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#Malvinas
“No hay guerras justas, pero sí causas justas”
Foto: Pancho Zeleya en Malvinas, una guerra que le cambió la vida.
Francisco “Pancho” Zelaya fue soldado en la guerra de Malvinas. De esa experiencia salió convencido que el camino es involucrarse la política y militar para crear conciencia. Hoy es el máximo responsable de la organización nacional Peronismo 26 de julio. Cómo siente la causa Malvinas y las nuevas peleas territoriales por los recursos naturales.
Publicada el en Entrevistas

“No sólo la guerra, sino toda la historia que desemboca en la guerra y la posguerra, que abarca trecientos años de historia con aspectos políticos, económicos, culturales” aclara Francisco “Pancho” Zelaya, ex combatiente de Malvinas y líder del Peronismo 26 de Julio. En diálogo con revista El Sur, insiste en poner la guerra en contexto: “Malvinas tiene que ver con las agresiones británicas al Río de La Plata, la usurpación del territorio y la lucha por su reivindicación. En 1765 los ingleses ocuparon Malvinas y después se retiraron. En 1833, cuando se dio la usurpación, Juan Manuel de Rosas, a través de su canciller Manuel Moreno -hermano de Mariano Moreno-, inició protestas. Pedro de Angelis, un historiador que trabajó en el gobierno de la Confederación, empezó la reivindicación desde lo histórico-cultural; José Hernández, como integrante de un diario y del Partido Federal, empezó a difundir la causa Malvinas.  En la década de 1880 nuestros mapas incluían las Malvinas y en 1904 Julio Argentino Roca compró una base a los noruegos para tener presencia argentina en la Antártida. Paul Groussac escribió en 1910 un libro sobre los derechos argentinos en Malvinas”.

- ¿En qué instancia está hoy el conflicto?

- Hay un hecho objetivo: Malvinas está ocupada por una potencia mundial extra continental. No es un conflicto entre países fronterizos, sino con una potencia que introdujo armas nucleares en el océano Atlántico sur, siendo que todos los países de América Latina se pronunciaron para que sea el mar de la paz.

- ¿Malvinas está presente en el pueblo y en la agenda de los gobiernos?

- La famosa Marcha de las Malvinas de 1940, que algunos creen que es obra de los milicos, no lo es. Hay innumerables poetas que cantan sobre Malvinas. Mi maestra jardinera, mi primer amor fuera de la casa, se llamaba  Malvina. ¿De dónde venía ese nombre? Hubo exploraciones de la Armada argentina en 1940, salieron aviones que fueron y volvieron de Malvinas; Miguel Fitzgerald, un piloto civil, voló a las islas en los años ´60. En 1966 se hizo el operativo “Cóndor”, en el que un grupo de militantes peronistas se apoderó de un vuelo de Aerolíneas Argentinas para izar la bandera en las islas. El reclamo ha sido permanente, tanto de la sociedad civil como de los gobiernos. A partir del primer gobierno peronista se volvió una cuestión de Estado: en nuestra primera presencia en el Foro Multilateral de la naciente Naciones Unidas discutimos el tema y comenzamos una larga serie de acciones diplomáticas hasta conseguir un dictamen para la descolonización de Malvinas en la ONU.

- ¿Qué balances hacés de las acciones de los últimos gobiernos sobre Malvinas?

- De lo más rediente destaco el desconocimiento del Pacto Foradori-Duncan, firmado por el gobierno de Mauricio Macri, que daba facilidades a Inglaterra para seguir en la posesión de nuestras Islas. Malvinas es un enclave que justifica para Inglaterra cualquier sacrificio económico porque aporta mucho desde lo geopolítico: les permite el acceso hacia la Antártida y el paso bioceánico del Estrecho de Magallanes y también hacia el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica. Por el tipo de misiles y armas que tienen, la posición de las islas es fundamental. El Pacto Foradori-Duncan apoyaba el colonialismo sobre las islas y si bien al Pacto no se estaba aplicando en su totalidad, desconocerlo fue un pronunciamiento duro y concreto de una Argentina soberana. Antes, los gobiernos kirchneristas contribuyeron al reconocimiento de la deuda de la sociedad con los veteranos de guerra estableciendo una pensión digna. No fue menor, porque en los primeros seis años de democracia no hubo ningún gesto en ese sentido. El kirchnerismo continuó la política peronista respecto a Malvinas y a la Antártida. Los denostados libros de la primaria y secundaria de los gobiernos de Perón eran cuestionados porque hablaban de “Mi mamá me mima, Evita me ama”, pero fueron los primeros en los que apareció la consigna “Las Malvinas son argentinas”.  

- ¿Cómo viviste la guerra?

- Estaba haciendo el servicio militar al sur de Buenos Aires, a mil setecientos kilómetros de mi casa en Tucumán. Cuando llegó la misión de traslado a Puerto Argentino no hubo pánico ni rechazo, éramos parte de una unidad disciplinada. Llegar a las islas despertó emociones por estar en un territorio que hasta ahí era una noción abstracta. Y además estar en el mar, para un tucumano, era estar en otro mundo. Al principio era pura acción las 24 horas, sólo nos desenchufábamos para dormir. Después fue hacer guardia, desplazar materiales, instalar posiciones. Se laburaba intensamente, cada vez con más estrés, porque se venía el enemigo. Empezaron los bombardeos, teníamos hambre, como pasa en las guerras, no había mucha comida. No hay guerras lindas, románticas, donde te aseguren cuatro comidas al día y cama caliente. No hay que idealizar la guerra, es algo enfáticamente malo. Tampoco hay una edad linda para morir y todos los que estábamos ahí éramos muy jóvenes

- ¿Cuál es tu posición respecto de una guerra que se decidió en dictadura?

- Que haya sido durante una dictadura militar no inhabilita que es un territorio nuestro. Hoy con sesenta años y una vida como militante, mi posición es enfática: fue un error porque no estábamos preparados para esa guerra. Pero no fuimos a invadir el Támesis, tratamos de recuperar un territorio nuestro que estaba ocupado. No acepto que me digan que soy pro dictadura: no hay guerra justa, pero sí causas justas. Y si hay una causa justa, el hecho militar viene por añadidura.

- ¿Cómo esa experiencia cambió tu vida?

- Me hizo comprometerme con la causa, con mis compañeros que no tenían asistencia médica, que no tenían laburo. En cualquier país del mundo al que combate se lo reconoce, pero eso no ocurrió con nosotros en los ´80. Tuve compañeros que decidieron matarse pegándose un tiro o abandonándose a enfermedades extrañas a esa edad. Esto me obligó a militar, a comprometerme. Cuando volví de la guerra mi prioridad fue la militancia, en el espacio que estuviera.

- ¿Cómo es el trabajo en los centros de veteranos?

- Nacimos unificados, pero con el tiempo nos fuimos atomizando. Hay compañeros que necesitan encuadrarse en la defensa gremial del veterano de guerra. Para mí la militancia está en la integralidad de la política. El principal problema de los centros de veteranos está en la debilidad de la causa Malvinas: si no trabajamos por la visibilización del problema es difícil que la sociedad nos entienda. En  2030 vence la moratoria para discutir la soberanía sobre la Antártida. ¿Qué vamos a hacer?

- ¿Cómo ves el futuro de Malvinas?

- No lo podemos analizar si no se logra la adhesión del pueblo en su conjunto. Con mi esposa tuvimos que ir a la escuela de nuestros hijos a cuestionar a docentes porque les decían que las Malvinas eran inglesas y se llamaban Falkland. “Hemos perdido la guerra ¿qué discutimos?”, nos contestaron. Es una batalla cultural por la apropiación de la causa. En los ´80 era notoria la idea socialdemócrata europeizante de que hablar de Malvinas era darle oxígeno a la dictadura. Pero la causa Malvinas no puede ser un tema de iluminados. Yo vivo en una ciudad cabecera de la provincia de Tucumán que tuvo veinticuatro muertos en Malvinas (21 murieron en el Crucero General Belgrano) y no hay una placa, estatua, plaza, o parque que lleve el nombre de alguno de ellos.

- ¿Hoy la discusión es sobre soberanía o recursos naturales?

- Hoy el mundo está discutiendo el agua, la energía y la tierra para sembrar alimentos. La Antártida, nuestro país, las islas y nuestro mar tienen esos tres componentes seguros. En 20 o 30 años no quedará ninguno de los que estuvimos en la guerra. ¿Qué legado va a quedar? Esa es mi preocupación: el conflicto con los ingleses y con todos los que pretenden nuestros territorios para llevarse agua, comida, energía. Miremos el caso de Lago Escondido: esos tipos controlan parte de nuestro territorio. Si no logramos resolver eso también, la causa Malvinas va a estar floja de papeles. Hay que construir memoria y convicciones. No es que nos ganaron la guerra y ya está: hay mucho por hacer, ningún proceso es lineal.

Carolina Saiz
- Periodista y docente -