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Teatro militante contra el olvido
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Del 17 al 23 de marzo se presentan obras con entrada libre en los Espacios de Memoria. Teatro y militancia, una comunión que se fortalece con los años en Córdoba.
Publicada el en Crónicas

Escena y Memoria es una construcción colectiva que surge de la mano de los teatristas independientes y los Espacios de Memoria de Córdoba. Revista El Sur conversó con Jorge Villegas, dramaturgo, docente y director de teatro; y con Roberto Martínez, del área de comunicación y cultura del Archivo Provincial de la Memoria/Ex D2. Cerca de diez obras se presentarán entre el viernes 17 y el jueves 23 de marzo en los Espacios de Memoria de la provincia: ex D2 (Cabildo histórico), La Perla, Campo de La Ribera y la más reciente Imprenta del Pueblo Roberto Matthews.

-¿Cómo se conforma Escena y Memoria?

Roberto Martínez: Cuando arranca Escena y Memoria, en el Archivo Provincial de la Memoria estaba otro compañero, Agustín Di Toffino. Él junto a Jorge Villegas y otras personas fueron los pilares para arrancar con esta propuesta, que es la más antigua que tiene el Espacio de Memoria. Este año es la numero catorce y el Espacio tiene dieciséis años. El año pasado salió la propuesta de hacer participar más a la juventud, se convocó a estudiantes de artes escénicas y se eligieron seis escenas, que son las que abren este año.

Jorge Villegas: El contexto movilizador previo al inicio de Escena y Memoria fue el discurso histórico de un 24 de marzo del presidente Néstor Kirchner. Mi vínculo con Agustín Di Toffino fue importante. Y también tomé contacto con la historia de un guerrillero que padeció su cautiverio en este espacio (Ex D2), Carlos Raimundo Moore. Él se escapa y en Brasil hace la Declaración de Sao Paulo, que es uno de los documentos más bestiales y perfectos de alguien denunciando el funcionamiento de un centro represivo. A partir de ahí me empecé a vincular con este espacio y comenzamos a hacer algunas actividades. En 2008 hicimos una actividad en La Perla. Y con todos esos teatristas (Sole González, Teti Cavo, Guille Banadia y otros) nos fuimos escribiendo con la intención de hacer algo para la semana del 24 de marzo. En el 2008 fui invitado al Festival de las Abuelas de Rosario con la obra “El retrato de un hombre invisible”, que es sobre la historia de Carlos Moore. Y ahí me cayó la ficha: los rosarinos tienen su encuentro en el mes de octubre porque es el mes de la fundación de Abuelas.

- ¿Cómo se fue construyendo el sentido de Escena y Memoria?

- J V: Además de organizar el evento, los teatristas teníamos como tarea ir a los juicios a los genocidas, para tener una lectura real de lo que fueron los crímenes de lesa humanidad. El sentido original de Escena y Memoria tiene que ver con la militancia. No es que un grupo de teatro acerca una carpeta con su obra y recibe su cachet. Acá la idea es otra: el grupo que actúa no cobra por ello, sólo recibe viáticos para cubrir sus gastos. El sentido es recuperar la lucha y la memoria de los treinta mil desaparecidos. Vos podés tener cualquier posición política, pero tenés que reivindicar la lucha de los desaparecidos y los derechos humanos.     

- R M: Y también valorar el laburo de los grupos de teatro, de la gente que viene con su arte a lo largo del año. No somos un centro cultural y no tenemos caja para contratar lo que vale una obra de teatro, pero Escena y Memoria ha ido acompañando la vida institucional de este Espacio en cada marzo, pero también en el inicio de los juicios o los cuarenta años de democracia, que es el eje a trabajar todo el año. Somos un grupo heterogéneo, que va variando a lo largo de los años: hay quienes vienen y participan unos años y se van, quienes participan todo el tiempo y gente que no puede participar con una obra o ya participó pero viene a ayudar igual durante los días de Escena y Memoria.   

- ¿Escena y Memoria ya tiene su propio funcionamiento?

-J V: Sí, yo participo como teatrista independiente y viejo militante de Escena y Memoria -que junto a otros teatristas conformamos este espacio-, pero nuestra opinión vale igual que la de los otros grupos que van a participar este año. Yo desde el teatro y Roberto desde el Espacio de Memoria transmitimos algo que ya tiene su historia y la idea es ayudar a que tenga continuidad. Escena y Memoria arranca todos los febreros. El año pasado le dimos continuidad el 22 agosto con una actividad a la que vino una docente e investigadora, Lorena Verzero, autora de “Teatro y Militancia”, que ya es material de consulta y Córdoba tiene un gran lugar en ese libro.

-R M: Acá a todo el que viene le buscamos la vuelta para que pueda participar. También está abierto a otras artes, una compañera planteó para la próxima reunión presentar una propuesta de lectura mientras el público espera antes de entrar a ver las obras.

- ¿Hay antecedentes de teatro militante en el país?

J V: Un antecedente muy importante fue “Teatro Abierto”, un evento de teatristas porteños para denunciar la dictadura cívico-militar en el año 81, que se repitió hasta el 84. Durante la dictadura los teatristas porteños se habían vuelto a sus casas, a sus pueblos, los que tenían algún trabajo de dependencia con el Estado lo perdieron. Roberto “Tito” Cossa se fue a atender la casa de repuestos del automotor que tenía su hermano. Muchos se exiliaron. En Córdoba la represión fue muy fuerte y tiene muchos desaparecidos en el ámbito del teatro. En “Teatro Abierto” se juntaron varios referentes como Cossa, Pavlovsky, Gorostiza y dijeron “tenemos que hacer algo”, reunieron veintiún autores y autoras que escribieron obras breves y ensayaron. Un día hicieron una conferencia de prensa, el diario El Clarín puso el evento en tapa y a Olga Cosentino casi le cuesta el puesto porque defendió “Teatro Abierto”. No sé si el director de ese diario se dio cuenta que estaba poniendo en tapa uno de los hechos culturales más impresionantes del momento. Empezó en el Teatro Picadero, pero a la semana la Marina le puso una bomba y generó miedo por posibles desaparecidos. En ese momento hasta el canal más “facho” les dio visibilidad, la prensa se portó muy bien. Y “Teatro Abierto” se trasladó de la mano de Carlos Rottemberg del Picadero al Teatro Tabaris, que era un lugar más comercial y se suponía que la dictadura no se iba a animar. “Teatro Abierto” pudo concluir con dos meses de actividad.

-¿Cómo era el contenido de “Teatro Abierto” en 1981?

-J V: Era sobre la dictadura cívico-militar, pero totalmente metafórico. Participaron los actores más importantes del momento como Carlos Gorostiza, Aída Bornik, Carlos Somigliana, Alberto Ure, Tito Cossia y Griselda Gambaro, que mandó su obra desde el exilio. A partir de “Teatro Abierto” se generó una práctica de las “grupalidades teatrales”, de asociarse y hacer ese tipo de manifestaciones. “Teatro por la Identidad” es un emergente de “Teatro Abierto”. Además hay “Teatros Abiertos” en un montón de lados del mundo, fue un hecho que generó salud política, resistencia.

- ¿En Córdoba existió Teatro por la Identidad promovido desde Abuelas?

- J V: En Córdoba se llamó Escenas con Identidad, yo participé, se realizó el anteaño pasado, ojalá este año vuelva a estar. Los teatristas vamos a estar cuando arranque. Es un contenido más específico, ligado a la recuperación de los nietos. Teatro por la Identidad es diferente a Escena y Memoria, que es un evento local.

- ¿Cómo es la mirada de los actores y actrices sobre la problemática de la memoria?

- J V: Cuando inició Escena y Memoria, en el 2007, no recuerdo que hubiera gente que trajera ideas, propuestas. Había que salir a invitar. Dani Martin y Euge Hadandoniu estaban todos los años, éramos un grupo muy pequeño.  La continuidad le dio un salto, hoy hay personas que están haciendo su tesis sobre el tema de la memoria y se acercan. Para mí la mirada del teatro sobre la sociedad, la memoria, la política, está vinculada a lo que fueron los juicios. No creo que existiría esta mirada si estuviéramos en la situación de Brasil o Uruguay, que no juzgaron a sus genocidas. Es un gran logro tener a una Estela de Carlotto, que las escuelas toquen este tema o visiten el Espacio de la Memoria La Perla. Somos campeones del mundo en el avance de los Derechos Humanos.

- R M: Hubo épocas en que los Espacios de la Memoria no tuvieron un centavo, durante la Gobernación de (José Manuel) De la Sota. Pero Escena y Memoria iba ganando territorio espacial y temporal durante la semana de marzo. El Archivo se empezó a acomodar a la grilla de Escena y Memoria. Nosotros sabemos que a partir de las 18 horas se ocupa toda la semana, se lo ganó a fuerza de trabajo. Entre los años 2011 y 2013 el equipo de trabajo del Archivo tuvo que decirle al grupo de Escena y Memoria que no tenía plata ni para un técnico, y ahí los artistas dijeron: “Lo vamos a hacer igual”. Propusimos cobrar un bono contribución al público, pero los artistas dijeron Escena y Memoria no se cobra, es militancia. Los artistas bancaron al espacio, literalmente, no teníamos ni papel higiénico, ni yerba. Al año siguiente la historia se repitió y el 24 de marzo los artistas de Escena y Memoria armaron una varieté al rayo del sol. Ahora, cuando se ejecuta el presupuesto de los Espacios de Memoria, se contempla que haya una parte para Escena y Memoria. Si bien los artistas no cobran, no tienen que poner dinero para los gastos. Hay una parte de la ciudadanía que no entraría por otro lugar a los Espacios de la Memoria si no fuera por Escena y Memoria que es pedagogía, que es transversal a todas las áreas del Archivo. Hay que sacarse el sombrero también con César Bustos, que es un técnico de lujo y cobra algo simbólico. Hay una comunión a lo largo de los años entre técnicos, grupos de teatro y Espacios de Memoria.

- ¿Cómo incide en los actores presentar su obra en un ex centro clandestino de detención?

- J V: Voy a poner el ejemplo de una obra que realicé. Estaba todo preparado, el público, las luces y el actor no arrancaba. Estaba parado en el escenario y demoró un rato hasta que empezó a hablar. Cuando terminó me acerqué al actor, Diego Trejo, y le pregunté qué le pasó. “Se me secó el garguero, no podía hablar”, me dijo. El actor está ensayando desde la tarde, pero cuando se apagan las luces y está el público, le cae la ficha de donde está físicamente y en qué evento. Hicimos cincuenta funciones de esa obra y nunca le había pasado eso a Diego. Creo que al público le pasa eso también: ver las obras en un contexto recuperado de cultura viviente que ha sido un lugar de tanto dolor es muy particular. Una pregunta para hacernos es si estos lugares necesitan de espectáculos, y yo creo que no. Pero todas las obras que se muestran acá no van a ser vistas de la misma forma que en una sala de teatro, porque los detalles de lo espectacular como pueden ser las luces, etc., no se logran de la misma forma. Hay una pérdida de lo espectacular porque no es un espacio para teatro. Está esa pérdida, pero también su resignificación, dada por el contexto.

Carolina Saiz
- Periodista y docente -