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#Qatar2022
La zurda de Messi en un Mundial sin derechos
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“La Pulga” jugará su quinta Copa de la FIFA en una sede sin tradición futbolística, salpicada por las sospechas de corrupción y con restricciones inaceptables que pocas voces se animan a denunciar. El seleccionado argentino se perfila como uno de los protagonistas del certamen, que por primera vez en su historia se llevará a cabo al final del año calendario.
Publicada el en Crónicas

La espera esta vez fue más larga que lo habitual. Cuando se dé el puntapié inicial de Qatar 2022 -el próximo 20 de noviembre, con los relojes marcando las 13 en punto en Argentina-, habrán pasado cuatro años, cuatro meses y cinco días del pitazo final de Rusia 2018, el soplido del misionero Néstor Pitana, que representó un deja vu para el seleccionado francés.

Se trata del impasse más largo en la historia de los Mundiales, después del impuesto por la Segunda Guerra Mundial, entre 1938 y 1950, y tiene sus razones. El 2 de diciembre de 2010, cuando se otorgó la sede a los qataríes -tras una oscilante votación que dejó fuera de juego sucesivamente a Australia, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos-, nadie pareció percatarse de que en el país anfitrión de la 22° edición copera la temperatura promedio oscila los 50 grados en el verano boreal, la histórica estación del torneo.  

Pequeño detalle, aunque entendible. Aquellos días en Suiza, los popes de la pelota habían estado muy ocupados en cuestiones que figuran muy bien enunciadas en el expediente del FIFA Gate, el megaescándalo de corrupción que embarró la cancha y que, entre varias cuestiones, señaló la compra de voluntades para apoyar candidaturas en ese 2x1 que fueron los comicios que definieron las locaciones mundialistas para 2018 y 2022.

La investigación, que se llevó a cabo en los Tribunales de Brooklyn, señaló a varios dirigentes del fútbol sudamericano entre los que gambetearon la ley. En la documentación del caso, muchos son mencionados con nombre propio y pocos con apelativos. Uno de ellos es “Co-Conspirador 1”, que no sería otro que Julio Humberto Grondona, por entonces presidente de la FIFA y segundo del suizo Joseph Blatter en la matriz del fútbol mundial.

El 19 de marzo de 2015, cinco años y tres meses después de la elección de Qatar como sede, Blatter, quien transitaba sus últimos meses como dueño de la pelota antes de ser apartado de su cargo, anunció el cambio de fecha del certamen, que consagrará a su campeón el próximo 18 de diciembre en el moderno Estadio de Lusai. El mismo escenario donde 26 días antes, el 22 de noviembre, el seleccionado argentino debutará ante Arabia Saudita.

Luces y sombras

Qatar no escatimó petrodólares, ni antes ni después de ser tocada con la varita mágica de la multinacional de la pelota. Con la idea fija de exhibirse y promocionarse a través del fútbol, a pesar de su escasa tradición en la materia y de su nula experiencia en la más taquillera competencia de la FIFA, se fue metiendo en la cancha a través del apoyo publicitario a clubes de renombre internacional, como Real Madrid y Barcelona.

Un par de meses antes de ser elegido para organizar el Mundial 2022, nombró el entrenador francés Zinedine Zidane como “embajador” de su candidatura. “La mayoría de los expertos consideran que Qatar, un pequeño país de Medio Oriente de 1,6 millones de habitantes, tiene pocas posibilidades de ganar la sede”, señalaba por entonces el diario español Marca.

Con el triunfo asegurado en las urnas, la apuesta de los emires y los jeques se acentuó con la creación de un club-estado: el PSG francés. La contratación de Lionel Messi, con un costo de 30 millones de euros por temporada, fue el último golpe de efecto de la franquicia parisina.   

Según la FIFA, la inversión de Qatar para poner en escena la XXII Copa del Mundo asciende a 1.696 millones de dólares. De esa cifra, el porcentaje más alto corresponde a la construcción de seis nuevos estadios, cuya fastuosidad se exhibe con orgullo al tiempo que se esconden bajo la alfombra otros “costos de organización”. El año pasado, el periódico inglés The Guardian informó que 6.500 trabajadores inmigrantes habían muerto desde el comienzo de las obras, que también incluyen hoteles, carreteras, estaciones de subte y un aeropuerto. La cifra equivale a una docena de fallecimientos por semana. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) precisó datos de 2021: 50 muertos, 506 heridos de gravedad y 37.600 accidentados. Como respuesta, la FIFA señaló que "la frecuencia de accidentes en las obras del Mundial fue baja en comparación con otros grandes proyectos de construcción en todo el mundo".

“No podemos tolerar empleadores que no garantizan la libertad y la seguridad de sus trabajadores. FIFA tiene que actuar y dar ejemplo”, expresó Lise Klaveness, la presidenta de la Federación Noruega de Fútbol, en el Congreso que presidió el sorteo del Mundial 2022, el pasado 31 de marzo, en un lujoso hotel de Doha. No fue el único reclamo que la abogada y exfutbolista hizo ante sus pares de todo el mundo y los miembros del Comité Organizador de la Copa del Mundo de Qatar, marcando la cancha sobre el tema derechos humanos. Algo de lo que allí mucho no se habla.

Pelota manchada

“En 2010 la FIFA otorgó esta Copa del Mundo de una manera inaceptable y con consecuencias inaceptables. Los derechos humanos, la igualdad y la democracia fueron sustituidos, y somos nosotros quienes tenemos que tomar medidas para llevar adelante un cambio de valores”, dijo Klaveness, dos veces mundialista como integrante del seleccionado femenino noruego, ante la sorpresa y la incomodidad generalizada de su distinguido auditorio.

“La transparencia real es muy importante y todo el mundo debe reconocerla. No hay lugar para los dirigentes que no acogen el fútbol femenino. No hay lugar para anfitriones que no pueden garantizar legalmente la seguridad ni el respeto de las personas LGTBQ+ que vienen a este teatro de los sueños”, añadió la dirigente. La alusión no fue caprichosa. “Las mujeres y los colectivos disidentes continuaron sufriendo discriminación en la ley y en la práctica”, señala el informe 2021/2022 de Amnistía Internacional sobre Qatar. 

“Las muertes de trabajadores migrantes no se investigan y sus familias no reciben reparaciones. Continúan algunas políticas de tutela masculina y leyes discriminatorias contra las mujeres. Las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero continúan enfrentando discriminación”, denuncia Human Rights Watch, organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos.

“Esto no es el paraíso, pero ningún país lo es. No todo es perfecto, pero hubo progresos”, fue la balbuceante respuesta de Gianni Infantino, el actual capo de la FIFA, entidad que tampoco tuvo reparos en montar su show principal en la Italia de Mussolini o en la Argentina de la última dictadura cívico militar.

“Hay que respetar la cultura del lugar”, dice el cordobés Guillermo Nicolás, oriundo de San Francisco, hincha de Sportivo Belgrano y flamante embajador argentino en Qatar. Ya compenetrado con la táctica y estrategia del país anfitrión de la XXII Copa del Mundo, el diplomático recita en sus entrevistas una suerte de manual de consejos útiles para argentinos viajeros. Recomienda vestir “prendas conservadoras”, advierte que “el consumo de alcohol no es parte de la costumbre qatarí”, que “no hay ningún tipo de atenuantes con el tema drogas” y apunta que “la homosexualidad es delito”.

El funcionario estima entre “treinta y cuarenta mil” la cifra de compatriotas que viajarán a Medio Oriente para presenciar algunos de los 64 partidos.

El quíntuple

Cuatro días antes de designar a Qatar como sede del Mundial 2022, la FIFA ternó a Lionel Messi para el Balón de Oro que el argentino recibiría al mes siguiente -el segundo de su carrera- en otra elección controvertida.

La nominación incluyó otros dos jugadores del Barcelona FC, Andrés Iniesta y Xavi Hernández. El club catalán celebró como propio el premio y aprovechó ese fervor azulgrana para romper una tradición de 111 años y firmar su primer acuerdo de sponsorización de la camiseta con Qatar Foundation, que pagó 150 millones de euros por cinco temporadas.

Aquel año Messi fue campeón, goleador y mejor jugador de la Liga Española, alcanzó las semifinales de la Champions League y jugó su segundo Mundial con Argentina en Sudáfrica 2010, donde España (con Iniesta y Xavi en sus filas) logró una inédita consagración. Aquella experiencia terminaría con derrota en Ciudad del Cabo ante Alemania, el mismo rival de los traspiés de 2006 en Berlín y de 2014 en Río de Janeiro. El póker mundialista de “la Pulga” incluye a Rusia 2018, donde el representativo de la AFA fue eliminado por Francia en octavos de final. El famoso partido en que Jorge Sampaoli lo hizo jugar de “falso nueve”.

Las últimas imágenes de Messi con la camiseta argentina se parecen muy poco a aquella postal de frustración que lo muestra arrodillado y con la cabeza contra el césped del Estadio Kazán Arena. A los 35 años, “la Pulga” llega a su quinto Mundial con un presente inmejorable: 100 triunfos y 90 goles en 164 partidos con la celeste y blanca, afirmado como líder de un grupo de jugadores que lo contiene dentro y fuera de la cancha, embalado con la obtención de la Copa América 2021 y en el mejor momento de su romance con los hinchas. También con un entrenador -Lionel Scaloni, el noveno en sus 17 años en el seleccionado mayor- que no se empecina en adularlo hasta el límite del cholulismo, como lo hicieron varios de sus antecesores, y que tampoco le deja todo librado a su humor y a sus pies. ¿La quinta será la vencida?

Hugo Caric
- Periodista -