A ojos de un observador lejano, puede resultar desproporcionado el frenético nivel que alcanza la disputa política en Villa María. Se trata de la tercera ciudad de la provincia, con exiguo crecimiento demográfico, que poco puede aportar a la torta en la que se miden los porcentajes de votos. Sucede que lo que está en juego es otra cosa: lo que se echa sobre la mesa en esta parada es el modelo, que vale su peso en oro. Porque desde hace unos años la ciudad suena diferente a los oídos del poder.
Importa, por sobre otros intereses, la foto con el dueño del modelo, con el anterior, con el actual, con quien sea, porque en la selfie aparecés, en cierto modo, abrazado al éxito. Martín Gill lo sabe y Eduardo Accastello también lo sabe. Antes de contarles lo que se dirán a la cara o se mandarán decir (porque el grado de encono ya traspasó los límites de la política y se instaló en el plano personal) para ver si acuerdan antes de las elecciones locales de septiembre, les aporto un dato no menor para comprender esa dimensión desconocida que alcanzó la ciudad en los últimos tiempos: el Banco de la Nación Argentina cuenta con 722 sucursales distribuidas a lo largo y ancho del país y la de Villa María podría ser una más, si pensamos que existen decenas de ciudades que la superan ampliamente en número de habitantes (las capitales de provincias, sin ir más lejos, además de Mar del Plata, Bahía Blanca, Rosario y tantas otras).
Hacia fines de 2022 la gerenta general de la entidad María Barros y el subgerente general Gastón Álvarez reunieron a los 100 principales clientes en el salón Royal House de la Ruta 9 e informaron (a Roberto Urquía, a Luis Gastaldi y otros noventa y ocho hombres de negocios) que la sede del BNA en Villa María, con la que operan diariamente, pasó a ser la segunda cabecera regional del país en cuanto a asistencia financiera a empresas, por delante inclusive de la sucursal de Córdoba capital y por detrás tan solo de la Casa Central, ubicada frente a Plaza de Mayo.
Bien, sigamos.
Gill y Accastello conocen cada dato y juegan todo sobre un tablero que a estas alturas huele a sangre caliente. El intendente sospecha firmemente que detrás de cada ataque y denuncia en su contra está el ministro quien, a su vez, no tolera el reciente desembarco del kirchnerista en el schiarettismo, algo que él hizo desde la primera hora (para colmo ministros provinciales como Omar Sereno, el último en bajar a Villa María, comienzan a despachar asuntos junto a Gill cuando antes lo hacían con su par Accastello).
Oposición de bajo vuelo
Los dueños del modelo tiran de la soga, se asfixian con operaciones, con la única tranquilidad que les aportan las encuestas. “En frente no hay nadie”, dicen. Aluden a que el legislador Darío Capitani, el del Audi de Oscar González, el de la Ley Angelici para la legalización de las apuestas on line en la provincia, no levanta en las encuestas a pesar de su obscena campaña propagandística, como tampoco lo hacen los juecistas Guillermo Lorenzatti y Giselle Machicado, los radicales Cecilia Fernández, Gustavo Bustamante y Felipe Botta, el justicialista disidente Manuel Sosa, el vecinalista Alejandro López… Al PRO y la UCR, para colmo, les aparecieron un par de candidatos “libertarios” a la Intendencia, entre ellos Gustavo Soria.
De todas maneras, el último dato electoral certero más allá de las encuestas, es que Luis Juez barrió en la ciudad en las últimas legislativas. Tan invencibles no son los dueños del modelo.
Eso sí, aquella contienda electoral de medio término se vivió como una pulseada más entre Gill y Accastello. Y las urnas dieron un veredicto: la boleta que llevaba a Gill como candidato a diputado nacional por el Frente de Todos cosechó entre dos y tres puntos más que la que proponía a Accastello como candidato a senador nacional por Hacemos por Córdoba. Datos.
¿Y, entonces? ¿Hacemos Juntos Córdoba, por Villa María, o no hacemos? “Si no van juntos, pierden”, dicen gillistas y accastellistas. Lo que pasa es que cuando Martín nombre alguno de los suyos (la ex intendenta Nora Bedano, el presidente del Concejo Deliberante Pablo Rosso y cualquier otro que se le ocurra), Eduardo lo vetará. Y cuando Eduardo nombre al secretario de Comercio de la provincia Juan Pablo Inglese o se postule a sí mismo, Martín lo desaprobará. Llegados a esos límites, ¿existe algún punto intermedio? Ahí podrían comenzar a tallar el secretario de Comunicaciones de la provincia Marcos Bovo, el titular del Ente de Desarrollo Regional José Carignano (ambos formaron parte de sus equipos de gestión) y el siempre expectante y cauto Carlos Pizzorno, presidente del Parque Industrial.
Tiempo al tiempo. De momento, la sangre está apenas a una cuadra del río.
¿Por qué septiembre?
Septiembre, el mes del cumpleaños de Villa María (156), aparece como el más probable para realizar una elección municipal que cumpla al menos con una de las imposiciones de la Carta Orgánica, la fundamental entre tantas en materia electoral, que establece que la votación por las autoridades locales debe estar despegada de los comicios provinciales y nacionales. Y debería ser antes del 10 de ese mes, para dar cumplimiento a otro requisito legal, que es de la realización 90 días antes del recambio de autoridades (el 10 de diciembre).
En junio se elige gobernador, para julio Gill tiene en agenda la inauguración de varias obras en marcha, en agosto se realizan las Primarias… Todo apunta a que los villamarienses irán a las urnas en los primeros días de septiembre, para refrendar o no el modelo.
¿Y al otro lado del río?
En la ribera de Villa Nueva las mismas aguas corren más claras, a pesar de algunos pataleos. Es la segunda ciudad del Departamento General San Martín, la ciudad del “Chino” Carlos Zannini (el secretario legal y Técnico durante las presidencias de Néstor y de Cristina Kirchner, el compañero de la fórmula presidencial con Daniel Scioli que perdió por el 1% en 2019, el actual procurador del Tesoro). Allí, el intendente Natalio Graglia, otrora integrante del Frente de Todos como Gill, siguió los pasos de este último y selló un pacto con Schiaretti-Llaryora: el será el candidato a legislador departamental y su hermano, Franco, el postulante a sucederlo en la Intendencia.
No están conformes con ello sus antecesores Guillermo Cavagnero (empresario accastellista retirado a la actividad privada) y Marcelo Frossasco, titular del Consejo de Seguridad Deportiva Provincial (Cosedepro), quienes presionan por un acuerdo político.
Natalio dijo a El Diario que no puede negociar “con quienes no cumplen la palabra”. “Le di dos bancas en el Concejo Deliberante y me hacen sesionar en minoría”, reprocha.
Así están las cosas en las principales ciudades del departamento que lleva el nombre del padre de la Patria, donde se libra “la madre de todas las batallas”.