Se fue, pero siempre está. Es como un fantasma recurrente que le recuerda a los cordobeses que el imponente edificio de la Justicia Federal de Córdoba es el mejor reaseguro de la impunidad para los poderosos. Ricardo Bustos Fierro , el juez que salvó a Mauricio Macri y su familia de la acusación de contrabandista, el magistrado que autorizó la re-reelección de Carlos Menem, puso en jaque con su último decisorio al gobierno nacional al admitir una insólita cautelar contra las retenciones a la Sociedad Rural. Y peleó hasta donde pudo su continuidad en la causa, pese a haber sido recusado porque con su resolutorio beneficiaba a su sobrino, que es productor agropecuario.
No le alcanzó al octogenario Bustos Fierro con la primera prórroga otorgada por el Senado para continuar al frente del poderoso juzgado federal N° 1 de Córdoba. El único que además concentra la competencia electoral. Y que por la extraña proscripción que rige sobre el juez federal Hugo Vaca Narvaja, también concentra desde hace un tiempo la Secretaría de Derechos Humanos, que el organigrama federal ubicaba bajo la órbita del jugado federal N° 3. La virtual paralización de los juicios de lesa humanidad en Córdoba -incluido el esperado juicio de la causa Gutiérrez, que aglutina a víctimas de Río Cuarto y el sur de la provincia y está listo para ser elevado a juicio hace más de dos años- habla a las claras del compromiso del veterano magistrado con la política de Memoria, Verdad y Justicia.
Botín codiciado
Era extraño que se fuera en silencio, resignado, sin intentar una nueva prórroga para seguir ostentando su poder en la torre federal, donde casi todos y todas le deben algún favor. Pero los achaques propios de la edad y el seguro laboral que rige en la torre para sus familiares y amigos parecían haber despejado por fin el camino hacia su merecido jubileo. Así lo la Cámara Federal de Córdoba, que en una reñida votación se apuró a designar a su reemplazante antes incluso de la fecha de caducidad de Bustos Fierro. El favorecido fue el joven juez federal de Bell Ville, Sergio Pinto, un macrista que aceptó gustoso el convite pese a que dos camaristas denunciaron que el decisorio era ilegal porque no había dado prioridad a los magistrados de la misma jurisdicción del jubilado -Sánchez Freytes y el proscripto Vaca Narvaja- y tampoco realizó el sorteo que prevé la ley. Además de la impugnación de Graciela Montesi y Abel Sánchez Torres, presidente y vice de la Cámara (¡), la resolución fue advocada (apelada) ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación por Sánchez Freytes y Vaca Narvaja. Ahora, el máximo tribunal deberá zanjar la cuestión mientras en el Congreso Nacional se discute el pedido de juicio político impulsado por el presidente Alberto Fernández.
Pero aquí no termina la comedia de enredos de la torre federal. Una nueva resolución, esta vez de la Cámara Nacional Electoral, designó a Sánchez Freytes como juez subrogante en materia electoral, desautorizando así a la Cámara Federal de Córdoba, que hizo mutis por el foro y aceptó en los hechos tupacamarizar el juzgado de la polémica: la competencia electoral quedará en manos de Sánchez Freytes y el juzgado será subrogado por Pinto.
Pero el interminable Bustos Fierro se guardó otro as en la manga: presentó su renuncia al presidente Fernández... ¡a partir del 10 de diciembre! Es decir que pretende seguir al frente del juzgado federal -que ya no tiene la competencia electoral (?)- sin el aval del Senado durante todo este año, asegurando su permanencia como organizador y fiscalizador de las PASO, los comicios presidenciales y un eventual balotaje.
La situación provocó un pequeño y comentado escándalo en la torre federal los primeros días de febrero, cuando Pinto y Bustos Fierro se presentaron a trabajar... ¡en el mismo despacho!
Delicias de la Sagrada Familia Judicial del cordobesismo.