¿Quién no fue San Martín? Definitivamente no fue un conquistador sediento de sangre, como sí fueron los ídolos europeos. Invasores de pueblos al estilo Carlomagno, Julio César, Alejandro Magno o Napoleón.
Las relaciones históricas donde despliega sus grandes proezas son diferentes a las condiciones de los emperadores occidentales, ya había una relación colonial centro-periferia conformada. De todas formas, esto no explica ni por si acaso las virtudes de nuestro Héroe Nacional.
Con sólo 6 años comienza a recibir formación militar en el imperio español, a los 11 integra el Regimiento de Murcia, a los 13 ya desarrollaba tareas en el norte de África y a los 15 tiene el mando de tropas. Una trayectoria similar atraviesa Martín Güemes. ¿Acaso resulta indiferente en esta época su condición de niños? El imperio procuró llenar sus primeras líneas de choque con niños inmigrantes de las colonias bajo su poder, con lo manipulable que es una mente infantil.
¿Quién sí fue San Martín? Indiscutiblemente un Libertador de pueblos oprimidos. Él retorna a sus tierras nativas en 1812 en calidad de héroe militar. Recordemos que Francia invade brevemente a España, por lo que Inglaterra operó tácticamente a favor de los españoles en Europa para resistir a los galos, pero clandestinamente promovió las independencias de las colonias en el Virreinato del Río de la Plata. El punto sirve para pensar que San Martín podía haberse sumado a la estrategia de la corona española, ya que él surge como militar en su seno y siempre es más sencillo pelear para el bando dominante. Además ya venía de pelear para ellos. Por el contrario, se pone al frente de las filas independentistas, acoplándose al espíritu de la Revolución de Mayo y se dispone a cumplir tareas de estrategia militar, donde consigue articular con grandes aliados como Belgrano y Güemes. Y también desarrolla tareas políticas, lo cual es un gran dolor de cabeza para un hombre de acción acostumbrado a moverse en dinámicas distintas a las institucionales.
¿Quiénes nos han dicho qué fue? El relato mitrista y sus herederos, al no poder tapar el sol con la mano, se han encargado una y otra vez de resignificar las andanzas de nuestro General. Separaron al estratega militar del dirigente político porque es más productivo recordar victorias de aquella época de guerras que no van a volver al presente "civilizado", a anquilosar la orientación política de quien fue gobernador de Cuyo, operador en el Congreso de Tucumán y profundamente antiporteño.
Como el mote de "padre fundador" es insulso y encaja mejor con la estética elitista (minimalista) de la oligarquía criolla, nuestra clase dominante lo congeló en el capítulo "San Martín vs España". No les importa la solidaridad que tuvo con nuestros hermanos chilenos ni peruanos, desconocen qué hizo en esas tierras y qué piensan de él actualmente allá. Tampoco les interesa hablar del esfuerzo mancomunado que hizo San Martín para tejer alianzas democráticas con las comunidades indígenas de Mendoza y Neuquén, o con los esclavos liberados que decidieron pelear junto al General Libertador porque la resonancia de los ecos de la Revolución Haitiana todavía agitaba sus corazones.
El padre fundador de esta Nación no podía ser un hijo bastardo de origen guaraní, un correntino rebelde que desafió a la instrucción militar y confrontó las alternativas propuestas por los gentlemen del puerto, como Rivadavia. "El heroísmo en la paz es más escaso, porque es menos glorioso que el de la guerra", recita un poema de José Martí dedicado a San Martín y Bolívar. En la guerra uno vence o fracasa. En los términos de la política rige otra lógica y es más difuso ver resultados inmediatos, los aciertos o desaciertos honestos se ven a futuro.
Siendo gobernador de Cuyo, financió la campaña del Cruce de los Andes con un impuesto a las grandes fortunas, expropió joyas de la aristocracia mendocina, realizó una reforma agraria y creó industrias que protegió bajo leyes de defensa de la producción nacional ¿Qué tal? ¿No hay gloria en sus decisiones políticas? Sin expropiación de bienes no juntábamos los fondos para cruzar la cordillera y derrotar el búnker colonial más poderoso: Lima. El vendepatria de Rivadavia nunca le cedió dinero, sólo acudió a pedirle que detuviera a los caudillos provincianos que se rebelaron contra el dominio porteño, pero fiel a su rectitud, el General optó por no derramar sangre hermana y dio un paso al costado cuando la pelea se tornó puertas adentro.
Sus aciertos políticos y su compromiso con los oprimidos es lo que no menciona la clase dominante, teme su ejemplo, teme el relato que puede desprenderse y la fuerza de sus ideas.
¿Quién será San Martín? El mejor ejemplo de esta tierra. Un hombre que pudo haber sido rey y fielmente lo hubiesen seguido. Una voluntad asmática que recorrió más de 7 mil kilómetros en mulas, barcos y caballos para liberar el sur del continente. Una mente capaz de soñar una estrategia de liberación, astuta para las alianzas. Un corazón sencillo que nunca aflojó y supo hacerse entender entre gauchos, mulatos e indígenas. Pobre de aquellos que tuvieran que soportar el hervidero de sesos y el dolor de tripas que atravesó nuestro General.
Sus cenizas guardan el calor de aquel fuego que encendió su espíritu revolucionario. Que ese calor nos proteja y nos guíe en la tarea de construir nuestra segunda independencia. Que tu ejemplo siga abrigando el alma del pueblo argentino. "Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación." José Martí.