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#TalleresVsAFA
El dirigente que desafió a Grondona
Por | Fotografía: Diego Cabrera
Foto: Horacio Manzur, el dirigente que desafió a Grondona y llevó el conflicto de Talleres con AFA a los tribunales.
Horacio Manzur fue el directivo de Talleres que encarnó la posición más intransigente en el conflicto que el club mantuvo con la AFA hace 30 años. El penal de Castrilli y la posibilidad de que Argentina quedara fuera del Mundial.
Publicada el en Crónicas

-Vos seguramente querés mi sillón, ¿pero sabés qué?: ¡sos muy pendejo! ¿Tenés idea lo que FIFA me paga de viáticos por día? ¡Cinco mil dólares, nene! ¿Te crees que es fácil construir todo lo que hemos construido en estos años?

-Miré, lo único que me interesa es que Talleres se salve deportivamente.

Treinta años después, Horacio Manzur rememora con lujo de detalles el primer ‘punta y hacha’ que mantuvo con Julio Humberto Grondona en medio del conflicto que se desató entre el club de barrio Jardín y la AFA y que, según refiere, marcó “un antes y un después” en el mundo del fútbol.

Como vicepresidente segundo de la ‘T’, al actual funcionario municipal le tocó lidiar con el todopoderoso dueño de la pelota de aquellos tiempos, en un partido aparte donde se entrecruzaron intereses económicos, rivalidades empresariales, internas dirigenciales e intrigas políticas. Un episodio que tuvo ribetes de novela de suspenso o de serie de Netflix y puso en jaque la participación de la Selección Argentina en el Mundial ’94.

Todo comenzó el domingo 23 de mayo de 1993, en el Estadio Córdoba. Aquella tarde, el Albiazul, que estaba peleando su permanencia en la Primera División, enfrentó a River por la 16 fecha del Torneo Clausura. El conjunto dirigido por José Omar Pastoriza ganaba 2-1, hasta que llegó el famoso penal cobrado por el árbitro Javier Castrilli, el segundo gol del Millonario y lo que sobrevino después, que no fue poca cosa.

-¿En qué contexto se jugó aquel partido?

-Talleres venía peleando el descenso con Argentinos Juniors, que estaba gerenciado por ‘Torneos y Competencias’ y jugaba de local en Mendoza. Sabíamos que los apuntados éramos nosotros, porque ya en aquella época la plata del fútbol no estaba en la recaudación y a la AFA le importaba más ese club, que era manejado por la empresa dueña de los derechos televisivos. La fecha anterior Argentinos había jugado en Córdoba ante Belgrano y Castrilli lo hizo empatar en una jugada escandalosa. Siete días más tarde volvió a la ciudad este mismo árbitro, con toda su imagen de justiciero, para dirigir Talleres-River, y cobró un penal que a todas luces no fue penal. Más allá de eso, el fallo no se discutió mucho más de lo normal, se ejecutó la falta y River se puso 2-2. Talleres se la bancó, pero en el trayecto que hacen los jugadores entre el área nuestra y el círculo central, se metió a la cancha un hincha (Rubén Varela)… La verdad es que no sé quién es, pero a ese guaso le tengo que hacer un monumento, porque me hizo famoso.

-¿Qué pasó en ese momento?

-El hincha se acerca a Castrilli, le toca el hombro y en vez de meterle un ‘bollazón’, abre los brazos y le dice: ‘nos estás mandando al descenso’. En ese momento, Catalino Rivarola (defensor de Talleres) le dice al referí ‘esto es culpa suya’ y le sacan tarjeta roja. Ahí se arma el quilombo. Nuestros jugadores y cuerpo técnico empiezan a rodear a Castrilli, que expulsa a dos más y se va al vestuario. A todo esto, al hincha ya se lo había llevado la policía. Yo estaba en el palco y bajo para tratar de hablar con el árbitro, pero no me dejan. Ahí sale el comisario deportivo y afirma que ‘el partido está suspendido por falta de garantías’. Hablo con el jefe de policía y me dice ‘hay garantías’, y al rato aparece Castrilli y declara que ‘el partido está suspendido por disminución numérica’. Según él, había echado a cinco jugadores (Rivarola, Kenig, Ortega Sánchez, Fornero y Boldrini) por insultarlo. Estaba clarito que el tipo no quería volver a la cancha. Faltaban jugarse 18 minutos, pero ya estaba consumado el despojo.

-¿Cómo siguió la historia luego de la suspensión del partido?

-‘A esta no me la como’, le dije al presidente Miguel Srur, y él lo reafirmó. Nos reunimos esa misma noche y al día siguiente empezamos a preparar el descargo. Le pedimos a la prensa que nos aportara prueba documental y armamos un informe de 42 páginas para demostrar que el árbitro mentía. Lo presentamos en la AFA el martes a las cuatro de la tarde y una hora después salen las sanciones: partido perdido para Talleres, seis meses de inhabilitación para el preparador físico y el DT y suspensiones para los jugadores. ¡Ni leyeron el descargo! Los del Tribunal de Disciplina nos hicieron pasar a un despacho para leernos el fallo y ahí me pongo loco y les digo ‘ustedes son tan ladrones como Castrilli, nos están mandando al descenso’. Talleres venía de hacer pésimas campañas, es cierto, pero aún podíamos salvarnos y queríamos pelearla adentro de la cancha. Nos volvimos a Córdoba y del aeropuerto fuimos directo a la oficina del abogado Jorge Bertona. El tipo nos atiende y nos dice ‘si me contratan, voy con todo contra la AFA; los hago bosta’, y Srur le dice ‘dale para adelante’.

-Ahí surge el tema del famoso recurso de amparo.

-Así es. Acudimos a la Justicia Federal y ahí el doctor Luis Rueda dictó la medida de no innovar, ya que Talleres no había podido ejercer su derecho de defensa. Bien Rueda, con huevos. A partir de ahí las sanciones quedaron en suspenso: Talleres estaba en condiciones de jugar con todos sus futbolistas y Pastoriza podía dirigir. Al día siguiente llama Grondona desde Zúrich y le dice a Srur que debía retirar todo de Tribunales porque al club lo iban a desafiliar por orden de la FIFA. A todo esto, él mismo, ‘Don Julio’, orquesta un paro de árbitros en solidaridad con Castrilli para suspender el torneo y ganar tiempo. Ahí se produjo una división en nuestra directiva.  Al toque, Grondona vuelve de Suiza y nos llama a esa primera reunión en Buenos Aires. Yo fui con una carta en la manga, una disposición de la FIFA que habilitaba la designación de un tribunal arbitral para la resolución de conflictos entre federaciones y clubes, pero el hombre no quiso negociar y nos tiró ‘la chapa’: ‘Acá no hay tribunal arbitral ni nada, lo único que hay es desafiliación’. Srur permanecía mudo. ‘¡Y no vayas a cometer el error de ponerme a los jugadores suspendidos!’, me advirtió cuando nos íbamos.

-Y al partido siguiente Talleres incluyó a los jugadores suspendidos.

-Jugamos ante Newell´s en Rosario con todos los titulares y ganamos 1-0 con gol de Ortega Sánchez, uno de los sancionados. En Córdoba había un revuelo terrible ya que habíamos resuelto llamar a una asamblea para que fueran los socios quienes decidieran los pasos a seguir.

-¿Las opiniones estaban muy dividida en la directiva?

-Sí. En la comisión ganaba 11 a 10 la posición de Srur, que era frenar todo, pero yo sabía que uno, no te voy a decir quién, se iba a dar vuelta para el lado mío. También que esa noche iba a estar (la barra) ‘Las Violetas’, absolutamente ‘adornada’ para votar en contra de seguir el conflicto, pero confiaba en que ganaría mi moción. Por la tarde estábamos en un hotel, a la vuelta de la sede de Talleres, y un empleado del club me avisa que un tipo que decía ser periodista le pedía con insistencia hablar conmigo. Cuando salgo, el guaso viene y me dice ‘mirá, no soy periodista; soy un enviado; hoy tenés asamblea y el presidente no vería con agrado que ustedes arreglen’. ‘¿Qué presidente?’, le digo, Me responde ‘Menem’ y me pasa el número de teléfono de una importante autoridad del Partido Justicialista.

-Ahí empieza a jugar la política.

-Llamo a ese número para chequear si el tema era cierto y me atiende la persona que me habían mencionado: ‘Hemos seguido con mucha atención este asunto, así que podés contar con nosotros’, ¿qué necesitás?’, me dijo. Le expliqué que el problema era económico, ya que el único que ponía dinero en el club era Srur y sin plata no se podía seguir el conflicto, más allá de que tuviéramos el apoyo de los socios. ‘¿Vos ganás la asamblea? ¿Sí? Bueno, quédate tranquilo, nosotros vamos a tratar de ayudar con publicidad’, respondió. Y antes de cortar la llamada me dice: ‘¿A qué hora es la asamblea? ¿A las ocho de la noche? Bueno, a las ocho y media el presidente va hacer una declaración que te va a favorecer’.

-¿Qué ocurrió en la asamblea?

-Yo estaba peleado a muerte con Srur, pero antes del cónclave lo llamé y le ofrecí mi renuncia, más allá del resultado de la votación, y él aceptó. La asamblea era para estar cinco minutos y la gente votara, pero tomó la palabra Miguel Macías, un ex presidente, y me empezó a dar con un caño. Ahí empecé a los gritos, a contar que Grondona nos había apretado, que la AFA filtró un fax trucho anunciando la desafiliación de Talleres si la disputa seguía y otras cosas, e hice un llamamiento a los socios: ‘¡Morir de pie o vivir de rodillas!’. En ese momento ‘explota’ la Plaza San Martín, que estaba llena de hinchas de Talleres: Menem acababa de anunciar que le había pedido a la AFA la suspensión de los descensos. Ahí se terminó la asamblea. A Miguel lo tuvieron que sacar en un carro de asalto, porque la gente lo quería linchar. Fue el único tipo que conocí que puso plata ‘viva’ en el club y no discuto su bondad y su generosidad; sí le discuto que le haya creído a Grondona. Al día siguiente, él y otros nueve dirigentes presentaron la renuncia, se las aceptamos y empezó otra historia. Pusimos de presidente a Rafael Lascano, un muy buen tipo que había sido contador de Aldo Roggio, y sumamos el apoyo económico de los socios ‘Notables’. A todo esto, Bertona seguía llevando de forma excelente el tema judicial.

-¿Apoyaron la dirigencia del fútbol local y los otros clubes cordobeses?

-El presidente de la Liga Cordobesa de Fútbol, Miguel Flores, que era muy amigo mío, no tomó partido, ‘Chichin’ (Ledesma) estaba en Belgrano y tampoco dijo nada. Lo mismo (Santiago) Cemino, de Instituto. No era una situación deportiva sino legal y eso les daba la oportunidad de no meterse. Mientras tanto, los clubes porteños nos puteaban a dos manos, nos decían de todo. No sé cómo, Bertona había conseguido los contratos en blanco y en negro de cinco jugadores, entre ellos el que (Diego) Maradona había firmado con Boca, y metió a la DGI en la AFA. Ahí ya fue sin retorno.

-Mientras tanto, el campeonato se seguía jugando.

-Así es. Nos tocó de local con Gimnasia y ganamos 1-0. Otra vez con gol de un suspendido, en este caso Boldrini. Quedaba una fecha y aún teníamos chances. En contra de la reglamentación, la AFA programó para el viernes Argentinos-River, un partido con largo historial de irregularidades, y puso para el domingo Racing-Talleres en Avellaneda. Argentinos ganó, Talleres perdió y nos fuimos al descenso. En los días previos a esos partidos, el presidente de un club grande me cuenta que se venía la intervención de la AFA y que había pensado en mí para un cargo. Rarísimo. Más allá de eso, empezamos a armar el equipo para jugar por primera vez en el Nacional B.

-A todo esto, el conflicto con la AFA seguía vigente.

-Por supuesto. El quilombazo que se armó nos hizo muy conocidos y un día nos llama Samuel Liberman, el dueño de VCC, la primera televisión por cable del país. TyC le había sacado el fútbol para ahogarlo y él nos acercó una copia del contrato entre esa empresa y la AFA, porque nos había escuchado hablar del tema TV. Ahí descubrimos los derechos secundarios, o sea la chance de que los clubes negociaran por su cuenta si no estaban en la grilla de televisados de TyC. Liberman quería seguir teniendo el fútbol y le vendimos en un millón de dólares los derechos secundarios de Talleres, y le conseguimos a Belgrano e Instituto el mismo contrato. ¿Qué hizo TyC? Lo llamó a Liberman para devolverle el fútbol de Primera. No sé qué habrá hecho después el hombre con los partidos del Nacional B, pero aquel contrato con VCC se firmó y Talleres cobró un muy buen dinero por él.

-Después llega el tema del Mundial de Estados Unidos.

-El club ganó el amparo en primera instancia y ese fallo fue confirmado por la Cámara, así que la AFA acudió en recurso directo a la Corte Suprema de Justicia. En ese tiempo se armó un lío muy grande en Francia con el Olympique de Marsella, que fue a la Justicia citando como jurisprudencia el caso de Talleres. Por ese tema, a Grondona le dijeron que si no arreglaba con nosotros, él no era más vicepresidente de la FIFA y Argentina no jugaba el Mundial de Estados Unidos. Nos contactan del estudio jurídico Sáenz Valiente, que eran los abogados de Cablevisión, Clarín y Canal 13, vienen a Córdoba, dicen que querían darle una mano a la AFA y ofrecen un resarcimiento. ‘No nos interesa la plata’, les advertimos con Bertona. Debíamos sueldos y ese dinero nos salvaba la vida, pero sabíamos que ellos tenían que arreglar sí o sí por el Mundial, y estiramos la negociación al máximo. Nos pagaron dos millones de dólares, una fortuna, y ese acuerdo está asentado en los libros del club. Arreglamos porque habíamos ido un par de veces a Casa Rosada y teníamos claro que la Corte Suprema nos iba a voltear el fallo. Al final nos reunimos en la AFA y las dos partes renunciamos al recurso directo. De ese modo, quedó firme el fallo de la Cámara, pero Grondona ni se dio cuenta. Él sólo quería el papel firmado.

Segundo tiempo

- ¿Cuántos años tenés vos, pibe?

- Treinta y tres.

- A tu edad, si se armaba este quilombo, yo a la AFA la hubiera quemado. Bueno, vamos a firmar y terminar con esta historia… Sin rencores, ¿eh?

- Por supuesto. Pero una sola cosa le quiero decir: nosotros vamos a jugar el Octogonal por el ascenso. No quiero que nos ayude, porque lo vamos a ganar adentro de la cancha; pero sí le voy a pedir que no nos cague.

- Nunca los cagaría. Si estoy sentado acá es por Talleres de Córdoba.

Manzur también repasa con memoria prodigiosa el último mano a mano con Grondona en el marco de aquel recordado entrevero con la AFA, en vísperas de la disputa de la XV Copa del Mundo de la FIFA. Destaca que luego le tocó vivir como dirigente un ascenso y otro descenso, y asume como su “gran error” haber aceptado la ‘sugerencia’ de ‘Los Notables’ para resignar su chance presidencial a favor del empresario Víctor Szumik. También revela que se marchó de Talleres “por varios motivos”, aunque señala que la gota que colmó el vaso fue encontrar a un conocido DT y al suegro de éste, que era representante de futbolistas, cerrando la venta de una de las figuras del elenco albiazul en una oficina del Estadio Córdoba.  

“Aquel conflicto promovió la creación de un Tribunal de Alzada en la AFA, sacó a luz el tema de los derechos secundarios de TV y le puso fin a la joda de los contratos en negro”, reflexiona, en perspectiva, el exdirigente.

-¿Y el tema político?

- Es muy posible que lo hayan terminado negociando. En aquella época Menem se había peleado con la Iglesia, con la CGT… y los había hecho cagar a todos. Con la única que no pudo fue con la AFA. Hay quienes afirman que al tema lo metieron en el Pacto de Olivos, porque Grondona, además del capo del fútbol, era un influyente caudillo radical.

- Y pensar que, luego de anunciar la derogación de los descensos, Menem llegó a Córdoba con gran parte de su gabinete, se reunió con el gobernador Eduardo Angeloz y fue recibido como un ídolo popular.

- Aquel episodio tuvo una gran trascendencia mediática. El tipo estaba feliz, se sentía el ‘9’ de Talleres. La gente estaba enloquecida con él.

- En lo personal, ¿qué reflexión hace treinta años después del conflicto?

- Creo que aquel diferendo entre Talleres y la AFA fue histórico, ya que marcó un antes y un después en el mundo del fútbol. Y no reniego de mi actuación como dirigente. Hoy hubiera hecho exactamente lo mismo.

Hugo Caric
- Periodista -