Sergio Job es abogado, doctor en Ciencia Política y diplomado en Seguridad Ciudadana, Es docente de “Sociología Jurídica” en la Facultad de Derecho (UNC) y en “Teoría del Estado” y “Teoría Política Contemporánea” en la facultad de Ciencias Sociales (UNC). Integra la UTEP dentro de “Trabajadores Unidos por la Tierra” (UTR - UTEP rama rural). En diálogo con El Sur, desmenuza el trasfondo enunciativo del federalismo proclamado por el gobernador Juan Schiaretti y su devoción por el caudillo Juan Bautista Bustos, primer gobernador de la provincia.
-¿Córdoba honra en estos días su tradición federal?
- En realidad decir que Córdoba forma parte del federalismo es una noción un poco tergiversada. Lo que siempre hizo Córdoba fue construir su propia identidad en tensión o enfrentamiento con la identidad de Buenos Aires. Desde Liniers con la contrarrevolución de 1810 hasta Paz enfrentando a Rosas, o Menéndez contra Perón, Incluso Angeloz con su discurso de la “isla cordobesa”, o De La Sota y Schiaretti con la noción de cordobesismo. Es una lógica en espejo a Buenos Aires, pero con una política conservadora. Aunque también es cierto que el Cordobazo le hizo frente a Onganía y el sindicalismo clasista acompañó a la CGT de los Argentinos frente a la CGT-Azopardo, donde Córdoba sin duda era el núcleo de esa construcción. Es una lógica de construcción en espejo, casi en reacción a Buenos Aires, más que una construcción federal. En Córdoba siempre convivieron las dos fracciones: unitarios y federales. Pero para la elite cordobesa siempre fue más valioso Paz que Bustos, por tomar las figuras que integrarían a los dos polos. Si pensás en Juan B. Bustos - que es la figura fuerte del federalismo- entre 1816 y 1818 combate a Estalisnao López como caudillo de la Liga Federal y recién en el motín de Arequito -donde también participa Paz, para ver estas contradicciones- se pasa al bando federal. Después, ya siendo gobernador, se enfrenta a Rivadavia y su centralismo. Y lo hace más en la búsqueda de un proceso de gestión más ordenada y progresista que por una cuestión militar. Bustos se vuelve líder del federalismo de las provincias hasta el fusilamiento de Dorrego en Buenos Aires (1828).A partir de ahí Paz invade Córdoba y Bustos no lo puede frenar. Y tiene una participación casi nula en las batallas de la independencia en el norte de Argentina, o en la guerra con Brasil. Entonces hay un Bustos que representa al caudillo federal de Córdoba -más institucionalizado que el resto del caudillismo-, pero que no defiende la patria federal en las batallas que todavía se libraban por la independencia.
- ¿Sería un federalismo a medias según las conveniencias políticas del momento?
- Lo que me parece es que hablar de Córdoba federal es bastante relativo, porque ni siquiera su caudillo federal es tan federal. Córdoba tiene una historia bastante consecuente consigo misma, más atada a una noción conservadora, elitista, de las familias de “apellido”, bastante oscurantista. Hay que leer a Sarmiento cuando en “El Facundo” describe a esta provincia como la Córdoba de las catacumbas, de espaldas al progreso, donde “hasta los zapateros tenían ínfulas de Doctor”. Con esto quiero decir que Córdoba ha sido consecuente y no precisamente con el federalismo. Paz es uno de los tipos más lúcidos de la historia cordobesa, quizás con Deodoro Roca, que ocupa un polo progresista, Paz comprendía bien la disputa entre unitarios y federales: en sus escritos plantea que en realidad no se discutía la organización del gobierno sino -dicho con otras palabras- la lucha de clases.
- ¿Paz no es un emblema de los unitarios?
- Para Paz ser unitario era estar en contra del populacho, lo que hoy es ser un gorila. Hay que pensar en Quiroga, que siendo unitario por convicción, se hace federal justamente para defender el sentir de la causa popular. Córdoba fue unitaria porque fue y es gorila. Hablar de una Córdoba federal no se corresponde con la historia de esta provincia.
- ¿Qué se entiende hoy por federalismo?
- Tenemos que repensar el federalismo en el S. XXI en esta parte del mundo. El gran desafío para los sectores populares es repensar institucionalmente el país. Ello implica correrse de la matriz federal-unitaria del S. XIX. Lo digo desde un lugar de apego emocional, histórico, de construcción subjetiva fuertemente federal. Me considero federal a la vez que soy peronista, citando a Evita, por conciencia nacional antiimperialista y por procedencia popular. Pero no puedo negar que el gobierno peronista fue centralista (Perón centralizaba la planificación y descentralizaba la ejecución). Quienes nos inscribimos en el campo popular y nos consideramos federales y peronistas tenemos esa contradicción de trayectoria histórica cuando miramos hacia atrás.
- Federalismo implica coparticipación y equidad en el manejo de los recursos...
- En el campo estrictamente económico, sin creer en que una economía centralizada como tuvo la URSS o China, hay un papel rector del Estado, que no puede entenderse solo como buscar la maximización de ganancias. Porque si alguien maximiza otros -que son siempre los mismos empobrecidos- minimizan. Creo en la necesidad de la planificación para establecer qué vamos a producir en función de las capacidades y necesidades que tenemos,pero también creo en una ejecución más descentralizada, a modo asociativo. La convivencia entre la centralización de esa planificación de hormiga con un modo más confederado de pequeñas y medianas empresas -en la medida de lo posible con protagonismo de los trabajadores en la gestión- daría mayor garantía de bienestar social, reparto equitativo de bienes, trabajo, felicidad popular y posibilidades de desarrollo.
- ¿Hacia dónde se desplazaría el antagonismo federal-unitario?
- Es necesario correrse de esa lógica federalismo-unitarismo porque nos imponen una noción sociológica de “realidad local” cuando la complejidad del capitalismo financiero dificulta pensar una matriz federal y unitaria. Cuando nos pusimos a estudiar la cuestión minera nos encontrábamos que el producto bruto geográfico (como el PBI, pero provincial) de Catamarca era más pequeño que la economía interna de la Barrick Gold o la Yamana Gold. Si el producto bruto geográfico de una provincia depende estructuralmente de una industria del saqueo, hay que ser creativos en términos institucionales para pensar el federalismo frente a empresas transnacionales de tanta envergadura.
- ¿Repensar la división territorial?
- Argentina debe reconocerse como un país plurinacional y repensar institucionalmente qué significa el federalismo cuando hay diversas naciones conviviendo en un mismo territorio. No basta con establecer divisiones administrativas históricas -como son las provincias y sus fronteras-, sino que hay que adherir a un espíritu de época que hoy trasciende a Bolivia, porque también está pasando en Chile, donde la Convención Constituyente aprobó un artículo que declara a Chile Estado Plurinacional (el propio presidente electo Boric había propuesto en su campaña la descentralización de las regiones).
- ¿Ese esquema es viable en Argentina?
- A nosotros la idea de descentralización nos hace ruido porque nos lleva a la idea de “modernización del Estado” menemista, que descentralizó la educación y la salud, por poner ejemplos de los sectores dañados. Entonces no podemos pensar el federalismo desde una idea de tabula rasa porque tenemos una historia y una estructura material construida a lo largo de dos siglos de existencia del país y bastante antes también, desde la colonización. Es el mismo problema que plantea Marx cuando critica al derecho liberal burgués. Él dice: “El derecho burgués nos dice que somos todos iguales, pero en realidad somos todos distintos”. Y no reconocer esas diferencias las profundiza. Si pensamos en una idea de federalismo sin reconocer nuestras diferencias caeríamos en el error de profundizar esas desigualdades, lo cual haría inviable la transformación.
- ¿Existió alguna experiencia piloto que pueda considerarse en la actualidad?
- Si rescatamos el esquema de Perón (centralizar la planificación y descentralizar la ejecución), deberíamos poder expresarnos institucionalmente de manera creativa. Deberíamos pensar una instancia intermedia entre provincias y nación, que permita romper la dinámica de poder de los bloques provinciales más conservadores y a su vez evitar que te digan qué hacer desde Buenos Aires. Adhiero a la idea de Juan Grabois de cambiar de lugar la capital federal, llevarla al norte grande del país. Crear institutos específicos para la vivienda, la reforma agraria, la producción. Ese puede ser un camino posible.
- ¿Cómo interpreta el uso discursivo que hace Schiaretti del federalismo?
- Se promueve un federalismo medio maniqueo, que más que federalismo es cordobesismo con todas las letras. Las alianzas que teje tanto en términos económicos como institucionales apuntan a la Región Centro -Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos- y no a Santiago del Estéro, Tucumán o Catamarca. No es un federalismo solidario con los caídos del sistema sino una unión corporativa de la zona pampeana del agronegocio. Entonces no se plantea la defensa de derechos sino de privilegios, como los tiene Buenos Aires respecto de la región centro. Hay más cercanía al puerto de lo que se intenta aparentar.
- ¿Esta concepción se traduce en acciones políticas concretas?
- El bloque de Córdoba Federal en el Congreso defiende los intereses que representa Macri, el más porteño de los porteños de elite. Pero eso es lo que vota el cordobés promedio: Schiaretti juega con una construcción subjetiva donde ese porteño de elite concentra el 60 % de los votos provinciales. ¿Qué clase de federalismo es el que defiende en el Congreso que Buenos Aires se quede con el 1,5% más de coparticipación? ¿Para qué? Con ese 1,5% más para Buenos Aires lo único que se ha logrado es que los ricos sean cada vez más ricos y los niveles de pobreza no hayan parado de subir durante todo el neoliberalismo. Sin ir más lejos, durante el primer semestre de 2021 el 65,6% de cordobeses estuvo debajo de la línea de pobreza, es decir, 732.000 cordobeses pobres, de los cuales el 10% es indigente. ¿Dónde está la planificación estatal y la doctrina peronista, proyectando equidad, solidaridad, comunidad organizada? Las ideas de orden y progreso que están en el discurso de Schiaretti son las ideas fundantes del liberalismo en Argentina y la región desde 1880.
- ¿Pueden convivir federalismo y neoliberalismo?
- Totalmente. Luego de los ‘70 la noción de federalismo que tomaba referentes como las montoneras -fuertemente ligadas a defender lo popular-se han ido conectando con ideas neoliberales de descentralización y abroquelamiento de las elites locales frente a todo avance democratizante, como fue el “Argentinazo” de 2001. Fue abroquelarse frente a una insurrección popular que exigía que se vayan todos. Las banderas del federalismo fueron cada vez más enarboladas por sectores conservadores, lo que se profundizó a partir de 2008 y la crisis de las retenciones.
- ¿El conflicto por la resolución 125?
- Claro. En 2008 sucede algo muy caro para los sectores populares y es que la derecha logra apropiarse del concepto de “campo”. Y el campo es algo que está íntimamente ligado a lo federal. Tenemos que recuperar la noción de campo: no puede seguir estando ligada al patrón de estancia, al empresario rural del agronegocio. Está claro que además de recuperar la bandera del campo, también necesitamos recuperar tierras. El símbolo icónico del federalismo, que es el gaucho, desde el ‘78 para acá se lo ha ido apropiando cada vez más la derecha. El gaucho era el libre, el rebelde, el que andaba cabalgando por la tierra, el perseguido por la policía. ¿Que quedó de ese gaucho?
- ¿Cómo definiría al federalismo que enarbola Schiaretti?
- Es un “federalismo” que promueve la defensa de privilegios, un abroquelamiento de las elites, un corporativismo de intereses, de alianzas con el agronegocio mal llamado “campo”, de descentralización neoliberal, alejado de la participación popular, de una lógica de las montoneras y de toda historia de vida y de lucha de las provincias.
- ¿Qué lugar ocupan las provincias frente a la deuda externa? ¿Se pueden desentender de la negociación con el FMI?
- Hay deuda externa de las provincias también. Los datos de 2020 señalan que el conjunto de provincias alcanzaron un monto de 24 mil millones de dólares, de los cuales Córdoba renegoció el año pasado un total de 1.625 millones de dólares. Y mostró como gran logro pasar de un 7,23% de interés al 6,8%, lo cual es irrisorio porque las tasas de interés a nivel internacional están siendo bajísimas. Es más, se promueven préstamos a tasa cero. Córdoba tiene el 51% del stock de deuda comprometido con sus intereses y es la quinta provincia más endeudada del país.