Simón Aguirre se toma el tiempo necesario para lucir bien. Su estilo personal se proyecta en su departamento de Córdoba capital: muebles básicos en color negro, un televisor gigante con luces LED y muchos juguetes de su perra salchicha “Sofí”. Hay pipas Nike en cada rincón de la casa. Y en el armario guarda celosamente una colección de cajas de zapatillas Nike. A Valentín, su mejor amigo, le regaló para el Día del Amigo un par de zapatillas de esa marca.

Simón se dedica a tiempo completo a la música, su trabajo y pasión, pero a través de la ropa expresa su personalidad y su esencia. No es de pasar mucho tiempo frente al espejo, pero le importa verse bien. Le gusta salir a comprar y armar looks para los conciertos. Si no hace tiempo para probarse ropa, igual la compra.

Describe sus gustos musicales como “una ensalada” porque escucha todos los géneros: salsa, trap, rap, reguetón, cuarteto, pop, rock, cumbia, boleros. “Todos los géneros habidos y por haber me gustan”, insiste. “Mi espacio de relax es mi departamento, mi casa, salir a pasear con mi perra, estar con amigos, jugar al futbol”, dice sobre su rutina. “También salir a la noche un jueves o un viernes, cuando no tengo show. Me gusta disfrutar de eso y ver a mi familia, porque con la música se sacrifica mucho el tiempo con amigos y la familia”, agrega.

Sentado en el sillón de su casa, entre mate y mate, Simón habla de su tío, a quien reconoce como su mayor influencia musical: el cantante Walter Romero, recordada voz de la “Banda XXI”. Cuando era niño tocaban instrumentos y cantaban juntos. “Las raíces siempre están por encima de todo. Si tu vida cambia es lógico que cambies un poco, pero lo que no tiene que cambiar es tu esencia, entonces raíces y esencia es primordial”, reflexiona Simón. Que también destaca el apoyo permanente de sus seres queridos: “Soy quien ejerce esta profesión, pero mi familia también está súper orgullosa, sienten mi éxito como suyo”.

A Simón se le pone la piel de gallina cuando habla de lo que siente arriba del escenario. Dice que es un sentimiento inexplicable y que intenta estar tranquilo y lo más natural posible. Una cábala que lo acompaña antes de cada show es mirar al cielo y dar las gracias: “Me digo unas palabras a mí mismo, a veces en voz alta, a veces en voz baja. Pero me mentalizo y digo: “bueno, soy un privilegiado y la gente merece pasarla bien, merece lo mejor de mí”. Salgo al escenario y lo doy todo”.

Su carrera como artista comenzó en 2019 como integrante de la banda de El Loco Amato, donde trabajó en coros y en la apertura de conciertos. En 2020 debutó como cantante principal en su banda NEPUS (No Es Para Usted Señora). A los 18 años firmó contrato con el productor musical Gustavo Farías y sacó su primer sencillo: “Si a veces hablo de ti”. Hoy su música supera el millón de reproducciones en plataformas digitales. La nueva estrella del cuarteto cuenta cómo es ser un artista reconocido a una edad tan temprana.

- ¿Cómo te diste cuenta de que querías dedicarte a la música?

- Sinceramente no me acuerdo el momento en que dije “quiero dedicarme a esto” -hace una pausa mientras ceba otro mate-, porque desde tan chico estoy en el mundo de la música que siempre estuve enfocado en dedicarme a esto. Hoy se dio, gracias a Dios, con mucho sacrificio y muchas cosas que tuve que dejar de lado. Pero bueno, estoy super feliz.

- El mundo de la industria musical tiene sus ventajas y desventajas. ¿Cómo manejas los prejuicios o rechazos en lo artístico?

- Los prejuicios y rechazos en lo artístico no me afectan mucho, siempre fui muy seguro de mí mismo. Sobre todo, en la música: siempre supe lo que quería y cómo lo quería. Si uno se pone a pensar en eso probablemente no llegue a ningún lado. Primero lo tiene que hacer uno por uno mismo y simplemente por eso y después por tu familia y por la gente que te quiere y apoya. Y a los que no les gusta, está todo bien, pero no hay que dejarse llevar por esa energía negativa. Los prejuicios nunca me dejaron caer.