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#AñoElectoral
El Palacio y la calle
Foto: Felipe González se encerró en Palacio y perdió el apoyo de la juventud.
En España, cuando pasaba su mejor momento, Felipe González desoyó las advertencias de un informe elaborado por James Petras. Al poco tiempo el socialismo perdía su hegemonía política.
Publicada el en Crónicas

Cuando en 1994 el entonces presidente del Gobierno español Felipe González decidió convocar al sociólogo estadounidense James Petras para que realizara un análisis de la sociedad española, que “disfrutaba de una modernización política y económica” -su tan mentado “Estado de bienestar”- no calculó que las conclusiones del trabajo se le clavarían en el pecho como esquirlas.

El PSOE había ganado las elecciones en 1982, 1986, 1989 y 1993, aunque en estas últimas el triunfo ya no había sido por mayoría absoluta. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué más pretendían los ciudadanos? ¿Acaso no apreciaban “el ingreso al mundo” consagrado en los Juegos Olímpicos de Barcelona `92 con Monserrat Caballé y Freddie Mercury cantando desde la cumbre del progreso?

Y sí, algo estaba ocurriendo en la sociedad. Algo que no imaginaba, algo que detestó conocer y que lo llevó a mandar al fondo del último cajón de su escritorio en la Moncloa las 80 páginas del informe por el que el Estado español abonó unos cuantos millones de pesetas.

Es que Petras, estudioso del imperialismo, la lucha de clases y los conflictos sociales, profesor en universidades de Estados Unidos y Canadá (Boston, Nueva York, Pensilvania y Halifax) y miembro del Tribunal Russell para los Derechos Humanos, venía a demostrarle con evidencias reunidas durante el trabajo de campo que su fuerza política había dejado de ser un Partido, había dejado de ser Socialista, había dejado de Obrero y había dejado de ser Español…; que esa organización se había convertido en una suerte de Empresa Capitalista Europea y se había quedado con un dividendo inconmensurable: el porvenir de la juventud española.

El sociólogo, colaborador predilecto de Noam Chomsky, comenzó a notar que los datos que le aportaban desde los ministerios y especialmente desde el Centro Superior de Investigaciones Científicas del Gobierno de España no encajaban con lo que él mismo observaba cuando salía a tomar aire o unas cervezas con sus colaboradores y conversaba con los ciudadanos.

En la calle la realidad circulaba en otro sentido que por los pasillos oficiales. Los papers del Gobierno estaban alejados del día a día de muchos españoles (¿la mayoría?). Y Petras decidió caminar más por afuera que por adentro de la oficina, salió a tomar más cervezas con los trabajadores, con los jóvenes, y no le importó alejarse un poco de la metodología exhaustiva de la sociología para ver más allá.

Rupturas

En la transcripción de los diálogos que mantuvo con mozos, estudiantes, pescadores, profesores -mayoritariamente personas jóvenes y de mediana edad- se reflejaba con nitidez cómo la flexibilización de las condiciones laborales implementadas por el “socialismo” comenzaba a destruir los vínculos que los padres de esas personas habían construido en torno a su lugar de trabajo, ese espacio en el que nace la conciencia de clase, considerada por muchos como el pilar más sólido de la sociedad democrática.

Los jóvenes dejaban de ver en el trabajo un lugar para la fraternidad y la empezaban a buscar en otros ámbitos, donde la solidaridad se apaga y el abrazo camarada no se practica. Son parte de la reseña frases como: “El trabajo eventual ha hecho que perdamos el compañerismo”, “La mayoría de los contratos son temporales y casi sin prestaciones sociales”, “Todos los sindicatos son corruptos”, “La política es engaño”, “No quiero pensar en el futuro”, “Hasta 1980 los trabajadores compartían un punto de vista común, después pasaron a ser más individualistas”.

Y el socialista de verdad, Petras, percibió que el ámbito laboral dejaba de ser un lugar de intercambio de ideas y de afecto de clase, con lo que a su criterio iba a extinguirse la posibilidad de resistir al neoliberalismo. Lo pensó, lo escribió y se lo entregó en 1995 a quien se lo había encargado. Y a González no le gustó nada. No le gustó enterarse de lo que había generado con su gestión capitalista, la del mismo capitalismo que hoy profesa ya sin culpa y vende en conferencias por acá y por allá como su amigo Mario Vargas Llosa y tanto mercachifle ideológico.

No le gustaron nada a González esas 80 bofetadas, porque, además, incluían datos estadísticos contundentes: en 1974 (dos años antes del final del oprobioso franquismo), el índice de desempleo en España era más o menos el mismo que en Europa y en 1985 se había multiplicado por siete. O sea, la “exitosa” flexibilización maltrataba a los trabajadores, los detestaba (lo podemos decir nuevamente: el PSOE, de Obrero, no tenía nada).

José Víctor Sevilla, secretario de Estado de Hacienda entre 1982 y 1984, lo expresaba desde el mismo Gobierno de otra manera: “España es un país con malas empresas, pero buenos negocios”. Negocios y negociados en los que ganaban y perdían siempre los mismos.

Más allá de haberse centrado en territorio español, The Petras report tiene el valor de haber anticipado en décadas una situación social que saltaría de país en país, de continente en continente, para gritar “que se vayan todos” al mismo ritmo que el neoliberalismo avanzaba y se aplicaba como dogma en occidente.

Y en medio, los jóvenes, que tanto le preocupaban al sociólogo que en enero cumplió 86 años. Si hubiesen existido entonces las redes sociales y los video juegos, seguramente hubiese imaginado a muchísimos de ellos ensimismados ante una pantalla, tecleando o manejando un joystick… Apenas si pudo ver, hace casi 30 años (sí, tres décadas atrás), que buena parte de una generación se alejaría tanto, pero tanto de las organizaciones colectivas, que terminaría caminado junto a individualistas que pregonan ese sistema que detesta el compañerismo y que dejó de abrazarlos.

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El autor de este artículo residió en España entre 1991 y 1997. El informe Petras nunca se publicó oficialmente. El equipo de la revista Ajoblanco contactó a Petras, quien admitió su sospecha de que las conclusiones incomodaban al poder. Una filtración que logró sortear la cláusula de confidencialidad permitió elaborar una síntesis del estudio, que fue publicada en la edición de marzo de 1996 de la mencionada publicación bajo el título “Qué ha pasado en España”.

Sergio Vaudagnotto
- Periodista. -