Crónicas
Entrevistas
Actualidad
El Kiosco virtual
Reflexiones
Cultura
Música
Cine
Libros
Galería Magalú
Galerías multimedia
Quiénes Somos
Revista El Sur
Staff
Ediciones en papel
Suscripcion
#JuicioAlFiscalViaut
El fiscal coimero
Foto: Luis María Viaut, el fiscal federal de San Francisco, juzgado por corrupción.
Hoy comenzaron las audiencias para determinar la culpabilidad o no de Luis María Viaut, el todavía fiscal federal de San Francisco, acusado de liderar una organización dedicada a extorsionar a los “justiciables” y ofrecerles “buenos oficios” para cajonear causas. Las escuchas telefónicas son abrumadoras, pero nada es seguro hasta que no se baje el martillo.
Publicada el en Crónicas

Él era "el mandamás", "el capo", el "cabeza blanca".

Sus muchachos eran "Coco", "Paco", "Fattore".

Sus botines eran "salamines", "tubitos de oxígeno", "tarros" o -el más jugoso- la "carneada grande".

Su jerga delictiva eran "kilos", "latas", "chorizos".

Era una asociación delictiva. Ganaron mucha plata con la extorsión, las coimas y el tráfico de influencias. El problema es que la cabeza era nada menos que un fiscal federal. El tipo puesto por el Estado para combatir el delito, en realidad era el que los cometía.

Estamos hablando de Luis María Viaut, todavía fiscal federal de San Francisco. Un funcionario hábil como pocos para viborear ante la prensa, presentarse como justiciero, enviar mensajes cifrados a través de los medios y luego ir a apretar a sus víctimas. No se diferencia mucho de la mafia. Ahora afronta un juicio por concusión agravada, tráfico de influencias y cohecho. Debería añadírsele asociación ilícita. Las pruebas son abrumadoras.

HECHO PRIMERO

Mientras investigaba un entramado destinado a la generación y compra de facturas truchas y prestanombres, Viaut mandó a apretar a los directivos de una cooperativa lechera. Su emisario fue Darío Rivarola, el portero de la Fiscalía, un tipo de su extrema confianza. Se reunió en dos ocasiones con los directivos de la Cooperativa Tambera Las Cañitas, de El Tío, en el este cordobés. Su misión: mostrarles que la Fiscalía habría descubierto una serie de irregularidades y ofrecerles "gentilmente" la colaboración cajonear esas pruebas. Pidió 2,5 millones de pesos.

El apriete fue entre el 26 y el 30 de junio de 2020, pleno pico de la pandemia, cuando las calles estaban desiertas y las terapias intensivas se saturaban de enfermos.

HECHO SEGUNDO

Otra vez salen a escena los emisarios de Viaut. Los manda a hablar con Víctor Brugnoni, un acaudalado empresario agropecuario de Laborde. ¿El motivo? El hijo, José Agustín Brugnoni, llevaba nueve meses preso por violación. Si bien el caso estaba en la justicia provincial de Bell Ville, Viaut puso a disposición los hilos judiciales que podía tensar para aliviar la situación de Brugnoni hijo. A Paco Rivarola esta vez lo acompañaron otros dos: Coco Panero y Walter Fattore. Los tres cumplieron su cometido. "Usted cuando hable, ofrézcale lo que sea. Lo que haga falta, no sé", les respondió Brugnoni padre. La tarea no era sencilla, pero sí tentadora: lograr la libertad del violador. A cambio de 250 mil dólares.

Para arrancar pidieron un anticipo de 17.100 dólares, que fueron pagados cash-cash por Brugnoni el 23 de septiembre de 2020.

-Ahí separamos todos ¿Llegaron bien todos los billet......

-Sí, sí. Llegó todo. Todo excelente.

El primero que habla es Coco Panero. El que le contesta y no lo deja terminar la pregunta es Viaut, el jefe de la banda.

El fiscal coordinaba e imponía las condiciones. Sus compinches se disculpaban con él cuando se salían del libreto. Panero no dejó dudas cuando contó la negociación con Brignoni: "Yo le pedí un poco más, cosa mía. Pasé por arriba tuyo, disculpas", le dijo a Viaut por teléfono.

FISCAL CAPOMAFIA

El fiscal que se sentará del lado de los acusados parecía un capomafia comprensivo. Sobre todo cuando sus atorrantes le traían buenas noticias. "Cómo te cambian el humor, la puta madre...", le dijo a uno de ellos cuando compartió la novedad del cobro de coimas. "¡El número es una cosa de locos!", celebró. Era "un tubito de oxígeno".

Viaut daba indicaciones utilizando un lenguaje cifrado: "Pedile dos kilos, o dos kilos y medio", refería a millones. Habló de "salamines" y se babeó al teléfono cuando refirió la "carneada grande": la ansiada libertad del violador a cambio de un cuarto de millón de dólares.

Sus muchachos lo veneraban. Robar para un fiscal federal era motivo de orgullo. "Es capo capo”, le contó Coco Panero a un tal Fabián. Hablando del fiscal, lo describió como "el que le pasa todo a los jueces. Y si hay que esconder algo, él lo saca antes de pasárselo al juez".

La forma en que se expresaban los miembros de la banda recuerdan a la troupe del abogado trucho Marcelo Dalessio y el fiscal Carlos Stornelli. Nunca hablaban de coimas. Hablaban de que había que "ayudar" a la gente que tenía alguna complicación procesal. Apretaban por un lado (como Stornelli), y ofrecían buenos oficios por el otro (como D’Alessio).

Por eso Viaut le pidió un adelanto a Brugnoni "como para colaborar con estos tipos que nos están haciendo la gauchada". Necesitaba algunos billetes para frenar el expediente. "A los papeles esos ya les dieron entrada. Pero los fondean, los dejan guardados, no figuran en ningún lado ¿entendés?", decía Viaut. Y esas "gauchadas" se lograban pagando. O como decía el propio fiscal: "Le cobramos al viejo para ver si le podemos resolver un estofado".

ALGO FALLÓ

La "pyme de gestores judiciales" funcionaba bien: ingresaba dinero, las contrapartes pagaban, y el silencio estaba garantizado. Pero una de las conversaciones con directivos de la cooperativa tambera de El Tío fue grabada. Y esa grabación acompañó una denuncia penal ante la Fiscalía federal de Villa María. La fiscal María Marta Schianni ordenó intervenciones telefónicas y la banda comenzó a ser escuchada. Muy escuchada.

Fueron registradas las negociaciones con los tamberos, pero también con Brugnoni, que ofrecía "lo que sea" para liberar a su hijo el violador. Se pidió a las compañías telefónicas el registro de las antenas de la zona para verificar las fechas, horas, ubicaciones y titulares que participaron de cada reunión de apriete y negociación. Todo encajaba.

Viaut no pensó que la investigación llegaría tan lejos. Hablando con un amigo le comentó: "Tenía el teléfono pinchado, así que salí pidiendo. Le digo que ponga dos palos. No era para desaprovechar, ¿no es cierto?", dijo a las risotadas.Pero la cosa se complicó allanaron su Fiscalía y el domicilio de los acusados: aparecieron los fajos con dólares del empresario agrario. Game over.

DAR LA CARA

Viaut pidió licencia psiquiátrica en el Ministerio Público Fiscal, donde llamativamente el sumario administrativo no avanzó. Así espera llegar al juicio, que comenzará el lunes 18 de abril en Córdoba y estará a cargo del Tribunal Oral Federal 2, integrado por Noel Costa (presidente), José Fabián Asís y Julián Falcucci.

La acusación más grave es por exacciones ilegales agravadas, que prevé una pena de cuatro años de prisión (y por tanto no es excarcelable). Se complicaría aún más si los jueces concluyen que Viaut lideraba una banda dedicada a cometer delitos. Si lo condenan por asociación ilícita, las penas se agravan.  Con pruebas abrumadoras, es probable que las andanzas del "mandamás", "el capo capo", el "cabeza blanca", hayan llegado definitivamente a su fin. Que vaya a prisión será otro cantar.

Adolfo Ruiz
- Periodista -