Eduardo González Olguín es de los pocos economistas heterodoxos que aún caminan la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC. Le gusta mezclar su especialidad como economista con el juego político electoral, que este año lo encontrará como candidato a intendente del Partido Humanista. En su estudio contable de barrio Cofico recibe a Revista El Sur una vez conocida la cifra de la inflación de febrero: el 6.6% que inquieta al ministro de Economía nacional Sergio Massa, que había prometido la mitad para esta época del año. La inflación cordobesa superó ampliamente la nacional y se ubicó en un 7.54%, cifra que no inhibió al gobernador Juan Schiaretti de promover “el modelo cordobés” en Clarín y La Nación mientras su oficina de prensa difundía los números locales. González Olguín le entra al hueso a la coyuntura y la estructura económica provincial para dar una mirada alternativa a lo que la opinión pública cordobesa está acostumbrada a escuchar.
- La inflación de febrero en Córdoba fue un punto por encima del promedio nacional, 7.54% contra 6.6%. ¿A qué obedece?
- Me llama la atención que haya funcionarios de la Provincia que dicen que ellos no tienen nada que ver con la inflación. La provincia de Buenos Aires, y algunos de sus municipios, tienen acuerdos con el Gobierno nacional por el control de precios, porque es imposible hacer el control desde Buenos Aires. Tanto la Provincia como la Municipalidad de Córdoba, que es una estructura muy grande, podrían comprometerse con los controles, pero acá es territorio liberado: nadie hace nada ni controla nada. Las empresas concentradas ponen el precio que quieren.
-¿La falta de control de los programas de acuerdos de precios explican la diferencia de un punto en la inflación cordobesa en relación a la nacional?
-En parte sí. Porque los acuerdos algo contienen, aunque no funcionen conforme lo esperado. El Estado nacional está como dormido, pero la Provincia directamente no existe. Cuando faltó el aceite en los supermercados, ¿nadie del Gobierno de Córdoba le preguntó a (Roberto) Urquía por qué el desabastecimiento? La Aceitera General Deheza produce aceite para que nos bañemos si queremos, sobra. Pero ni siquiera los ponen en la incomodidad de interpelarlos. Sobre todo a las megaempresas oriundas de Córdoba que tienen un rol clave en la industria alimentaria como ARCOR o AGD.
-¿Las empresas oligopólicas como Arcor y AGD son responsables que Córdoba tenga una inflación por encima de la media nacional?
-Por supuesto. Hay inacción de la Secretaría de Comercio, que les deja poner el precio que quieran y estas empresas son formadoras de precios.
-El programa del FMI impone suba de tarifas y baja de subsidios. ¿Cómo convive el reclamo de los subsidios que le hace Schiaretti a la Nación con esa realidad?
-Se metieron en un problema al firmar con el fondo.
-Los diputados cordobesistas votaron en favor de la aprobación del acuerdo con el FMI el año pasado. Es decir que apoyan el programa de ajuste del Fondo, pero al mismo tiempo reclaman suba de subsidios para la provincia. Es contradictorio...
-Hay un problema de falta de coherencia. De la misma forma se plantea como víctima de Gobierno nacional y tiene una Caja de Jubilaciones bancada por ANSES. Schiaretti no podría pagar las jubilaciones actuales sin el apoyo nacional porque no se autofinancia.
Modelo cordobés
La bandera del campo y el discurso duro contra las retenciones agropecuarias son elementos claves de la estrategia discursiva de Schiaretti para abrir las puertas de los medios de comunicación de Buenos Aires. González Olguín analiza el impacto del modelo agroexportador en una provincia que está al tope nacional de la producción sojera.
-¿Cambió la conformación del Producto Bruto Geográfico de la Provincia en estas dos décadas de auge agropecuario?
-La participación de Córdoba en el Productor Bruto Geográfico es del 8% cuando históricamente fue del 9%. Perdimos un punto. La alianza del peronismo con el campo generó que el sector agropecuario pase a ser el primero como actividad económica provincial, decayendo el industrial al tercer puesto. Esto explica los graves problemas de empleo que tenemos los cordobeses, porque el campo genera poco trabajo, de baja calidad y magros salarios. En cambio la industria paga mejores salarios y tiene un efecto multiplicador más grande, tiene una dinámica mucho más potente que el campo en términos de flujo y cadenas de valor. Pero este proceso (cordobesista) apostó por una actividad que tiene peor efecto multiplicador y eso explica lo que está pasando en Córdoba. Desde que De la Sota no llamo a los juris de revalúo de los campos, cada vez quedaron más baratos en términos fiscales en relación a los precios de mercado y eso fue llevando a un sistema tributario cada vez más regresivo.
-Pero hubo actualizaciones.
-Sí, pero sin juris, a ojo en función de lo que necesitan en la caja en cada momento. El Impuesto Inmobiliario debe ser la columna vertebral impositiva de la Provincia porque es un tributo a la riqueza. El Inmobiliario adicional, que paga el gran terrateniente, se cobra por declaración jurada, algo ridículo. En Córdoba tampoco se cobra el Impuesto Inmobiliario adicional urbano, para el que tiene muchos departamentos. Lo cobra Rodríguez Larreta y es histórico, a nadie se le ocurrió sacarlo. Acá propones esto y salta la Cámara Inmobiliaria para decir que tira abajo la inversión, pero no hay evidencia empírica de que eso suceda.
-¿Cómo te imaginás, en un ejercicio contrafáctico, el modelo cordobés traspasado a la Nación en esta coyuntura y con las herramientas que tiene el Estado actualmente?
-Con un aumento de la regresividad. La gestión de Alberto Fernández es tenue, pero tiene una idea que el mercado no es un buen regulador e intenta regular suavemente para que los grupos económicos no se enojen. Pero en Córdoba directamente no lo intentan: es el reino de los grupos económicos concentrados. A estos sectores le parecen interesante Schiaretti porque harían lo que se les antoja.
El mercado cordobesista
Eduardo González Olguín hace campaña en solitario para difundir sus ideas en este páramo de hegemonía neoliberal que parece la discusión pública cordobesa. Se declara uno de los pocos jefes de cátedra de Ciencias Económicas que no adscribe a las corrientes ‘neoclásicas’ frente a la brumadora mayoría entre la que Domingo Cavallo o Carlos Melconián trotan con la fusta bajo el brazo.
“Para el Gobierno provincial el mercado es un buen asignador de recursos, a pesar que tenemos la desocupación, la pobreza y la indigencia más alta del país. Provincias con menos recursos naturales como las que nos rodean al norte y al oeste tienen índices mejores. La Rioja es un desierto y la desocupación es inexistente. Allí el Estado provincial tiene más de 32 empresas y ese rol explica la situación que atraviesan. No son empleados públicos de la Administración Central, sino empleados de empresas que producen bienes y servicios de forma eficiente, sin ser deficitarias. YPF es un buen ejemplo de rentabilidad de las empresas públicas, gestionándose a través de las reglas de administración empresarial.
-Pero para el cordobesismo es un mérito tener pocos empleados públicos. Schiaretti se jactó de eso en el último almuerzo de la Fundación Mediterránea y dijo que el promedio de estatales cada cien mil habitantes de Córdoba es el más bajo del país.
-Por eso tenemos un Estado prácticamente ausente que no regula y entrega la regulación al propio mercado. Es mentira lo que dicen los neoliberales respecto a que sin Estado no hay regulaciones: regulan la economía los grupos económicos, sobre todo cuando tenés una economía oligopólica como la nuestra. Hay cuatro o cinco empresas que producen el 95% de lo que se consume. Frente a ese cuadro no existe la no regulación.