De una casa sale un gringuito con el buzo a medio poner, se dirige hacia el auto con su mamá, que abre la puerta del lado del conductor. Unos metros más atrás camina un hombre con cara de buen tipo, algo pelado y canoso, que desde hace un tiempo para sus vecinos y todos los vecinos de la ciudad es el candidato a intendente del oficialismo, el hombre que aparece en todas las redes sociales. Pero los ojos de ese pibe ven a su papá y los ojos de esa mujer, a su marido. El padre y el marido conviven hace un tiempo con el candidato Guillermo De Rivas.
“Uno puede estar en la función pública y es como ser tío o cuidar al hijo de un amigo. Pero ser intendente es ser el papá, es un desafío único, por todo lo que implica llevar adelante este proceso”, dice De Rivas, que tuvo sus primeros acercamientos con las tareas de gestión en la escuela secundaria, donde organizaba encuentros deportivos entre distintos colegios de la ciudad. Después se fue a Córdoba a estudiar abogacía. En “La Docta” no se enroló en ningún movimiento político ni estudiantil y cuando volvió a Río Cuarto se convirtió en el capitán de la primera división de básquet de Banda Norte. Llevó la cinta hasta los 29 años.
A los 24 años rindió su primer concurso docente en la Universidad Nacional de Río Cuarto y entró como profesor a la Licenciatura en Ciencias Económicas para después incorporarse a la nueva carrera de Abogacía. Pese a provenir de una familia de fuerte militancia peronista, ingresó al mundo de la política recién en 1995 como asesor del Tribunal de Cuentas y entró de lleno en la gestión de la mano del ex intendente Alberto Cantero, quien pese a su juventud lo designó secretario de Gobierno. De aquella experiencia, ocho años después, llevó a la gestión de Juan Manuel Llamosas el Presupuesto Participativo. Antes se desempeñó también como Defensor del Pueblo. Hoy, a los 54 años, De Rivas tiene la oportunidad a la que aspira todo político local: ser el intendente de su ciudad. Familiero y cuidadoso de su intimidad. Sus tres hijos -de 15, 18 y 20 años- pasaron a ser los hijos del candidato y, si gana, serán los hijos del intendente.
- ¿Cómo pensás que puede influir en ellos?
- Era una de las grandes incertidumbres que por ahí uno tiene. No digo miedo, pero sí incertidumbre. Uno se expone demasiado y eso puede afectar a la familia, que uno trata de preservar, los ámbitos privados de la familia, de la amistad, de mi club. Intento que afecte lo menos posible y que estén lo menos expuestos.
Desde que aceptó la candidatura, empezó a dejar de lado y postergar las actividades que lo acompañaron durante toda su vida. “Muchos de mis amigos no entendían el porqué, el porqué de la decisión, sabiendo lo que afecta la vida de uno. Porque uno deja mucho tiempo y cosas de lado, extrañas verlos más, pero sabes que en los momentos difíciles siempre van a estar. Aunque se comparta menos y se charle menos, vos sabés que siempre van a estar. Yo lo que les pido es que me entiendan: pueden no compartirlo, pero les digo que va a valer la pena”, asegura De Rivas. Está convencido que desde hace un tiempo y, sobre todo si gana las elecciones, algunas prioridades cambiarán, pero no lo vínculos.
- ¿Cómo fueron las charlas previas en la familia antes de aceptar tu candidatura?
- No hubo. La decisión fue madurando porque se comenzó a mencionar que podía ser el candidato. Estaba en los medios, en las redes, era una de las opciones. Entonces preguntaban y se iba charlando. Pero en mi casa no se habla tanto de política y gestión. Es un modo de ser, no es que uno bloquee ese debate, es nuestro modo de vivir, en casa se habla de otras cosas a diario. En un momento simplemente se dio la comunicación, les dije que había tomado la decisión y lo tomaron con mucha naturalidad. No hubo ni euforia, ni alegría, ni rechazo. Fue: “Bueno, listo, dale para adelante, estamos”.
La familia de “El Guille” ya no solo es un soporte, sino también una isla lejos de la política. El hombre llega después de interminables jornadas de campaña, pasa por el umbral de la puerta de su casa y se saca el traje de candidato para volver a ser el padre y el marido. “Mi casa es el lugar donde quiero llegar, sabiendo que me están aguantando, que me quieren, es mi espacio, mi refugio, el lugar donde puedo sentirme el padre de familia, el esposo y recibir el afecto de los hijos, que siempre está más allá de lo que sucede en la calle”, admite De Rivas.
Dice que le prometió a su familia que en caso de ganar las elecciones dará todo de sí para hacer una buena gestión: “Les dije que se queden tranquilos que si todo sale bien cuando termine el mandato van a estar orgullosos de lo que voy a hacer por la ciudad”.
Compromiso y trabajo son sus pilares, los que le permitirán que, gane o pierda, pueda seguir caminando tranquilo por las calles de su querida ciudad. “Uno fallaría si no hace todo lo que tiene que hacer, si no escucha a la gente, si no labura, si no le pone compromiso todos los días, si no nos vinculamos, si no buscamos los mejores equipos independientemente de lo que piensen políticamente. Lo importante es que quieran a Río Cuarto. Yo les fallaría si en el proceso no hago algunas de esas acciones”, insiste.
- ¿Ser candidato a intendente es tu mayor desafío político?
- Es el desafío más grande de mi vida, la esperanza de ser intendente, el llegar a serlo. Sé que es un camino difícil, que habrá que buscar los momentos de disfrute y encontrar el disfrute aún en momentos difíciles. Es una responsabilidad realmente muy grande que conlleva momentos de decisiones complicadas, pero también de mucha alegría cuando le mejorás la calidad de vida a la gente.