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#PueblosOriginarios
Mito y realidad del conflicto mapuche en el sur
Foto: Sofía Bordenave advierte que no hay que naturalizar el discurso de la derecha.
Sofía Bordenave es abogada de la Confederación Mapuche de Neuquén e integrante del los Observatorios de Derecho Ambiental y Derecho Indígena, explica las raíces del conflicto indígena en la Patagonia y advierte sobre la radicalización ideológica: "La derecha mata".
Publicada el en Crónicas

Sofía Bordenave es abogada recibida en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y cursa el doctorado en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Se desempeña en los campos del derecho ambiental y derecho indígena y representa a la Confederación Mapuche de Neuquén. También integra el Observatorio de Derechos Humanos y la Asociación de Abogados de Pueblos Indígenas. Desde Río Negro, Bordenave analiza al pueblo Mapuce y sus vínculos con la sociedad civil y la política argentina. “Hay una confusión bastante generalizada que asimila conceptos superpuestos de Pueblo y Nación: se habla de comunidad mapuche o de comunidad indígena y evidentemente no tiene la misma potencia hablar de pueblo que de comunidad. En términos políticos y en términos jurídicos cambia totalmente. De hecho la autodeterminación de los pueblos es uno de los conceptos más fuertes que posibilitó la descolonización de África”, explica la especialista. “Hay un punto intermedio -agrega-: así como Estado no es lo mismo que Pueblo, Pueblo no es lo mismo que Nación. Este juego de palabras parece inocente, pero encierra un trasfondo político fuerte. El Pueblo Mapuce fue uno de los últimos en ser sometido e incorporado al Estado nacional”. Bordenave cuenta que los ancianos mapuches le cuentan que sus abuelos relatan historias de “cuando eran libres”. “Ser libres era estar por fuera del Estado Argentino y del Estado chileno”, explica.

-¿Cómo se organizan territorialmente los mapuches?

-La división en provincias de la Patagonia influyó en la división interna de sus organizaciones. En Chubut no hay una organización tan central, sino más bien dispersa; en Río Negro está la Coordinadora Mapuce de Río Negro, que es una organización que hace mucho tiempo trabaja en relación al Estado, con sus ventajas y desventajas; y en Neuquén, está la Confederación Mapuce de Neuquén, que recientemente festejó sus treinta años de existencia. En realidad, la Confederación fue creada por la iglesia, posteriormente el Movimiento Popular Neuquino (MPN) la coopta y después un grupo de mapuches que provienen del peronismo y del sindicalismo la recuperan para la causa indígena. Estas son las organizaciones de segundo grado, las organizaciones políticas y demás. Después están las comunidades, núcleos territoriales conformados por familias que se constituyen como persona jurídica de derecho público, lo cual es un gran problema porque las provincias las asimilan como si fuesen clubes de barrios u ONGs y dependen de la Dirección de Inspecciones Jurídicas. Esto implica que tengan un control muy fuerte por parte de las provincias que les da la personería, con una serie de requisitos como presentar balances. Es un poder burocrático que no les habilita cuentas bancarias, por ejemplo. Es como no tener DNI: por más que el Estado te reconozca como persona, sos comunidad, pero sin DNI. Y ello implica no tener acceso a muchos beneficios, como el acceso al crédito.

-¿Las comunidades son rurales únicamente?

-No necesariamente. Normalmente las comunidades están ancladas en la ruralidad y en zonas periurbanas, pero los últimos años también se empezó a discutir mucho acerca de las comunidades urbanas, sobre todo en las metrópolis. Hay comunidades que no tienen un núcleo territorial, pero sí cultural, poblacional, a veces una lengua común también. La cuestión indígena, en términos de reconocimiento del Estado, se ancla en los Derechos Humanos y son los individuos o los Estados, esos son los términos de la relación. Posteriormente comenzaron a reconocerse comunidades, aquellas que tenían referencia a naciones, pero los indígenas se incorporan muy tardíamente a los tratados internacionales. Y lo hicieron vía OIT debido a la cantidad de trabajo esclavo que había. El 169 de la OIT es el primer reconocimiento a su territorio, a la consulta previa e informada, a la personería jurídica. Con la reforma constitucional de 1994 se incorpora un artículo a nuestra Constitución Nacional, pero como el 169 se trata de un tratado internacional es un poquito más importante que las leyes nacionales.

-¿Qué pasa con la llegada de los cinco siglos de América?

-Cuando se cumplen los quinientos años de la llegada de Cristóbal Colón, la lucha adquiere mucha fuerza y continúa hasta el día de hoy, con la vuelta al indigenismo. Se organizan las confederaciones, eligen su bandera que lleva el nombre de Wenüfoye (es la bandera que se vio en las revueltas chilenas). Hubo un proceso de autorreconocimiento, de apropiación de identidad y la complejidad de la estructura jurídica para determinar quiénes son indios y quienes no son indios es un proceso en curso. Pensemos que hubo y hay mucho estigma a hablar una lengua originaria, a portar los símbolos y rituales. La resignificación social, cultural y subjetiva es más reciente, es muy difícil decir “éstos son los pueblos indígenas, éstas son las comunidades, éstos son los territorios.” Entonces la crítica conservadora sostiene enunciados al estilo: ¿desde cuándo sos indio vos? o ¿de qué comunidad son si éstos eran vecinos míos? Y desde que te reconoces como tal, mientras haya asidero en la realidad, te tienen que reconocer jurídicamente.-¿Por qué hay episodios de violencia más seguidos hacia los mapuches?-En realidad los episodios de violencia institucional existen hace mucho. Por ejemplo, la Confederación Mapuche de Neuquén llevó adelante durante meses una disputa por el territorio colindante al lago Pulmari (1988), perteneciente a predios militares en la zona de Aluminé por entonces, y actualmente existe la Corporación Interestadual Pulmari. Se resistió a la represión policial, las detenciones ilegales, las amenazas, tuvieron que cortar alambrados. En la Patagonia se ha convivido con el conflicto porque cuando tenés un status quo que no responde a las demandas y sólo dibuja límites catastrales desde Buenos Aires, esto genera problemas. Sinceramente, creo que el conflicto se agravó porque antes los territorios que reclamaban los mapuches eran zonas que no codiciaba nadie, lejos de la ciudad, sin caminos, arriba de la cordillera. Ahora la combinación entre el turismo y el desarrollo inmobiliario se han extendido muchísimo y se codicia más un campo con caminos de tierra que con asfalto, por toda esa cosa naif del turismo que quiere 'desconectarse' de la ciudad y caminar tranquilo, sin ruidos... Por otro lado, el proceso de auto reconocimiento identitario de jóvenes que vuelven a integrar las comunidades hace crecer la demanda de tierras para vivir.

-¿Hay una violencia dirigida?

-Sí. La derecha ha tomado esto como un estandarte: la idea del mapuche como antipatria. La noción de patria, Nación, de afirmar que “somos uno”, genera otredad, te dicen: ¿cómo van a tener otra bandera?. Cuando las lenguas circulan en ámbitos culturales de recreación, como puede ser el folklore o ponerle nombre a un boliche, no hay ningún problema. Pero cuando una lengua originaria quiere enseñarse en las escuelas públicas, hay una reacción desmedida. La dinámica actual tiene que ver con el crecimiento de demandas de derechos de los pueblos originarios y la cuestión central a todas luces es la disputa por el territorio, donde hay petróleo, turismo, lagos, parques nacionales. Esto choca con intereses privados y ya no los pintan tan simpáticos como antes, cuando colgaban banderas o vendían artesanías solamente. Hay un crítico literario que se llama George Steiner, que dice "el nacionalismo es el último refugio de los canallas". Esto a la derecha le funciona perfecto. Pensemos en Galtieri: ¿Qué hizo? Una gesta nacionalista, recuperar Malvinas. Cuando sos de derecha y todo te falla, te volvés nacionalista y listo.

-¿Qué opinión tenés acerca de los asesinatos a miembros de las comunidades?

-Por ahí se dice que son todos lo mismo, que éste o aquel gobierno, yo quiero que quede bien claro que los muertos mapuches por la fuerza pública son de la época de Macri. Hace poco un privado asesinó a un chico mapuche, alentado por toda la construcción mediática, que cree que la impunidad para hablar puede parecerse a la impunidad para gatillar. Cuándo fue la segunda represión fuerte en el Lago Mascardi, el grupo Albatros disparó con balas de plomo. Fueron a desalojar con armas semiautomáticas cargadas de munición de plomo, armas que disparan ráfagas de quince balas por segundo. Yo participé como abogada de los padres de Rafael Nahuel en las pericias policiales y fue una locura lo que sucedió allí. En el caso Maldonado también, una desproporción de las fuerzas de seguridad, cuando mostraban los allanamientos mostraban tres piedras y dos hondas, esa era la amenaza para la seguridad y la integridad de la nación. Los asesinatos están muy vinculados con lo que significa un gobierno de derecha. La derecha mata, eso no hay que olvidarlo. Matan por mano propia o matan cuando promueven la idea de que asesinar es una manera de resolver problemas.

-La reacción viene siempre del mismo lado...

-Tal cual. Dicen que los mapuches son violentos, pero si evaluamos los hechos, los muertos siempre son del mismo lado, no hay correlato entre lo que se denuncia y lo que pasa en la realidad. Hay una derecha sin bozal, sin miedo a reparar en los discursos que reproduce y que se anima a decir cosas que hasta hace poco no se animaba a enunciar con orgullo. Se corrió un límite y la antinomia se volvió más cruel.

-¿Cuál es el principal obstáculo para el desarrollo pleno del pueblo mapuche?

-Las cuestión más básica es el retroceso acerca del sentido común que se está constituyendo por las demandas de los pueblos indígenas y sobre todo hacia los mapuches, que los presentan como una amenaza terrorista. Hay un bloqueo hegemónico que no permite pensar un Estado pluricultural: cuando te corres un poco de la confusión comunidad, pueblo y nación, empezás a ser un traidor a la patria. Es muy loco porque si traés ejemplos del primer mundo diciendo que Suiza es un Estado pluricultural, España, Canadá, no les parece mal; pero si nombras a Bolivia, nadie quiere ser Bolivia. Todavía hay un racismo que no nos permite conversar sin salirse de esta noción tan primitiva del ser nacional. Como segundo obstáculo, los derechos que están enunciados, que son reconocidos, ejecutables, exigibles y demás, en términos reales son de segunda línea, no se aplican y no hay jurisprudencia que equipare el derecho indígena al derecho privado. Por ejemplo, la provincia de Río Negro no tiene ninguna comunidad con título comunitario, hay comunidades reconocidas, con personería, en territorios sin conflicto con vecinos, con alambrado y no tienen título comunitario. Imagínense si hubiera una provincia donde ninguna persona tuviera una escritura de su propiedad, es inviable esa provincia. La propiedad privada evidentemente es mucho más fuerte que la propiedad comunitaria en la consideración jurídica y en la exigibilidad judicial también.

-¿Pensás que las universidades pueden aportar al desarrollo pluricultural?-Totalmente. Es fundamental que las universidades aborden otros campos del conocimiento. Hasta el momento los profesionales del derecho y la antropología han sido claves en el abordaje de los conflictos mapuches, pero no he visto tanta participación de la ciencia política en la charla pública. Y hay que desarmar el aparato discursivo de la cuestión nacional, la patria, el pueblo, la comunidad, los territorios. Es tarea de esa disciplina. Me parece que debatir en los términos que plantea la reacción, quién es más legítimo o menos legítimo de acceder a derechos, es absurdo. Yo quiero discutir en otros términos, con fundamentos claros, eso está en el derecho y en la antropología, pero no está en la ciencia política, hay que reforzar el campo de las ciencias sociales para orientar en serio el debate público. Por ejemplo, nuestra Constitución reconoce dos preexistencias: la de las provincias y la de los pueblos indígenas ¿y por qué los pueblos indígenas no pueden coparticipar las leyes? Si tienen población, territorio, autonomía, autodeterminación para elegir sus autoridades. Insisto, el debate social es desafiante y la universidad argentina tiene que aportar conocimiento a la causa.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -