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Cees Nooteboom
Ciudad de pobres corazones
Foto: Cees Nooteboom, notable escritor holandés.
"El día de todas las almas llega al corazón del lector con una prosa sencilla pero de una densidad conmovedora.
Publicada el en Libros

Compré esta extraña novela porque había leído (y me había cautivado) “La historia siguiente”, del escritor holandés Cees Nooteboom. Meses después, buceando en la web entre una nómina de 500 novelas ineludibles (o un despropósito del estilo) me sorprendió gratamente que mencionaran a “El día de todas las almas” entre los títulos más prestigiosos de los últimos cien años. Ese fue el envión para embarcarme en una nueva obra de este exquisito autor.

No se trata de una lectura fácil, no es el libro que te llevás a la playa para distraerte o para tus ratos libres. Requiere poner todos los sentidos por la sencilla razón de que cualquier párrafo que leas en modo automático te llevará a perder algo. Capaz que exagero un poco con esto que dije, lo que tengo claro es que detrás de la historia sencilla y casi anecdótica, hay una pluma sensible, alguien que se cuestiona el (efímero) paso por el tiempo y el espacio.

El protagonista es un documentalista holandés que acaba de perder a su esposa y a su hijo en un accidente. De ese episodio desgraciado, de las circunstancias en las que perdieron la vida, nada se dice. El hijo y la esposa dejan una estela en la memoria, están presentes de una manera que Arthur Daane no termina de comprender. Son ya seres sin tiempo, que siguen teniendo peso en su vida aunque de una manera inevitablemente menguante (“Los muertos no pueden desgastarse, siempre permanecen con la misma edad. Lo que se desgasta es la posibilidad de pensar en ellos como piensas en un ser vivo”).

Para sobrellevar la tragedia, Arthur viaja a Berlín con su cámara. De esa ciudad tantos años segregada por un muro, Nooteboom dirá: “Si ibas de un lado al otro, atravesabas un extraño rictus, una cicatriz que seguirá viéndose durante mucho tiempo. Aquí el elemento disociador no era el agua, sino esa forma incompleta de historia que se llama política, cuando la pintura aún no se ha secado del todo”.

Arthur documenta ese espacio inabarcable poniendo su cámara a la altura de los pies de la gente, como si con esos retazos de vidas anónimas quisiera decir algo que todo el tiempo se muestra inefable: el alcance de la historiografía y la imposibilidad de abarcar el pasado, el lugar del hombre en el planeta (“El que la humanidad fuera un buen principio, pero ni con mucho la última palabra, tenía el encanto de la transitoriedad”) y a la par de los grandes temas, aparece en Arthur el desafío de lidiar con el dolor cotidiano, o el impulso de seguirle los pasos a una mujer que se cruzará en sus días en forma inesperada y brutal para terminar de desacomodar su existencia.

“El día de todas las almas” es de esas obras torrenciales e incómodas que nos obligan a esforzarnos como lectores y por momentos nos dejan temblando de la emoción, cómo ese párrafo en el que Nooteboom describe el proceso de conocer a alguien con un vocablo hermoso: desextrañamiento.

A este libro, le encuentro parentesco con otra lectura desafiante, libre e inspirada como lo es “Austerlitz”, de W.Sebald. Ambas novelas tienen en común la capacidad de suspendernos en un tiempo con reglas propias y en una historia que a veces es nítida, por momentos se torna evanescente, pero siempre nos mantiene en un frágil estado de conmoción.

El día de todas las almas,

de Cees Nooteboom

347 páginas, Editorial Siruela.

Alejandro Fara
- Periodista -