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Balotaje: el juego de la peluca
Foto: El poder mediterráneo hace guiños a Milei, que cerrará su campaña electoral en Córdoba.
Después de especular con una victoria libertaria en primera vuelta, el peronismo cordobés se enfrenta a una disyuntiva de hierro en el balotaje: plantarse en defensa de la convivencia democrática o allanarle la llegada al poder al fascismo terraplanista.
Publicada el en Crónicas

Sobrevuela sobre la elección del próximo 19 de noviembre el resultado del balotaje 2015 en Córdoba, que significó el empujón que necesitaba Mauricio Macri para ganar la Presidencia ante Daniel Scioli y constituir los peores cuatro años de mandato desde la recuperación democrática.

Los resultados fueron entonces 80% para el liberal y 20% para su contrincante peronista. En números 1.546.831 contra 616.022. Vale recordar que la fórmula Macri-Gabriela Michetti se impuso por menos de 700 mil votos en el recuento definitivo. Los 930 mil votos de diferencia que sacó el macrismo en Córdoba fueron en 2015 la clave de la victoria. Poco tiempo después, el gobernador Juan Schiaretti terminó bailando con Macri en un escenario del interior provincial.

Un cuadro con similitudes y diferencias se advierte en el balotaje de 2023, donde un peronismo renacido busca 15 puntos porcentuales para impedir el acceso a la Presidencia de un candidato que parece reñido con la salud mental más elemental para acceder al cargo.

A los exabruptos permanentes del libertario y sus proyectos más delirantes -como el mito de la Argentina Potencia como zanahoria para motivar a su propia clientela- se sumó la reivindicación de la dictadura cívico-militar del 76-83 y el regocijo que mostró el candidato ante la posibilidad de una hiperinflación “para que sea más fácil dolarizar”.

Así las cosas, ante la alianza que concertó Macri con Milei inmediatamente a la elección de octubre que dio a ambos por perdedores, el caudal que recogió Schiaretti se transforma en un elemento clave para que Sergio Massa sea el próximo presidente.

En todo el país 1.784.315 votantes se inclinaron por Schiaretti, de los cuales 665.717 lo hicieron en Córdoba. Al cierre de esta edición ni el gobernador electo Martín Llaryora ni Schiaretti se habían pronunciado por uno u otro candidato, aunque miraban con detenimiento cómo se acomodan los melones después del 22 de octubre: la victoria de Massa conmocionó a Juntos por el Cambio y puso en duda que los votos que sacó la candidata macrista Patricia Bullrich se sumen automáticamente al 30% obtenido por Milei.

Mientras, Massa vio consolidado su liderazgo entre todas las corrientes peronistas, logrando convocar a tres millones de votantes que no habían concurrido a las PASO, hastiados de la inflación y las penurias de la inestabilidad económica. Las medidas reparatorias que tomó el ministro de Economía entre agosto y octubre, sumado al patético desempeño de Milei y su troupe en la campaña, configuraron la alquimia necesaria para que Massa lograra el milagro y se impusiera en las urnas a pesar del descalabro inflacionario.

Especulaciones

En ese marco llovieron interpretaciones en los medios hegemónicos provinciales proclamando que la estrategia de Llaryora para las generales fue esperar que ganara Milei para posicionarse como único referente peronista ganador, sacando de la competencia al bonaerense Axel Kicillof y al propio Massa. Pero su sueño de encabezar la renovación interna del peronismo con miras a la elección presidencial de 2027 se dio de bruces con la excelente elección del último kirchnerista  y la inesperada victoria del propio Massa, que le sacó una buena ventaja a Milei y dejó fuera de la contienda a Bullrich.

“Desde bastante antes de las elecciones de primera y segunda vuelta venimos diciendo que, para sus intereses políticos personales, tanto Schiaretti como Llaryora ven con mejores ojos un gobierno de Milei que uno de Massa. Ambos sueñan con jugar en el escenario nacional. Un liderazgo de Massa los subordina, pero Massa perdiendo la elección deja al peronismo nacional sin referentes y permite que los dos dirigentes cordobeses puedan tallar en una perspectiva nacional”, interpretaron los periodistas de Canal 12 Roberto Battaglino y Jorge Cuadrado la semana posterior a la elección del 22.

Si bien Massa aumentó alrededor de un 70% los votos entre las PASO y las generales, el piso de donde parte es tan bajo que apenas logra alcanzar el techo histórico del kirchnerismo en Córdoba, que supieron construir La Cámpora y el referente de los Derechos Humanos Martín Fresneda, imposibilitados de forjar estrategias de mayorías tanto dentro como fuera del Gobierno nacional, como ya remarcó Revista El Sur en más de una ocasión ante la evidencia pasmosa de los hechos.

Si la clave de una mejora de la performance massista y la obturación de la Presidencia del tándem Milei-Macri reside en parte en la deriva del voto schiarrettista, la definición del propio espacio tiene un peso relevante. Sobre todo ante la comodidad cordobesa de calificar de kirchnerista cualquier alternativa peronista que provenga de afuera de los límites provinciales.

No es el caso de Massa, aunque el candidato esquivó cualquier definición retórica propia de otros tiempos y coyunturas, como aquellas que hablaban de “echar a los ñoquis de La Cámpora del Estado”. Ahora perfila su propio liderazgo para conducir un gobierno de unidad nacional, según declara, pero en la construcción de ese camino del balotaje no es lo mismo contar con el apoyo del peronismo cordobés que no tenerlo.

A su vez, los libertarios en Córdoba siempre vieron con buenos ojos la gestión de Schiaretti, al margen de las chicanas de campaña, en línea con lo expresado por llamado círculo rojo local, que siempre agradeció que el Ministerio de Hacienda cordobés este manejado por un hijo dilecto de la Fundación Mediterránea como Osvaldo Giordano. De hecho, el diario La Nación mencionó al funcionario provincial como una de las variables que barajó Milei para sumar a su equipo de gobierno. “Giordano tuvo a principios de este año un encuentro con Milei que se mantuvo en secreto. Le presentó su libro ‘Una vacuna contra la decadencia’, donde propone cambiar el régimen de coparticipación federal para que las provincias más grandes se autofinancien. Son ideas que le gustan al libertario”, menciona el diario derechista, que encontró en la mirada de Giordano sobre la ‘Copa’ un denominador en común con Milei.

Explica esa posición el desapego que tuvo Córdoba al reclamo de los gobernadores peronistas a la Corte Suprema sobre los puntos de Coparticipación que el gobierno de Alberto Fernández le retuvo al gobierno de CABA hace dos años.

¿Esto lleva a una confluencia por debajo del cordobesismo con Milei como lo sucedido con Macri en 2015? No parece el mismo escenario.

Tramo final

A caballo de la renovada esperanza de Unidos por la Patria de cara al 19 de noviembre, distintos operadores y enviados de Buenos Aires aterrizaron en Córdoba los últimos días de octubre y la primera semana de noviembre para estimular la candidatura de Massa entre las estructuras peronistas y radicales que ven ‘invotable’ al candidato libertario, con la aspiración que den el empujón que falta para evitar que Milei acapare todo el arco político cordobés detrás de su candidatura.

Las y los intendentes abroquelados en la estructura que construyó el peronismo de Villa María, tanto con Eduardo Acastello como con Martín Gil, se consideran con libertad para trabajarle la elección a Massa después de haber cumplido el compromiso que tenían con Schiaretti.

De la misma forma en Córdoba Capital hay dirigentes que salen sin dar su nombre a garantizar su apoyo al candidato peronista, pero fue la legisladora Nadia Fernández, alineada con la senadora Alejandra Vigo y con responsabilidades como vicepresidenta la Legislatura tras heredar el cargo que ostentaba Oscar González, quien expresó con claridad y sin medias tintas su apoyo al candidato de Unión por la Patria: “Voy a votar por Sergio Massa. Fuimos a elecciones generales con nuestro candidato y entendí que de ahora en más Argentina debe estar con su atención al máximo, frente a un personaje a mi criterio nefasto, que colisiona con los derechos humanos y la dignidad humana en sí misma. Creemos que la salida es Sergio Massa, sin dudarlo y sin ningún tipo de especulaciones. Más allá de las diferencias que podamos tener sobre el abordaje que se le dio a Córdoba en estos años, que son cuestiones aún no saldadas y que debemos seguir insistiendo y discutiendo, es mejor hacerlo con Massa que con Javier Milei”, le dijo la legisladora oriunda de Villa Libertador al periodista Gregorio Tatián en la FM 102.3.

Otro tanto hizo el intendente de Alta Gracia, Marcos Torres, hermano del ministro de Trabajo provincial, Facundo Torres, referente peronista en el Departamento San María. Y antes lo había hecho Natalia De la Sota, que prefirió contarle a los medios nacionales –que no le hacen repreguntas incómodas- su apoyo a Massa en el balotaje, ratificando así su autonomía del reelecto Carlos Gutiérrez, a quien ya había desairado cuando se negó a acompañar la restitución de  la vieja ley de alquileres que impulsaba el macrismo con el apoyo del bloque cordobesista. 

 

Más allá de las mezquinas especulaciones personales frente a la gravedad de la coyuntura que enfrenta la democracia argentina, Schiaretti podría seguir la estrategia previa a la elección, cuando recibió en el Panal a Martín Lousteau, Gerardo Morales, Facundo Manes, Margarita Stolbizer, Mónica Fein o Miguel Ángel Pichetto, quienes ahora rechazan al unísono acompañar a Milei. Sin embargo, el gobernador cordobés prefirió declararse prescindente. Y pagar el costo político de una eventual rebelión en la variopinta granja del peronismo cordobesista, donde los viejos delasotistas no tuvieron empacho en declarar su apoyo a Massa al otro día de las PASO. 

Frente a los ejes planteados en las presidenciales por Schiaretti -nación vs provincias-, Milei propuso la antinomia casta vs anticasta y Massa un camino de previsibilidad vs un salto al vacío. Ya fuera Schiaretti de la contienda, habrá que ver cómo le va en Córdoba con estas últimas disyuntivas. Desde la ciencia política dicen que los liderazgos actuales no generan conductas automáticas en el electorado como ocurría en el pasado, sobre todo en el caso de los jóvenes. Por eso las estructuras intermedias y bajas del peronismo provincial no van a discutir lo que resuelvan sus líderes, lo que no significa que les vayan a hacer caso. Schiaretti y Llaryora son conscientes de esto y, al cierre de esta edición, parecían decididos a asumir el costo político de la prescindencia.

Partido Provincial

El envión para conformar el Partido Cordobés a partir del aislamiento autonomista del peronismo provincial pareciera estar activo en la cabeza de los principales dirigentes locales. “Se está convirtiendo en un partido provincial, una fuerza subnacional como otros partidos provinciales que alambran su territorio y luego negocian estratégicamente con el poder nacional”, explica el director de la carrera de Ciencias Políticas de la UNC, Javier Moreira.

Ese proyecto convive con el reclamo para que los líderes del peronismo provincial tengan hagan escuchar su voz en el escenario nacional, como por ejemplo respecto a los peligros para la democracia que encarna Milei. “Si no lo hacen es porque estratégicamente no conviene, teniendo en cuenta que el cuadro post elecciones generales es propenso a la conformación de esa construcción provincial”, agrega Moreira. Y explica: “Si a nivel nacional hubiera perdido el peronismo y el proyecto Massa fracasaba, entonces los peronistas cordobeses proyectaban su propia estrategia nacional. Ahora, con el éxito del peronismo de la provincia de Buenos Aires y el relativo éxito de la Nación, lo que va a primar es seguir alambrando la provincia, con una estrategia cach all que convoca tanto a peronistas como a radicales, liberales o socialistas por igual. Llaryora lo dijo explícitamente: van a seguir construyendo desde un discurso federal”.

El politólogo sostiene que la campaña de Schiaretti mostró las virtudes y los límites de la estrategia cordobesista a la hora de proponer un modelo de país. “Schiaretti logró una buena cosecha de votos, pero al mismo tiempo tuvo un discurso incapaz de incluir las realidad del conurbano bonaerense. Porque olvida a actores como los movimientos sociales, que en el AMBA tienen un peso relativo más amplio que en Córdoba; o la mirada que tiene el peronismo respecto al rol del Estado, al papel de la industria o al abordaje de las políticas sociales que sostiene el peronismo de la provincia de Buenos Aires”, afirma.

“Propuso consensos en torno a cierto modelo económico que no le llegan ni al porteño ni al bonaerense. Es un límite que deberá superar Llaryora para proyectarse con más éxito relativo que su antecesor”, concluye.

Guillermo Posada
- Periodista -