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Poesía
De Warcalde al exilio, sin viceversa
Foto: Daniel Vaca Narvaja inicia su recorrido poético con la añoranza de la casa familiar de Villa Warcalde.
El libro de Daniel Vaca Narvaja traza un intenso recorrido poético por la utopía, el exilio y la restauración democrática a través del prisma de una familia perseguida por el terrorismo de Estado. Testimonio conmovedor y elogio de la vida.
Publicada el en Libros

Daniel Vaca Narvaja es uno de los doce hermanos de una familia diezmada por el terrorismo de Estado. Militante de Montoneros, funcionario del gobernador bonaerense Oscar Bidegain, perseguido, exiliado, improvisado empresario metalúrgico en España, cuando por fin pudo volver a su país con su familia el paisaje había cambiado drásticamente. A tal punto que una de sus hijas decidió retornar a España, su patria adoptiva. Pero Daniel volvió a empezar, en su Córdoba natal, reflotando el SIESE (Seminario Iberoamericano de Estudios Socioeconómicos) que había fundado en España en 1967, cuando frecuentaba el entorno del líder exiliado Juan Domingo Perón. Indultado en 1989 por el presidente Carlos Menem -que lo incluyó en la misma nómina que a su hermano Fernando y a los asesinos de su padre y su otro hermano, Miguel Hugo-, tomó distancia de ese gobierno peronista de tinte neoliberal.  Conserva en su poder, enmarcados, los originales de las cartas mecanografiadas que su padre les dejó en herencia antes de desaparecer para siempre la madrugada del 10 de marzo de 1976.  Allí les advertía que ante la posibilidad cierta de su secuestro debían evitar reacciones desbordadas y asumir una doble responsabilidad: "con su propio grupo familiar" y "con este país y su pueblo, en franco tren de desintegración”.

Interregnos

En "Warcalde y después", su primer libro, Daniel recurre a la poesía para honrar ese legado y contar una experiencia vital colmada de amor, angustias, alegrías y tragedias. Sus textos respiran, vibran, laten, golpean, lloran e interpelan; sus bellos y cuidados poemas desnudan su alma y provocan en el lector sonrisas cómplices, muecas de asombro, y expresiones de nostalgia. También nos dejan demudados ante el dolor insoportable de la pérdida de un hijo: "Daniel Hugo/(perdona si te nombro);/me duele tu nombre/si lo escribo,/me duele tu ausencia/si la pienso,/me duele tu imagen/cuando surge,/aquí/en esta herida que no sangra/y me hiela".

"Compleja lectura -advierte Ernesto Jauretche en el prólogo- (...) que habla del niño que todos fuimos y de los campos y las flores de su niñez y de su estricta mujer madre única, que no fue ni su estricta ni su única mujer de su vida. Y evoca reiteradamente a la muerte. Esa laica imagen de imborrable presencia en nuestra memoria, abarrotada de hermanos caídos".

La densidad y la simpleza de los poemas de Daniel Vaca Narvaja requieren una lectura cadenciosa, atenta, inquieta, que deguste cada palabra de ternura y sea capaz de aguantar algunas metáforas que perforan el corazón como un inesperado estiletazo: “Hace días/tengo ganas de llorar/y lloro el llanto infinito del agua. / ¿Por qué llorar es triste?/y llover renueva?/ ¿Por qué no lloro fuego/ si lo que siento/ quema?"

En Villa Warcalde, la casa familiar asoma a la vez como el oasis perdido y el escenario inaugural de la tragedia. En palabras del poeta, era "una colmena abierta, bulliciosa y plena": "¡Fueron nuestros años/ más felices!/Hasta que en una noche/como otras, /la tragedia/nos lanzó/sin red, desprevenidos, /a un espacio inasible/y sin fronteras/Big Bang."

Con un tono costumbrista y una pizca de humor, el poeta rememora la autoridad irrefutable de su madre Susana, que imponía su voluntad los domingos: "Qué difícil resultaba/levantarse e ir a misa/después de un sábado agitado (y después de otro cualquiera)/mamá nos obligaba y papá/acompañaba calladito, /no fuera que la madre advirtiera/tan sutil y herética empatía/entre un padre practicante/y sus hijos/dormilones y fiesteros".

Doce hermanos, doce historias, un padre político -funcionario del gobernador Arturo Zanichelli, ministro del presidente Arturo Frondizi, candidato a gobernador de Córdoba- alimentan las sobremesas de Warcalde, que el poeta evoca con nostalgia: "Argentina estaba en crisis/y era nuestro/el deber de encontrarle una salida:/peronistas, marxistas, radicales,/conservas, clericales y otras yerbas/debatíamos,/hermanos, cuñados, primos, tíos, amigos/una tarde, otra tarde y tantas otras/la salida por algunos pretendida,/alentados por papá que moderaba/ ¿o provocaba?/el debate abierto y sugerente".  

Después sobrevendrá el dolor infinito ante la desaparición de su padre y la fusión de las cenizas de su madre con las de su hermano fusilado: "Así en el origen/así en el final, /así en el cielo como en la tierra. /Son polvo amoroso/que el viento del tiempo/y ningún humano/jamás podrán ya separar." Y mientras tanto -insiste el poeta-, "padre/te seguimos esperando".

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -