“Che, ¿éstos serán nuestros últimos Juegos Deportivos?”. El interrogante fue casi un lugar común entre los participantes de las 14 Olimpíadas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), que se llevaron a cabo en Salta a fines de setiembre pasado. El evento, que reunió a más de 800 personas, entre becarios, investigadores y personal de apoyo, transcurrió atravesado por la incertidumbre sobre el futuro del organismo, cuya privatización fue propuesta de campaña de la fuerza política que había obtenido más votos en las primarias presidenciales del mes anterior.
Más allá de esa inédita contingencia, el certamen volvió a convertirse en un espacio de camaradería, sana competencia e intercambio de experiencias en el ámbito de los científicos argentinos, como sucede desde hace quince años. “Para nosotros es como si fuera el campeonato del mundo”, señala Ana María Baruzzi, doctora en Fisicoquímica, ganadora en Aguas Abiertas (+55) y en los 800m y 1.500m de atletismo (+65) en el torneo que se realizó en el norte del país. “Este evento tiene un valor increíble, que excede lo deportivo y genera un vínculo muy fuerte”, añade.
“Más allá de la competencia deportiva, lo que predomina es la camaradería. Se genera un clima de los más ameno y es muy lindo interactuar con gente con la que tenemos en común el interés por el estudio, pero desde otro lugar. Se trata de compartir y de incluir, y eso me parece súper copado”, apunta Carmela Felippa Ambort, Licenciada en Biotecnología y becaria del Centro de Investigaciones en Química Biológica de Córdoba.
Todos juegan
La edición inaugural de los Juegos Deportivos de la comunidad científica y tecnológica tuvo lugar en Santa Fe en 2008, y desde entonces el torneo se realizó anualmente en diferentes lugares del país, con el paréntesis impuesto por la pandemia en 2020 y 2021.
“Arrancó con cuatro o cinco delegaciones, que sumaban entre 50 y 60 personas, como algo para que nuestra gente pudiera interactuar en un ambiente diferente al académico, y en el último certamen hubo 19 equipos y 820 participantes”, refiere Lucio Simonella, integrante del Comité Olímpico del Conicet (COCO). “El salto cuantitativo se produjo en 2012, cuando los Juegos se llevaron a cabo en Embalse”, puntualiza.
En la actualidad, la competencia se desarrolla en 19 disciplinas: Aguas Abiertas, Ajedrez, Atletismo, Básquetbol, Bochas, Ciclismo, Fútbol, Handbol, Hockey, Kayak, Maratón (Carrera y Caminata), Natación, Pádel, Pesca, Tenis, Tenis de Mesa, Trail, Vela y Voleibol. Y este año se agregaron el Triatlón Criollo (Truco-Taba-Sapo) y los espacios artísticos y de divulgación.
“El evento se ha ido profesionalizado bastante y hoy tiene otra magnitud, a tal punto que estamos evaluando constituirnos en una asociación civil, por el tamaño que ha tomado”, explica Lucio.
Además de integrar el Comité Olímpico del Conicet, Simonella, docente de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, representa a Córdoba en las disciplinas de atletismo y fútbol. Este año se trajo de Salta las preseas doradas de salto en largo, 100m y 200m libres y la de bronce en jabalina, en la categoría +35.
Arriba Córdoba
En la 14° edición de los Juegos Deportivos del Conicet, Córdoba presentó la delegación más numerosa del certamen, con 120 participantes. El contingente que representó a nuestra provincia en el norte del país estuvo integrado por 29 investigadores y 79 becarios, y se completó con una docena de competidores entre personal de apoyo, administrativos y jubilados. Entre los embajadores mediterráneos se destacó la presencia del biólogo Lucas Enrico, quien acredita asistencia perfecta entre 2008 y 2023.
“No sólo somos muchos, también somos buenos”, apunta Simonella con tono risueño. La alusión no es antojadiza, ya que el equipo cordobés obtuvo el primer puesto en la competencia que se realizó entre el 26 y el 29 de setiembre pasado, seguido por las representaciones de Tucumán y Santa Fe.
La representación cordobesa tuvo un cincuenta por ciento de debutantes en Salta 2023. Una de las que tuvo su primera experiencia en el certamen fue Carmela Felippa Ambort, quien se animó a tirarse a la pileta y ganó la medalla de plata en 25m espalda y la presea de bronce en la posta 4x25m.
“Hace poquito que estoy en el Conicet y me enteré de los Juegos por un comentario. ‘¿Un evento deportivo en este ambiente?’, me pregunté. Averigüé cómo era el tema y me decidí por participar en natación”, cuenta la becaria, que también compitió en 25m libre, 25m mariposa y 50m pecho.
“Al principio estaba renerviosa. Como todo egresado de la Facultad de Ciencias Químicas, venía traumada con el tema de la exigencia, pero el día que me sumé al equipo, el entrenador me dijo ‘mirá que acá venimos a divertirnos’, y eso me hizo sentir muy cómoda”, detalla.
Efecto contagio
Con el galardón obtenido en Salta 2023, Córdoba suma siete títulos, ya que también fue campeón en las ediciones de Santa Fe 2009, Mendoza 2010, Tucumán 2011, Corrientes 2017, Córdoba 2018 (el evento tuvo como sede las instalaciones del Estadio Kempes) y San Juan 2022. En las restantes siete participaciones, fue seis veces subcampeón y una vez tercero.
“Nunca nos bajamos del podio, pero eso no es casual. Aquí hay un trabajo cotidiano para sostener y enriquecer la experiencia que el Conicet lleva adelante a nivel nacional, con una competencia provincial que se organiza desde 2018 y con mucha interacción con otros sectores”, explica Lucio.
“Contamos con el apoyo de la Agencia Córdoba Deportes y queremos involucrar a otros organismos, como el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Nuestra idea es contagiar a otras personas y poder ampliar nuestro universo hacia toda la comunidad científica y tecnológica”, detalla.
“Vamos mejorando año a año. Cada vez se suma más gente y es muy lindo ver a los chicos como apenas llegan de los Juegos ya empiezan a organizar sus entrenamientos y sus competencias pensando en la próxima edición”, destaca Ana Baruzzi. “Más que colegas, ya somos todos amigos”, subraya. Y hace votos para que ella y la “gran familia” de los Juegos Deportivos del Conicet puedan repetir la experiencia el año que viene en Bahía Blanca.
“Cerrar o privatizar el Conicet sería una catástrofe nacional”
Ana Baruzzi se define como “la abuela” de la delegación cordobesa en los Juegos Deportivos del Conicet. La exvicedecana de la Facultad de Ciencias Químicas y Profesora Emérita de la UNC registra asistencia perfecta en las últimas 11 ediciones del certamen, desde su primera experiencia en 2011. “Justo había viajado a Tucumán para evaluar una tesis y me invitaron a participar. Como siempre me gustó mucho el deporte, me anoté en natación y en atletismo, y terminé ganando como cinco medallas”, recuerda.
Más allá de atesorar una colección de preseas, de las que dice haber perdido la cuenta luego de los tres Oro y las dos Plata que ganó en Salta 2023, destaca a los Juegos como “un camino de ida”. En su caso, comparte la experiencia con su esposo Guillermo Darbyshire, investigador y docente de la Universidad Nacional de Chilecito y exdirector del Ceprocor.
“El trabajo del investigador es muy individualista, aislado, y este evento nos permite confraternizar y también conocer las tareas que hacen colegas de otros lugares del país. De hecho, muchos proyectos en conjunto se han generado a partir de los Juegos”, destaca Baruzzi.
Reconoce que el último encuentro deportivo nacional del Conicet, que se realizó a fines de setiembre, estuvo atravesado por la incertidumbre que generó en ese organismo la propuesta de “privatización” del candidato presidencial libertario Javier Milei. “Todos estábamos muy asustados con el avance de esta cosa privatizadora, de ese discurso que habla del desfinanciamiento estatal, y la verdad es que en esos días que estuvimos en Salta se habló mucho de defender la ciencia y la tecnología”, apunta.
“Hay cuestiones que quedan en un segundo plano, porque hoy la gente tiene la preocupación de llegar a fin de mes, pero cerrar o privatizar el Conicet sería una catástrofe nacional, un gran retroceso en el desarrollo de los últimos años y también en materia de soberanía, ya que la investigación quedaría librada a los mandatos de empresas u otros países”, enfatiza.
“El Conicet es mi casa, mi vida. Trabajé allí entre 1984 y 2021 y puedo dar fe del gran trabajo que se realiza, tanto en las ciencias ‘duras’ como en las sociales y humanas, que por ahí son menos valoradas. Se hizo mucho en los últimos tiempos y espero que el camino siga en esa dirección”, concluye.