por el momento, lo más importante es volver a jugar. Está claro que en las ligas del interior los futbolistas sobrevivimos”, concluye.
De Disney a Kosovo
Rubén Guillén, histórico delantero del fútbol villamariense y exgerente deportivo de ZOE Atletic, describe de modo categórico el periplo de cinco meses que transcurrió entre la presentación del club y su exclusión de la competencia: “Arrancamos en Disney y terminamos en Kosovo”.
El exfutbolista, integrante del recordado Alumni de los ’80 que estuvo a un paso de jugar el Nacional, fue convocado por Claudio Álvarez para armar un equipo de trabajo cuyos refrentes fueron Sergio Torrado, Rubén López y los hermanos Rodolfo y Diego Graieb. “Trabajamos muy bien, parecíamos un equipo de la AFA, hasta que de repente se cortó la comunicación con los directivos y no supimos más nada de ellos”, relató Guillén.
La imputación de sus principales directivos dejó sin margen de maniobra al nuevo club (todo acto formal debe tener la firma de quienes ocupen los cargos de presidente y secretario), que fue excluido del Torneo Apertura. ZOE Atletic iba a competir en 11 categorías, con casi 300 futbolistas, y utilizaba el predio de un sindicato a cambio de 200 mil pesos mensuales.
Más allá del fracaso del proyecto cordobés, Cositorto mantiene otros vínculos estrechos con el fútbol: es dueño del Deportivo ZOE de Zárate, gerenciador de Tacuary de Paraguay y Saguntino de España, principal sponsor de Chacarita Juniors y una suerte de Mecenas en Deportivo Español. En el club “gallego”, que compite en la Primera C, ubicó como manager al exentrenador de Belgrano Ricardo Caruso Lombardi, de quien es amigo personal. ZOE Sports, la “pata deportiva” de la cuestionada empresa, tiene como asesores a dos reconocidos exjugadores del seleccionado argentino de fútbol: Alejandro Mancuso y Miguel Brindisi.