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#ArteYMemoria
Esculpir la ternura y la esperanza
Por | Fotografía: Diego Cabrera
Foto: Trinidad Caminos, la escultora cordobesa que inmortalizó a Sonia Torres.
Trinidad Caminos es la escultora que inmortalizó a Sonia Torres frente al local de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba. Egresada de la Escuela de Arte de la UNC, ha hecho esculturas a lo largo del país y el exterior. Cómo fue moldeada la mujer que simboliza la lucha por los derechos humanos.
Publicada el en Entrevistas

Moldear a una figura como la de Sonia Torres no ha de ser una tarea sencilla. Por su historia de vida, por su búsqueda incansable y siempre llena de esperanza, pero sobre todo, por lo que ella representa para la sociedad argentina: un verdadero símbolo de los Derechos Humanos. Sonia murió el año pasado, a los 94 años y fue la escultora Trinidad Caminos la responsable de inmortalizarla para siempre. La dejó ahí, sentada en un banco de la Plazoleta La Merced, mirando al local de Abuelas Regional Córdoba, con la ilusión de ver llegar algún día a su nieto (hijo de su amada Silvina y de su yerno, Daniel). La dejó sentada, con la espalda bien recta, con las manos cruzadas sobre sus rodillas y su mirada esperanzada. La dejó a la vista de todos, para que nunca olvidemos.

- ¿Cómo llegás a este trabajo de esculpir a Sonia Torres?

- Me llamaron del Ministerio de Desarrollo Humano porque querían hacer una escultura de Sonia Torres. Convocaron a varios artistas para que presentaran sus ideas y luego seleccionar la mejor. Así que me puse a trabajar, presenté mi idea y quedé.

- ¿Qué habías presentado?

- Presenté unos bocetos de Sonia. Para hacerlos invité a mis amigas, que se ponían el pañuelo en la cabeza y modelaban para mí.

- ¿El lugar donde iría la escultura ya estaba definido?

- Sí, ellos querían que estuviera sentada mirando hacia el local de Abuelas. Luego, su hija Giselle (Parodi) me pidió que la hiciera sentada, con las piernas cruzadas y una mano arriba de la otra, porque era como ella se sentaba siempre. Mi primera idea fue que ella estuviera sentada con la foto de la hija, pero me dijeron que la querían más realista. Giselle me contó que Sonia iba siempre y se sentaba ahí, con la esperanza de que algún día entrara el nieto a preguntar por ella en el local. Querían eternizar ese momento.

- Es impactante la expresividad de la obra, sobre todo su mirada. ¿Cómo fue el proceso de ese trabajo?

- Es muy interesante porque nuestro trabajo como artistas es igual al del dramaturgo cuando hace una investigación del personaje. Lo que pone el dramaturgo en palabras nosotros lo ponemos en imágenes. Investigué mucho su vida y trabajé con muchas fotos y videos de Youtube. La ponía a Sonia en la pantalla y mientras ella hablaba yo iba corrigiendo la escultura. Para la expresión fui tomando, de todas las imágenes que veía, lo que había en común. Vi sus ojos muy expresivos, su mirada, su sonrisa. Al principio la había hecho muy triste porque me había impactado mucho su historia. Pero su hija me dijo que su mamá siempre sonreía; entonces empecé a moldear más la boca y a no entristecer tanto sus ojos.

- ¿Intervino mucho la familia en el proceso?

- Sí, los familiares iban y venían. Giselle me trajo los zapatos de Sonia porque yo había preparado unos zapatos clásicos pero ella era más moderna, se compraba botitas en las mismas tiendas que los adolescentes. Con la ropa pasó lo mismo, ella era muy coqueta, siempre usaba trajecitos y pantalones chupines.

- ¿Y vos cómo te llevas con esa “intromisión” en tu obra?

- Me gusta. Yo les decía a los nietos: cierren los ojos y cuéntenme qué les queda de su abuela. Y eso es muy útil porque es ahí cuando llegás al espíritu de una persona. Cuando a vos te dicen que hables de un familiar, cerrás los ojos y eso que no olvidás es su esencia, lo que hace al alma de la persona. En eso creo que los artistas tenemos que ser generosos porque por un lado, es una responsabilidad social muy grande plasmar un personaje tan conocido en la vía pública. Le debemos a la familia y a la sociedad la imagen de esa persona. Así que mientras más datos tenga, para mí es mejor.

- ¿Y a vos qué te pasó con este personaje, con todo lo que significa?

- Es el personaje que más me llegó al alma. El día que terminé de hacerle la mirada sentí que ella me estaba mirando. Entonces me cayeron las lágrimas. Yo a Sonia la escuché mucho y me inspiré en una frase que ella decía: “Llevo tatuada la esperanza en el corazón”. Pienso en todo lo que sufrió y en que era tan optimista siempre. Esa frase fue el eje espiritual de la obra.

- Entiendo que tuviste que hacerla en tiempo récord.

- ¡Sí! La primera etapa se hace en arcilla porque este material permite ir corrigiendo los errores. Este periodo se hace generalmente en un mes y medio o dos y yo lo tuve que hacer en 15 días. Luego vino la etapa de calcar los moldes en yeso para luego llenarlos de resina y fibra de vidrio, que es el material definitivo.

- ¿Por qué la utilización de ese material?

- Lo ideal sería hacerla en bronce, pero por los costos es imposible hacerlo en Argentina. En cambio con resina y fibra de vidrio es más económico. Es el material con el que se hacen todas las esculturas que están hoy en vía pública y no son de bronce. También se hacen de cemento, pero no es tan resistente como la resina.

 Pasión por el mármol

 - ¿Cuándo te diste cuenta que te ibas a dedicar al arte?

- El arte me gustó siempre. Empecé a pintar a los 8 años en un taller, también hacíamos esculturas en barro con mis hermanas y mi mamá nos preparaba masa de sal; en casa siempre incentivaron nuestro costado artístico. A los 18 años elegí entrar en la Facultad de Arte y por suerte tuve el apoyo de mis padres. Además me gustaba la música, pero en la Universidad conocí la escultura y me incliné para ese lado. 

- ¿Qué te enamoró de la escultura?

- La pintura es el mundo de la bidimensión y siempre digo que la escultura es una danza en la que uno gira creando alrededor de la materia, de la arcilla, de la piedra.

- ¿Cuál es tu material preferido?

- El mármol. La primera escultura, “El niño por nacer”, la hice en Córdoba con mármoles de acá, en un concurso que gané. Después viajé a Carrara (Italia) a estudiar y a partir de ahí vuelvo todos los años para seguir especializándome. Así que te diría que el mármol es mi pasión. Estuve en las canteras de las que Miguel Ángel extraía el mármol con el que hacía sus obras. Hay talleres al pie de esas canteras donde los artistas extranjeros alquilamos y trabajamos con piedras que nos regalan. Hace más de diez años que tengo esa rutina. Voy, me quedo dos o tres meses, alquilo siempre el mismo atelier y trabajo ahí. Con las esculturas de mármol participo en simposios de escultura.

- ¿De qué se trata?

- Son como maratones. Eligen un escultor de cada país, le dan un bloque de dos metros y el artista tiene veinte días para trabajar en su obra, a veces un poco menos. Y esas obras quedan como patrimonio del lugar. Y siempre que voy a un simposio, en cualquier lugar del mundo cruzando el océano, a la vuelta me quedo en Carrara trabajando.

- ¿Cuál es el destino de las producciones que hacés en Carrara?

- Las hago circular allá. En este momento tengo una serie de quince esculturas que he llevado a Francia porque el 12 de agosto hago una muestra individual ahí. En un pueblo que se llama Arreau.  

- ¿Qué vas a mostrar ahí?

- Todo lo que he hecho a lo largo de mi carrera. Incluso obras que hice acá porque la primera vez que fui a Italia llevé obras de mármol cordobés; son piezas de veinte centímetros. Así que voy a exponer mis primeras esculturas de Córdoba y las últimas, que hice en Carrara.

- ¿Cuándo te vas?

- El 30 de mayo. Me quedo tres meses y en julio me voy a Vielle-Aure, un pueblito francés, porque me encargaron una escultura de dos metros. La alcaldesa vio la obra que hice en el pueblo vecino -La Guardiana del Río Ness, que es una mujer que vigila la creciente del río que cruza los Pirineos- y le gustó tanto que me encargó una similar. Así que iré a hacer La Guardiana II. Será parte de una saga de mujeres que cuidan los ríos.

- ¿En mármol también?

- Sí, en un mármol que se llama “ópera fantástico”, que tiene vetas rojas y amarillas, bellísimo.

- ¿Acá también existe ese tipo de mármol?

- Acá hay un mármol rojo, en La Calera, pero no sé si está abandonada la cantera. El mármol acá se tritura, las canteras no los producen en grandes bloques para tallar.

- ¿Por qué?

- Por un lado por las técnicas de las canteras, que tendrían que tener hilos diamantados para cortar el mármol. Y por el otro, porque no tiene salida; acá se usa mucho el granito, pero el mercado del mármol en Argentina no está desarrollado.

- En Córdoba se puede ver obra tuya, como “La flor de los vientos”, en el Estadio Kempes. ¿Tenés esculturas en otras provincias?

- Sí, en una de las plazas principales de Santiago del Estero tengo una obra de mármol que se llama “La energía”. En la entrada a La Rioja hice “Deseos al viento”; también tengo esculturas en el Chaco, en Neuquén, en la ruta 40.

- ¿Y en el exterior?

- En Qatar, allí representé a la Argentina en un simposio. Luego también tengo esculturas en Turquía, Italia, Portugal, México, el Líbano.

La mujer liberada

- ¿La temática central de tu obra es la mujer?

- En el mármol, sí. Siempre digo que despejo el alma femenina de la piedra. Migue Ángel decía que él sacaba de la piedra lo que sobraba, yo digo que la piedra es femenina y me inspira liberar a la mujer. Me inspiro en los esclavos de Miguel Ángel, que nacen de la piedra, pero la mía es la versión femenina de la mujer liberándose del bloque.

- Y en otros materiales hacés otro tipo de cosas.

- Sí, también hago esculturas geométricas, como “La flor de los vientos”; o cinéticas como la que está en la entrada a La Rioja. Y en mármol hice también un monumento a los trabajadores de las canteras.

- ¿Te va mejor acá o en Europa?

- Lo lindo de Argentina es que como es muy nueva hay plazas que necesitan obras. Entonces, en lo que respecta a las obras públicas, acá se puede hacer mucho. En Europa apunto más al mercado de las galerías, con obras más chicas y de a poco me voy metiendo en ese mercado. Lo que hago mucho allá también es el circuito de simposio de esculturas. Lo bueno es que en Europa hay bloques de mármol grande, entonces me doy el gusto de tallar en grande. Y acá hago mucha obra pública.

- ¿Cómo sigue tu año?

- Después de mis actividades en Francia e Italia vuelvo a Argentina para continuar un taller de mármol. Son talleres que dicto desde hace diez años, trayendo el conocimiento de Italia y que doy cada dos años porque implica mucho movimiento. Así que cuando vuelva daré uno en la zona de Cuyo, donde hay muchos interesados. Para los últimos meses del año tengo la agenda abierta. Me gusta ir y venir, tener esa libertad de movimiento.

Guillermina Delupi
- Periodista -