¿Qué es la Cultura? Hay una biblioteca entera buscando responder esa pregunta, desde distintos puntos de vista y concepciones. Autores como Edward Tylor, Franz Boaz, Bronislaw Malinowsky, Margaret Mead, Claude Levi Strauss, Ward Goodenough. Clifford Geertz, Marvin Harris, Anthony Giddens y muchos otros han aportado a la construcción y al entendimiento de cómo los humanos y algunas especies no humanas concebimos el mundo y la forma en que vivimos en él. Es tan importante para la vida de los individuos, para la sociedad, como también podría decirse que es algo central en la configuración política de un país.
Así lo entendió Lula Da Silva cuando en enero de 2003 puso al frente del Ministerio de Cultura a Gilberto Gil, un “prócer” de la música y de la cultura brasilera. Lo que hizo Lula fue poner a la cultura como motor de desarrollo del país y no a la economía, como venían haciendo los gobiernos anteriores. Algo inédito en la historia brasilera. Con medidas concretas, desde el Estado incluyó al 80 por ciento de la población que estaba afuera del sistema cultural, especialmente los indígenas y los negros, mayoritarios pero que por primera vez en la historia pudieron ir al cine o comprar libros, entre otros consumos culturales que solamente estaban diponibles para a la población blanca y acomodada de Brasil. Las medidas generaron tanto odio de clase que Gil renunció en 2008. La situación se agravó con el derrocamiento de Dilma Roussef, las falsas denuncias de corrupción, la cárcel de Lula y el triunfo de Jair Bolsonaro.
En Argentina los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner tomaron muchos de los avances del primer gobierno de Lula Da Silva y su ministro Gil en Brasil y en algunos casos los profundizaron. El Ministerio de Cultura a cargo de la también artista Teresa Parodi es todavía recordado por muchos sectores, y también fue blanco de múltiples críticas opositoras, la mayoría más de origen ideológico, aunque hubo algunos casos de supuesta corrupción denunciados en los medios hegemónicos, que nunca llegaron a la Justicia. El gobierno de Alberto Fernández, defenestrado en muchos aspectos, tuvo una política de contención hacia los y las artistas que no pudieron trabajar en la pandemia, mediante los llamados IFE.
Las batallas libertarias
El triunfo de Javier Milei inaugura una nueva etapa en la historia argentina y de la región. Para algunos está claro que el problema del país no es financiero, sino cultural, aunque no es el caso del gobierno de la Libertad Avanza, que prefiere llamar “batalla” al debate sobre la cultura o las culturas que defendemos los argentinos y las argentinas. Las metáforas bélicas como “batalla cultural” están muy arraigas en el ADN militar de la Argentina.
¿Cuál es la definición de Cultura que tiene en mente el nuevo Gobierno? Está lejos de ser explícita, pero puede ser deducida, haciendo un ejercicio a lo Sherlock Holmes de sus discursos, decisiones y comportamientos.
Llegar al Gobierno esgrimiendo violentamente una motosierra, haciendo del negacionismo un “caballito de batalla” (otra vez las metáforas), defenestrando a la “casta política” pero negociando con ella en las sombras para incorporarlas al Gobierno una vez dotados del poder, es también cultural. No se trata sólo de la degradación del Ministerio de Cultura a una simple Secretaría. Tal reducción se entiende desde su concepción economicista financiera y simbólica. Para Milei y su casta sólo hay “gastos” que deben ser reducidos, reconfigurados o “reperfilados” en la terminología macrista. La cultura sería algo así como un nido de “kirchneristas”.
El mascarón de proa del nuevo Gobierno se conforma a partir de la importancia de dos Ministerios claves: el de Economía, a cargo del “Messi de las finanzas” Nicolás “Toto” Caputo, endeudador serial y dudoso financista de turbios antecedentes; y el de Seguridad, a cargo de la reincidente Patricia Bullrich, la “Pato” criolla que vuelve a ocupar un cargo que ya la tuvo como protagonista. Todo parece encaminarse hacia el abismo: el presidente anuncia que habrá estanflación y Bulrrich saca lustre al “palito de abollar ideologías” que señalaba Mafalda en la famosa tira de Quino.
En primer lugar podríamos ir quitando la “s” final de la palabra “culturas”. Por otro lado, más allá de la degradación del área en la estructura del Estado, hay una visión de la cultura entendida sólo con el filtro economicista. Se impone nuevamente la reducción de la cultura a espectáculo; del éxito medido sólo por la cantidad de espectadores; de la fábrica de eventos, del marketing de símbolos impostados y del control ideológico de los hacedores y artistas.
El meteórico ascenso de Milei a la Presidencia, su falta de conocimiento acerca del funcionamiento del Estado y la falta de preparación en sus filas obligó a transar con lo que más odiaba, al menos públicamente: la más rancia casta política se le coló por la ventana y dotó a la transición de un aire conventillero. En el caso del área de cultura, los medios hablaron de una disputa entre la primera dama Fátima Florez y “la Jefa”, como llama Milei a su hermana Karina. Al cierre de esta edición se anunció el nombre del productor teatral Leonardo Cifelli, propuesto por la primera dama, que le ganó la pulseada al embate del macrista Hernán Lombardi, que pretendía el manejo del área y negociaba con Karina. Punto para Fátima.
¿Quién es Cifelli?
Las primeras declaraciones del flamante secretario sorprendieron cuando afirmó que trabajaba en un plan de cultura desde “hace seis meses”. Leonardo Cifelli tiene una amplia trayectoria en el teatro comercial. Produjo, entre otras, “Drácula, El Musical”, “Picadillo de carne”, “Monólogos de la endorfina”, “El jorobado de París”, “La zapatera prodigiosa”, “Las mil y una noches”, “Dorian Gray, el retrato”, “Priscilla la reina del desierto”, “Primeras damas del musical” y “Más respeto que soy tu madre”. Realizó giras nacionales e internacionales con Enrique Pinti, Pepe Soriano, China Zorrilla, Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle. Actualmente produce junto a Carlos Rottemberg “La fuerza del cariño”, con Soledad Silveyra y Osvaldo Laport, que se estrena en enero en el Multiteatro en calle Corrientes de Buenos Aires, aunque ya anticipó que delegó su participación en su colega y amigo Ángel Mahler.
Afirmó también que no tuvo “ninguna bajada de línea” de parte de Milei, quien le dijo: “Llegá y hacé”. En sus declaraciones esbozó algunas ideas de lo que será su gestión. Más moderado que el presidente, conocedor del mundo artístico, trató de dar pistas y un poco de seguridad al sector de trabajadores de esos espacios.
En la campaña electoral varios colectivos de artistas, muchos de ellos populares y reconocidos, como así también representantes de los sectores del cine, el teatro y la música se habían pronunciado en contra de las ideas del libertario, manifestando la incertidumbre y la preocupación por el futuro de sus actividades, sensibles y muy ligadas al apoyo y el cobijo estatal.
El (ex) Ministerio de Cultura tiene aldedor de tres mil empleados y bajo su órbita existen instituciones como el Teatro Cervantes, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional del Teatro (INT), el Instituto Nacional de la Música (INAMU), la Biblioteca Nacional y otras. ¿Qué pasará con ellas? ¿Las atravesará la ola privatizadora o serán desguazadas y absorbidas por el fantasma de la desaparición?
Los medios nacionales hablaron de una reducción del 33 por ciento en el presupuesto asignado a Cultura, pero Cifelli lo negó. Milei le habría dicho que el presupuesto de Cultura no era “tan abultado” y que lo dejaría como está, cambiando lo que había dicho en campaña. Con esta definición, Cifelli declaró que enfocará su gestión en reacomodarlo, enviando proyectos de ley que modifiquen algunos tributos y “manteniendo los subsidios” al cine y al teatro como hasta ahora, pero “cambiando los nombres”. Para Cifelli “siempre son los mismos” y promete salir en busca de artistas que están sin trabajo y que, según él, son el 95 por ciento. Dijo que pondrá al frente de esas instituciones a figuras de renombre que estén en las antípodas del kirchnerismo y sacó chapa de gestor: “les digo que se queden tranquilos, conozco el sector independiente y me dieron total confianza para ejecutar mi plan”. Arremetió contra artistas que habrían cobrado sumas siderales -el doble o el triple- en contrataciones con el Gobierno nacional, muy por encima de sus cachets en el mundo privado. Aduce saberlo por su condición de productor, donde veía cómo trabajaban los artistas “afines al Gobierno” saliente. Es de esperar que ahora sólo trabajen los artistas afines al nuevo oficialismo, con cachets mucho menores fijados por el Gobierno. También prometió federalizar la cultura y crear a nivel nacional esquemas de mecenazgo para artistas jóvenes y desconocidos.
Los sectores en alerta
En la apertura de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata se estrenó un video institucional del INCAA en defensa del cine argentino titulado “Tenemos memoria”, con la voz de Ricardo Darín. El mismo hacía un racconto de las principales películas producidas en los 40 años de democracia y tomó posición en contra de las políticas anunciadas por el entonces candidato Milei. El spot se hacía preguntas: “si fuera una película, ¿dónde la filmarías? ¿Qué historia contarías? Hacía mención a “guerras, independencia, dictaduras y democracia, romances y resurgimientos”. Postulaba que “acá nos reinventamos, crecemos. Tenemos a los que nacen con rivalidades de por vida y vidas que nacen de las rivalidades”. Reflexionaba sobre el trabajo de los realizadores: “acá hay crisis, acá no es fácil; es con ingenio y picardía”. “Por eso jamás pasamos desapercibidos”, decía y mencionaba los múltiples premios y reconocimientos cosechados en las últimas décadas, dejando en claro que “tenemos memoria”. El video cerraba con el tramo de “Argentina 1985" en el que Darín, personificando al fiscal Julio Strassera, termina su alegato con el “Nunca más”, que resume el ideario antinegacionista, de defensa de los derechos humanos y de condena a los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico-militar, que son reivindicados por La Libertad Avanza (LLA).
Desde el sector no se cansan de afirmar que los fondos del cine son generados por el propio cine, que el INCAA es un ente autárquico y que sin el apoyo del Estado no hay cine posible. Argentina es uno de los pocos países del mundo que hace cine en cantidad y calidad.
También circuló durante la campaña una proclama firmada por más de 2.500 artistas de todas las disciplinas teatrales en defensa de "un Estado presente" que reafirmaron su "preocupación ante los discursos que amenazan con desfinanciar y desmantelar el sector cultural". Resaltaron "la larga tradición de lucha y resistencia que ha caracterizado al sector teatral argentino" y destacaron “el haber enfrentado a la última dictadura militar en los años '80 con el movimiento Teatro Abierto” y su oposición a "las políticas de exclusión y ajuste del neoliberalismo" en las décadas siguientes. Además, expresaron su preocupación "ante los discursos que amenazan con desfinanciar y desmantelar el sector cultural cuyo modelo de país significaría el cierre de salas y espacios teatrales, la paralización de producciones y la limitación del acceso a la cultura en comunidades alejadas de los centros urbanos".
Hoy comienza una nueva etapa del país y se verá hacia dónde avanza -o retrocede- la libertad.