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La última aventura electoral de El Candidato
Final de ciclo
Por | Fotografía: Magalú.
Foto: De la Sota y Nazario recorren el país como dos millonarios excéntricos en búsqueda de una objetivo inalcanzable.
De la Sota sigue empecinado en una candidatura imposible, mientras sus funcionarios renuncian ante el acoso de la exigencia de fondos para la campaña y el poder se traslada hacia su sucesor.
Publicada el en Crónicas

Pasaron las elecciones provinciales, pero el calendario es todavía generoso en la convocatoria a las urnas. En Córdoba, pese a las sombras que dejó su última gestión –endeudamiento, obras fastuosas e innecesarias, promesas incumplidas, etc.-, Juan Schiaretti ganó su primera elección importante sin sospechas de fraude. Su actual socio, José Manuel De la Sota, lo había denunciado en los ´90, cuando era el delfín de Domingo Cavallo y le ganó las internas del peronismo mediterráneo; y hace ocho años, Luis Juez le arruinó los festejos con sus denuncias de fraude cuando perdió su oportunidad histórica de romper el bipartidismo como referente de la transversalidad kirchnerista.

La Triple Alianza, con el re-reelecto perdedor congénito Oscar Aguad a la cabeza, cosechó un mejor resultado del esperado (las encuestas vaticinaban una catástrofe electoral), pero demostró que en política las sumas no son geométricas: el radicalismo, el PRO y el juecismo alcanzaron un (in)decoroso segundo lugar, pero su (con)fusión permitió al kirchnerismo irrumpir como tercera fuerza política en la provincia, con una importante presencia de legisladores propios en la Unicameral, donde la izquierda –también con motivos para celebrar- triplicó su representación parlamentaria al sumar otras dos bancas.

Solitario en un escenario que le es esquivo, con una gestión que no resiste el contraste de un periodista medianamente informado (narcoescándalo, corrupción, dependencia judicial, impunidad policial, endeudamiento crónico, tasa vial, etc.), De la Sota sigue empeñado en soñar despierto. Rodeado de adulones y alcahuetes incapaces de hacerle ver la realidad, quiere creer que las encuestas, que le pifiaron feo en Buenos Aires porque no supieron medir el voto vergonzante del kirchnerismo y la izquierda –que castigaron sin piedad al candidato de Macri-, no lo favorecen porque todavía no logró imponer su propuesta, pero que tiene todo para crecer. En su alocada, persistente y solitaria carrera presidencial recorre el país de la mano de su compañera contadora –que maneja por mano propia o a través de interpósitas personas la Fundación del Banco de Córdoba, EPEC, Lotería y la Agencia Córdoba Joven, entre otros entes oficiales-, su voracidad recaudadora ya se cargó dos ministros, que huyeron despavoridos ante la insaciable demanda de la aspiradora de recursos para alimentar la campaña de “El hombre libro”.

De la Sota juega su última carta y no le importa el daño institucional que cauce su aventura electoral. Sabe que -regla elemental del peronismo-, el poder se ha desplazado hacia su sucesor en El Panal. Si no logra una elección al menos decorosa en las PASO, su liderazgo provincial terminará de diluirse como arena entre las manos de sus adversarios internos. ¿Qué pasará si cae ante Massa en las PASO y la elección general, como todo hace prever, se polariza entre Daniel Scioli y Maurizio Macri? ¿Morirá Schiaretti con las botas puestas, aferrado a una aventura electoral inviable, o se alineará con el gobernador bonaerense para asegurarse una buena relación con la Nación en un eventual gobierno del Frente para la Victoria?

La designación de Juan Manuel Llamosas al frente del Centro Cívico de Río Cuarto, en reemplazo del cuatro de copas que regenteará el Ministerio de Gobierno sin Seguridad en la Provincia (http://revistaelsur.com.ar/nota/72/Cuatro-de-copas), es otra apuesta a destiempo para apuntalar la insólita postulación del niño mimado de la consorte más de un año antes del recambio institucional en el Palacio de Mójica.

Córdoba va

Es probable que De la Sota haga una buena elección en las PASO en Córdoba, pero será difícil que le alcance para revertir lo que se presume una abultada derrota en la provincia de Buenos Aires, bastión político (¿?) de Sergio Massa. Pero aún sin lograra el milagro, ¿qué votarán los cordobeses en la elección presidencial de octubre? Por lo pronto, en la capital provincial habrá otro test electoral previo, donde se definirá nada menos que al sucesor de Ramón Mestre al frente del Palacio 6 de Julio. Y esa partida tendrá condimentos estrictamente locales, si se tiene en cuenta que Mestre –que va por su reelección- competirá, hasta ahora, con la peronista disidente Olga Riutort, el ex juecista vuelto al ruedo justicialista Esteban Dómina y –no está descartado, aunque es candidato a senador en las PASO-, el camaleónico Luis Juez, que desmembró su partido en mil pedazos cuando decidió renunciar al progresismo lavado de Hermes Binner para enrolarse en las filas del más rancio conservadurismo que expresa Macri.

La elección municipal en la capital de la provincia no tendrá –no debería tener- mayor incidencia en las presidenciales. La gente ha demostrado que en cada elección vota diferente. El susto mayúsculo que se llevó el macrismo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es la prueba más contundente de la volatilidad del sufragio. Según las encuestas, hoy Macri pelearía voto a voto la elección presidencial en Córdoba con el propio De la Sota. ¿Se mantendrá esta tendencia si el actual gobernador queda relegado en las PASO y no es candidato? No hay duda de que esos votos no se trasladarán a Massa, y entonces la elección podría polarizarse con Scioli, apuntalado por la buena elección que hizo el kirchnerismo en la provincia y por el perfil más moderado que presenta el gobernador bonaerense como candidato de ese espacio.

Lo cierto es que De la Sota parece transitar sus últimos pasos en la política provincial. Y que su destino final será, con suerte y viento a favor, un exilio diplomático, como le ocurrió en los ´90, cuando la embajada en Brasil fue su premio consuelo por haber dejado la provincia en manos del menemismo, paradójicamente representado en aquél momento por el flamante gobernador electo Juan Schiaretti.

El final de ciclo de su socio político le permitirá a Schiaretti transitar en calma su segundo mandato como gobernador –quinto de Unión por Córdoba- mientras se produce el inevitable recambio generacional en la política provincial, donde el vicegobernador Martín Llaryora juega con las mejores cartas. En ese recambio tampoco el futuro se presenta auspicioso para el delasotismo, que se mostró incapaz de generar cuadros dirigenciales que aseguraran su propia supervivencia. Bajo la sombra de la inconsistente Adriana Nazario –desde diciembre próximo sin el control de las generosas cajas provinciales- y con la paupérrima referencia del grupo de obsecuentes que le rinden pleitesía –con Franco Miranda y Marcos Farina a la cabeza- , los herederos de José Manuel engordarán sus bolsillos con las generosas dietas de la Unicameral mientras asumen su predecible ocaso político.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -