El 4 de octubre de 2006 quedó sancionada la Ley 26.150, que a través de un programa nacional se daría a la tarea de llegar a todas las escuelas argentinas -en todos sus niveles y modalidades; estatales y privadas- para patear el tablero de la educación sexual, históricamente en manos de profesores de biología. Pero como toda Ley, la de Educación Sexual Integral (ESI), si bien supone una construcción necesaria y un proceso, sigue buscando vericuetos por los que colarse, de la mano de maestros e instituciones militantes y con un escaso -casi nulo- soporte estatal.
Los más audaces se esperanzan con que un día la escuela toda pueda pensarse desde una perspectiva de género mientras se atrincheran en defensa de lo conseguido y conforman espacios para plantear los desafíos que tienen por delante.
Un poco de historia. Natalia Di Marco, coordinadora académica de la diplomatura de ESI géneros y sexualidades de la Facultad de Filosofía y coordinadora del Departamento de ESI en la Escuela Manuel Belgrano, destaca la importancia de recuperar las iniciativas vinculadas con una educación feminista o con perspectiva de géneros previas a la sanción de la Ley, ya que fueron el germen que le dio origen: “Me parece que recuperar esto es muy importante porque aún sin Ley ya se venía trabajando con contenidos vinculados a la igualdad de género, a los derechos sexuales y reproductivos. Cuando en 2005 se crea la campaña nacional por el derecho al aborto, en su triple lema incluye la educación sexual para decidir y eso da cuenta de esta militancia que ya había puesto la mirada sobre lo estratégico de la educación sexual. Es decir, cómo pensar que la educación sexual era un camino posible para abordar transformaciones vinculadas a la opresión de género y al machismo”.
Tras su sanción, el paraguas de trabajo fue otro, pero lo que en su momento se celebró como una Ley de avanzada, 17 años después está -generosamente hablando- a medio implementar.
Las trabas. Marcos Ordoñez, médico y Magíster en Salud Sexual y Reproductiva, indica que hay muchos docentes que militan la educación sexual pero que en términos institucionales sigue habiendo un gran vacío: “La ESI tiene un problema, que es una virtud pero que genera al mismo tiempo sus propios límites: la transversalidad. Está bien la transversalidad a todas las materias pero esa amplitud es la que hace que nadie se haga cargo o que termine recayendo en los clásicos de siempre: la profe de biología, que refuerza el viejo modelo biologicista de aparato reproductor femenino-masculino, da algo de prevención de enfermedades, algo de prevención de embarazos no programados y ahí queda”.
Aunque parezca impensado, aún hoy hay en algunas escuelas pedidos de autorización para dar clases de educación sexual. “Antes era casi ineludible pero hoy se supone que no debería suceder porque es un contenido curricular como cualquier otra materia”, dice Di Marco.
Ordoñez señala que el mayor problema de implementación de la ESI son las resistencias personales con respecto a sus contenidos: “Necesitamos un trabajo de deconstrucción social del mundo adulto porque ahí es donde se da un terreno de tensión y resistencia. Hace tiempo que vengo proponiendo la idea de generar espacios para la ESI en este terreno. Ahora tenemos niños, niñas y adolescentes cada vez más empoderados, con más conocimiento y más elementos porque hoy las redes les permiten acceder a todo; y hay un mundo adulto que aún sigue atado a viejos modelos de pensamiento que no brindan respuestas a esta nueva demanda. Las últimas encuestas de consumos de Internet dicen que entre los 9 y 12 años ya todos los chicos y chicas han accedido a consumos de pornografía, y si seguimos en ese lugar pacato estamos quedando desfasados”, afirma Ordoñez.
En efecto, la Ley, que se enmarca en un cambio de paradigma de las infancias y adolescencias, ha generado un fuerte debate en torno a la responsabilidad del Estado y de la familia a la hora de garantizar el derecho a la educación sexual.
Con mis hijos no. “Previo a la Ley lo único que teníamos era la vieja educación sexual, con los docentes de biología. Hay sectores que siguen sosteniendo que esa es la educación sexual que debería seguirse dando; y además, como un aspecto que debería ser manejado por la familia. Pero la familia es el espacio donde más se reproducen los viejos modelos. Precisamente por eso aparece esta Ley, para darle a los niños la posibilidad de tener un contra discurso, no como una manera de oponerse a la familia sino como un conjunto de elementos que tienen que ver con un nuevo tiempo; y la familia no ha tenido esa formación”, dice Ordoñez.
Di Marco señala que la Ley visibiliza esta idea de que la escuela no empezó a educar en sexualidad cuando incorporó la ESI como un contenido curricular: “La escuela enseña a cómo ser niño o niña desde siempre porque ha sido una institución en la cual se han reforzado mandatos por medio de contenidos, uniformes, proyecciones e identificaciones de los roles. Lo que hace la ESI es tomar distancia y objetivarlas. Y plantear que si efectivamente en la escuela se enseña sexualidad, se enseña género, lo que hay que hacer es pensar por dónde debería ir esa educación sexual. Ahí es donde se pone sobre la mesa la perspectiva de género, el respeto por la diversidad sexo genérica, la inclusión de la dimensión de la afectividad, el ejercicio de derechos y el cuidado de la salud y el cuerpo”, que llenan de contenido a la Ley.
Di Marco dice que los sujetos de derecho son las propias infancias y adolescencias y que, sin dejar de contemplar la comunidad o la familia a la que pertenecen, es el Estado el que debe garantizar ese derecho: “En ese marco es que se dieron los fuertísimos debates cuando se discutió la sanción de la ley, como fue el caso de la campaña ‘Con mis hijos no te metas’, que tuvo su origen en Perú pero se replicó en otros países del continente”.
La construcción social en los varones. “Una de las herramientas más importantes de la ESI es la de la perspectiva de género, que nos permite tener una mirada crítica sobre los procesos de socialización. Eso es: cómo hemos sido socializados los hombres y las mujeres y cómo estas diferencias en el modo de socializar generan desigualdades en el mundo adulto”, dice Ordoñez.
El especialista sostiene que mirar críticamente la masculinidad es obligatorio puesto que si no trabajamos sobre las bases de cómo se reproduce social y culturalmente una lógica de masculinidad que deviene en la práctica machista no va a alcanzar ningún mecanismo punitivo para dar respuesta. “La masculinidad no se construye ni se reproduce exclusivamente entre varones sino que se da por mecanismos sutiles e invisibles naturalizados por la cultura que hace que hasta que quien padece el machismo sea parte de su reproducción de alguna manera. Todos estamos atravesados por las lógicas del patriarcado y cuando miramos críticamente la masculinidad ganamos todos porque a nosotros, como varones, también se nos cae encima esta construcción. Es cierto que somos los que sacamos mayores privilegios, pero este mismo modelo atenta contra la convivencia incluso entre nosotros los varones porque crea jerarquías: quien cumple con todos los requisitos del estereotipo está en la punta de la pirámide y el que no, queda abajo. Y más abajo están las mujeres y las diversidades”, advierte.
La realidad de la ESI hoy. Si bien una primera etapa se reflejó fuertemente en la producción de materiales desde el Estado nacional, lo cierto es que su implementación a lo largo de estos años ha sido bastante dispar. “No hay una implementación universal de la ESI, sabemos que no sucede en todas las instituciones del país. Al no haber mecanismos específicos que puedan acompañar esa incorporación y una formación docente que pueda brindar las herramientas para hacerlo, queda librado muchas veces a la voluntad de las instituciones o de los docentes. Sí hay escuelas que han intentado que todos los docentes trabajemos los contenidos tradicionales desde la perspectiva de la ESI. Pero eso sucede poco, sobre todo porque no hemos tenido en la formación una perspectiva de género”, se lamenta Di Marco.
Ambos profesionales acuerdan en que el acento debería estar puesto en la formación docente a través de los profesorados, pero también en la formación continua, ya que eso permitiría una mayor movilidad.
“La aplicación de la Ley no es homogénea, depende del compromiso de la institución y de los docentes, el problema es que sigue siendo voluntario, casi militante con la temática.
Creo que el Estado tiene que establecer reglas claras que garanticen la implementación de la ESI. Si bien hay cursos e instancias de formación me parece que deberían profundizarse mucho más”, dice Ordoñez.
Sin embargo, así como es difícil sostener que la ESI está implementada universalmente “también es cierto que conocemos experiencias situadas que son hermosas y que suceden en lugares que jamás nos hubiéramos imaginado”, detalla Di Marco.
En esta línea, el mapa de docentes comprometidos abarca cada vez más localidades del interior y se están realizando experiencias en espacios como clubes de fútbol o murgas: “Lo que la Ley les da a estos espacios son herramientas para poder trabajar. Hay tensiones y resistencias pero cuando hay decisiones políticas que acompañan en términos de gestión, la ESI habilita ciertas herramientas para acompañar estos procesos que sabemos que son a mediano y largo plazo”.
Diversidades y nuevas generaciones
Con más libertad en el ejercicio de su sexualidad y más flexibles en su modo de pensar, las nuevas generaciones han dejado atrás muchos tabúes, “pero esto no significa que no tengan incorporados muchos aspectos que hay que mirar críticamente porque cuando miramos cómo se vinculan los adolescentes, vemos que estas cuestiones del machismo, el control y la posesión siguen existiendo”, advierte Ordoñez.
El médico sostiene que hay que poner énfasis al trabajo con los varones pero trabajando la masculinidad en términos sociales ya que “no hay nadie que quede por fuera de estas lógicas de reproducción”.
En torno a las diversidades, Ordoñez señala que “la lucha y la militancia de la diversidad sexual ha dado no solamente señales simbólicas en las calles sino también un conjunto de aportes teóricos para poder mirarnos desde otro lugar. Y también desde esos lugares se empieza a hablar de nuevas masculinidades, a pensar otras maneras de ser varón, alejados del viejo modelo y más empáticos, más humanos, cooperativos, compañeros. Sobre todo menos desigual”.
Movimiento Federal xMásESI
En octubre pasado quedó conformado un colectivo federal de docentes que trabaja en todos los niveles y modalidades del sistema educativo (desde el nivel inicial hasta el universitario), en sindicatos y diferentes instancias de los gobiernos nacional y provinciales con el objetivo de defender la Educación Sexual Integral como derecho y política pública educativa.
“El 18 de octubre emitimos un documento común presentando en sociedad el espacio. El documento es básicamente una declaración de principios planteada en el contexto de que la ESI ha sido puesta en la mira de los ataques de los discursos conservadores, fascistas y fundamentalistas”, explica Di Marco, quien forma parte de este colectivo.
La red nuclea a referentes de todas las zonas del país y busca poner de relieve la construcción cotidiana en torno a la ESI y mostrar la dinámica de este movimiento.