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La agonía libertaria
Por | Fotografía: Diego Cabrera
Foto: Javier Milei abraza simbólicamente a su público. Su paso por Córdoba no fue todo lo feliz que esperaba.
Mientras desbarranca en las encuestas y despliega su histrionismo en los medios, el diputado y emergente libertario Javier Milei vino a Córdoba a mediados de junio a darse un baño de masas que resultó frustrado. Revista el Sur estuvo ahí para reseñar la tarde libertaria, un fenómeno político efímero pero a los gritos.
Publicada el en Crónicas

En medio de la pérdida de imagen que Javier Milei viene comprobando el último mes, el candidato libertario intentó darse un fallido baño de masas en el boliche Studio Theatre el pasado 25 de junio. Después de hacer sapo en otra convocatoria en la Provincia de Buenos Aires, llegó a Córdoba para recomponer la imagen y de paso ordenar la interna provincial de su espacio: será la familia Mondino, del Banco Roela, la encargada de ordenar la sucursal cordobesa desde el Partido Demócrata.

En la puerta del boliche se produce un breve tumulto por la presencia de algunos disidentes libertarios como el youtuber “El Presto”, conocido por amenazar de muerte a Cristina Fernández por twitter y recibir una condena por ello. Adentro, la música bolichera ayuda a pasar el rato. Un joven envuelto en una capa muestra una bandera amarilla con la imagen de una víbora enroscada sobre sí misma. “El ofidio es un símbolo del liberalismo mundial. Quiere decir “no me pises porque te puedo morder””, explica un muchacho fornido con aire de haber terminado el secundario la semana pasada. “Es un mensaje al Estado, pero en términos genéricos, eh? Quiere decir que si me atacás podés tener una respuesta, como una agresión impositiva, una agresión a los derechos individuales”, aclara con amabilidad. “Pero no quiere decir que vamos a envenenar al que piense distinto”, agrega con gesto bonachón.

El hall de Studio, a la hora del llamado a la comunión con Milei, tiene reminiscencias a matiné de Longchamps: hay jóvenes que van y vienen; muchos, para romper prejuicios propios y ajenos, con barbijos. Hay una abrumadora mayoría de varones -no como en Longchamps- que permanece inalterable durante toda la tarde. También circulan patovicas y elementos de seguridad de todo pelaje con cortes de pelo que denotan su pertenencia a la fuerza policial. En el primer piso del boliche -con acceso exclusivo para invitados VIP- se reparte pizza de rúcula o cebolla, gaseosa y café con leche.

Alrededor de las 15 comienzan los primeros discursos. La dueña del Banco Roela, Diana Mondino,  reclama orden y propone desactivar el Estado nacional para que sean las provincias quienes manejen la economía. “La centralización no funciona ni en los imperios modernos”, arriesga la economista, columnista habitual de los medios porteños Radio Rivadavia y el diario El Cronista Comercial.

La previa sigue calentándose con suerte dispar: pasan por la tarima con micrófono el sobrino del ex presidente Carlos Menem y diputado provincial en La Rioja, Martín Menem; y el hijo de la banquera, Francisco Penda, presentado como un “emprendedor” cuya misión política inmediata será la reorganización del viejo Partido Demócrata cordobés.

El Partido Demócrata será el sello partidario que utilizará Milei en Córdoba, ya que el partido Avanza Libertad está sumido en una profunda crisis interna derivada de la pelea entre el diputado nacional y el bróker de la Bolsa de Buenos Aires Carlos Maslatón, que salió del círculo íntimo del líder libertario cuando comenzó a ser excluido de la mesa chica de la toma de decisiones, donde ahora mandan la gran hermana Karina Milei y el ex asesor de prensa de Domingo Cavallo Carlos Kikuchi, recomendado por el padre de la Convertibilidad para armarle la estructura partidaria nacional a los libertarios.

El joven Pendas coordina el acto en el local bailable que está en Rosario de Santa Fe 272, justo en frente al edificio Roela, donde su madre tiene las oficinas de la entidad bancaría y recibe a las y los periodistas (ver aparte). El joven Pendas lee desde el atril un discurso con referencias a “los fenicios” y rememora “la Argentina de hace 100 años”, donde “no existían las ideas socialistas que después llegarían con Yrigoyen y Perón”. Omite mencionar el emprendedor que aquella Argentina fue protagonista de “La semana trágica” de Buenos Aires en 1919, cuando se reprimió una huelga anarquista en los Talleres Vasena; o a la Argentina de las huelgas anarquistas de los años veinte en la Patagonia, luchas que terminaron en la matanza brutal del Ejército, reseñada con maestría por el periodista e historiador Osvaldo Bayer en su obra mayúscula “La Patagonia Rebelde”; o la masacre llevada adelante por Gendarmería y la Policía santafesina en el norte de Santa Fe y Chaco, en los dominios de La Forestal, donde se reprimieron sendas huelgas anarquistas, dejando un reguero de muertos.

León verde

Milei arranca su acto saltando al ritmo de “Panic Show”, el tema de La Renga que el candidato usa para avisar que busca leones entre su público. Inmediatamente los jóvenes dan rienda suelta a la euforia contenida por la soporífera espera, que un cronista avezado en coberturas políticas define  como “helada”. Pero apenas aparece en escena, Milei adopta la actitud de un rockstar, desparrama energía y convoca a saltar para calentar el gélido ambiente del sábado gris que le tocó en su visita a Córdoba. Sus gritos de aliento intentan cubrir con una manta de disimulo el fracaso de un acto donde los organizadores prometieron “mil adentro y otros cuatro mil afuera” pero a duras penas congrega quinientas almas adentro, que dejan a su espalda un paisaje urbano desolado y gélido mientras procuran calentarse las manos.

Las barras abiertas venden cerveza y copetines. A eso de las cuatro de la tarde Milei comienza la presentación en sociedad de su plataforma de gobierno, que divide arbitrariamente “el Estado como vía violenta del contrato social y el mercado como vía pacífica”.

En otro tramo de su discurso golpea a la clase política, condena la toma de deuda porque “la deuda de hoy son los impuestos del futuro” y arremete contra el Banco Central, al que califica de “porquería y basura infame”. Repite su promesa de cerrarlo: “La gente podrá utilizar la moneda que más quiera. Yo no voy a dolarizar, pero si la gente elige el dólar, será el dólar nuestra moneda”, aclara.

Plan Motosierra

Milei dedica largos tramos de su discurso a despotricar contra sus colegas del Congreso y la dirigencia política en general  -que define como “dirigentes chupaencuestas y vendedores de humo profesionales”- y no ahorra críticas al jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Propone terminar con el gasto público con una iniciativa que bautiza “Plan Motosierra” y se regocija imaginando la clausura y cierre del Ministerio de la Mujer (“Las mujeres aplauden”, comenta satisfecho con su contertulio al costado del escenario) y del propio Banco Central.

El libertario dice que terminará con las transferencias a las provincias, las automáticas y las discrecionales. “Hay que eliminar la Ley de Coparticipación, que se mantengan con lo que recauden en sus distritos. También terminaremos con las transferencias discrecionales. Y si los gobernadores no nos apoyan…  ¡serán arrasados!”, grita para júbilo de la concurrencia.

Al Capone

“Tenemos que demostrar la superioridad de las ideas de la libertad. Estamos en una batalla cultural donde está en juego un plano moral”, alienta Milei. Y desconcierta a su público con su particular interpretación de la figura del célebre mafioso de Chicago Al Capone, a quien considera un “trader” que tuvo que combatir al Estado cuando se prohibió la venta de alcohol en los Estados Unidos de principios de siglo XX (Según Google, un “trader” es una figura del mundo de las finanzas que cotiza los precios de operaciones para las ventas “y gestiona los riesgos derivados de las mismas”).

“Al Capone –explica Milei- conectó la oferta de alcohol con la demanda existente, cuando a algún genio se le ocurrió prohibir su venta legal afectando a la cadenas de bares de todo Estados Unidos. Como (los mafiosos) ganaban tanta plata resolvían las diferencias en ese mercado a los tiros”.

El libertario también reclama la eliminación de las indemnizaciones y propone un “seguro de despido” que paguen tanto el trabajador como el empresario que lo despide: “Ese ahorro se entrega con el despido y terminamos con la industria del juicio”, especula. Y pide “la desregulación total del mercado laboral”.

“Vayan a evangelizar con nuestro mensaje a todos para terminar con la decadencia argentina”, pide a sus seguidores mientras hace el gesto de abrazarlos. Y promete: “Con nuestro programa, en 35 años somos potencia”. Luego empieza a saltar otra vez en el escenario, esta vez al ritmo de “Se viene el estallido”, de la Bersuit Vergarabat. Se abraza con la gente que sube al escenario, hasta que guardias y patovicas lo abrazan para llevarlo en andas a la calle, donde lo espera un auto con el motor encendido para sacarlo del lugar.

Guillermo Posada
- Periodista -