Se fue en la víspera. Un día antes del aniversario de la creación de La Gazeta de Buenos Ayres, fundada en 1810 por aquel Mariano Moreno al que tanto y tan bien leyó y del que sin duda fue un continuador. Un día antes del Día del Periodista, profesión / oficio que honró e hizo brillar durante más de medio siglo y hasta el último día de su vida. Ayer mismo, en su artículo titulado "De manifestaciones, traiciones y renuncias", Enrique Lacolla propuso: "Argentina debe abrirse paso hacia la autoconciencia. No es fácil: la información está restringida por la convención bienpensante o por un academicismo estrecho, mientras la reacción avanza".
La misma lucidez política y coherencia profesional que en abril de 2008 lo llevó a escribir aquella nota, "La sedición del campo", sobre el lock out de las patronales agropecuarias contra las retenciones móviles a la soja, que Enrique ubicaba en el "viejo problema" argentino de "la irreductible hostilidad de la clase alta a toda redistribución del ingreso que remotamente afecte sus bolsillos, y a la inconsciencia y el seguidismo de un buen sector del medio pelo" (males vigentes y agravados).
Los piquetes de los tractores y las 4x4 eran un "ariete seudo popular para exteriorizar una protesta que, en el fondo, deviene del modelo sistémico impuesto por el neoliberalismo", aclaraba en esa nota que le costó el retiro involuntario de un diario en el que había trabajado 33 años, desde aquellos tiempos en que la triple AAA y el terrorismo de Estado lo contaban entre sus blancos.
Como secretario de prensa del Cispren, tuve el orgullo de publicar en Prensared esa nota rechazada por La Voz del Interior. Desde la confianza construida en esos días difíciles, Enrique me compartió la insólita conclusión (no pública) de cierta asociación dizque defensora de periodistas: "El sistema de medios en que se desarrolla el periodismo en Argentina impide hablar de un caso de censura". Sin escándalo -en gratitud hacia aquel lejano diario que fuera su refugio- pero con firmeza, Enrique respondió: "Aparentemente, para algunos (...) la cortesía es acatamiento y la elegancia renuncia a proclamar los propios puntos de vista. (...) El mío se encuadra dentro de un caso de censura, pues aunque un diario tenga todas las atribuciones para publicar o no una nota firmada en sus columnas, no era esa una situación que ameritase una decisión tan drástica de parte de la empresa, que implicaba sacarme de circulación".
Censura brutal
Mientras tanto, desde el Cispren denunciábamos el "doble acto de censura e intolerancia" y alertábamos sobre una tendencia que en los años por venir se agravaría: "Se trata de un caso emblemático que debe llevar a interrogarnos sobre las supuestas «grietas» que le quedan a un comunicador valiente y talentoso para ubicarse dentro de estos medios cada vez más concentrados. Si a un periodista, intelectual y docente universitario del prestigio y la trayectoria de Lacolla le ocurre esto, qué nos espera a los que todavía creemos en el mandato social del periodismo".
Tal como decíamos en aquel comunicado, Enrique siguió ejerciendo su tarea de periodista que "trasciende a la pertenencia a tal o cual medio de comunicación", porque "se debe en última instancia a sus lectores". Desde entonces hasta ayer mismo, nos ofreció, en su página Perspectivas, esos textos imprescindibles para comprender el crítico devenir del mundo y de la Argentina, y actuar en consecuencia.
"Aquí los lectores encontrarán trabajos dirigidos a analizar distintos escenarios de la realidad nacional y mundial, en una ecuación que tratará de proveer una visión objetiva -lo que no significa que sea imparcial- de los diversos hechos que se ventilan en el ámbito de la política y la cultura", anticipaba en la portada del sitio.
Quique Lacolla fue, además, un profundo analista de la política internacional y un libro abierto sobre la historia del cine, campos en los que ha dejado un valioso legado bibliográfico. Pero su principal desvelo fue el pasado, presente y destino de nuestro conflictivo y paradojal país. Su última nota concluye así: "Cerramos esta nota con un deseo que es el exactamente opuesto al que suele enunciar la 'oposición blanda', que 'no quiere poner palos en la rueda': lejos de pretender que al gobierno le vaya bien, le deseamos la peor de las suertes, pues si cumple sus expectativas la Argentina estará condenada. Escapar a este destino, sin embargo, no será consecuencia ni de maldiciones ni de invocaciones mágicas: sólo puede ser el resultado de la lucha por la cultura, por la conciencia crítica del pasado y del presente y por la presencia del pueblo en la calle".
Gracias por tanto, Enrique Lacolla.
Ojalá estemos a la altura.