A los historiadores del futuro les costará entender que pasó en Río Cuarto el 23 de junio de 2024. Será difícil explicar cómo la segunda ciudad y capital alterna de la provincia de Córdoba se convirtió en un original laboratorio político, donde se puso a prueba la dirigencia tras el vertiginoso ascenso al poder del libertario Javier Miel y la consiguiente disolución del esquema tradicional de alianzas que regía hasta el año anterior. Pero sobre todo les costará entender por qué el oficialismo rifó el poder en una división absurda, cómo hizo la oposición para recomponerse de una interminable seguidilla de derrotas y cómo fue posible que los libertarios no capitalizaran con un candidato propio la impresionante adhesión que su líder concitó en el balotaje, donde casi ocho de cada diez riocuartenses le dieron su voto para llevarlo a la Casa Rosada.
Como sucedió el año pasado a nivel nacional -pero sin la posibilidad del balotaje-, Río Cuarto parece encaminarse hacia un escenario electoral de tercios, donde la disputa cuerpo a cuerpo se dará entre los peronistas Guillermo De Rivas y Adriana Nazario y el radical Gonzalo Parodi.
La simple matemática indica que, al dividir por dos, el peronismo tiene todas las chances de perder. La situación del oficialismo se agrava porque sus oponentes lograron superar sus diferencias y -a excepción del PRO, que se cortó solo- y Parodi mantuvo dentro del espacio tanto a sus rivales internos como a sus históricos aliados. En una muestra de pragmatismo político, el dirigente radical le entregó los primeros dos lugares de la lista de candidatos a concejales al propio Gabriel Abrile y a la referente de la Sociedad Rural Ana Vasquetto, y el tercer lugar al juecista Pablo Benítez. Aunque por otros motivos, pero con lógica similar -esconder a "la casta" detrás de los "independientes"-, la lista de Hacemos Unidos por Río Cuarto ubicó en primer lugar al ignoto presidente del Parque Industrial Gustavo Perlo, a la divulgadora Paula Dalmasso y al tecnócrata que mantuvo a raya las finanzas municipales Pablo Antonietti. Recién en cuarto lugar asoma Ana Medina, un cuadro político de fuste que supo hacer milagros en la gestión con recursos escasos.
De las tres listas con mayores chances, la única que invirtió esa lógica fue Adriana Nazario. Contrariamente a lo que dictan los manuales de la hora, la ex compañera de José Manuel De la Sota priorizó a los leales ubicando como cabeza de lista al ex legislador Franco Miranda, la ex concejal Leticia Paulizzi -que tras su fugaz paso por el Edecom se refugió en dependencias del gobierno nacional bajo el ala de Sergio Massa- y el concejal Guillermo Natali, que irá por el milagro de su tercer mandato en el Concejo Deliberante, donde a pesar de la ruptura todavía preside el deshilachado bloque del oficialismo municipal. Más "casta" no se consigue.
¿Tres para uno?
Pese a las diferencias de criterio en el armado de las listas, es difícil encontrar diferencias ideológicas de fondo entre los candidatos con mayores chances de suceder a Llamosas en el Palacio de Mójica.
Con una historia plagada de traiciones -donde el nombre del ex concejal Jorge Alves todavía retumba en los principales enclaves del PJ-, en el peronismo ya comienzan a pasarse facturas ante la posibilidad cierta de una derrota. Y es que resulta inexplicable para los analistas políticos la incapacidad de la dirigencia riocuartense de llegar a un acuerdo de unidad luego de ocho años de gobierno exitoso. Porque más allá del bajón del último tiempo, Llamosas tuvo una buena primera gestión, sobrevivió a la pandemia del Covid y se despide con una alta imagen positiva. Como conductor político, en cambio, fue perdiendo autoridad desde el momento mismo en que asumió las riendas del PJ. A tal punto que los precandidatos a sucederlo fueron surgiendo como hongos -llegaron a sumar una decena- mientras el intendente mantenía cerradas las puertas del mismo partido que supo ser caja de resonancia política y apoyo a su gestión durante la larga presidencia de Hugo Abraham, hoy enrolado en las filas de Nazario.
El éxodo de dirigentes del núcleo duro del llamosismo fue directamente proporcional a su pérdida de liderazgo en la ciudad, desde el temprano portazo de su amigo Mauricio Dova hasta la insólita renuncia de Camilo Vieyra, el candidato a intendente que nunca declinó su postulación pero no se presentó ante la Junta Electoral. En el camino, Llamosas resignó la candidatura a vicegobernador, no presidió la Unicameral -pese a haber sido cabeza de lista- y tuvo que sacar un candidato de la galera cuando la realidad imponía como su heredera natural a Nazario.
Despechada por el ninguneo del llamosismo -el inefable Julián Obeti la nombraba despectivamente como "la señora"- , la ex primera dama hizo saber que esta vez jugaría a fondo y, previendo que las puertas del partido seguirían cerradas, armó una estructura política propia para disputar la intendencia. ¿Lo hizo porque está convencida de que puede ganar o se inmoló para evitar la extinción de su grupo político, llevando a los más leales al Concejo Deliberante?
¿Qué pasó entre Llamosas y Nazario para que no pudieran acordar una lista de unidad? Poco importa ya: ambos serán responsables si el peronismo resigna el gobierno de la segunda ciudad de la provincia y el gobernador sufre su primera derrota electoral en tierras mediterráneas.
Giro a la derecha
Cuando ganó la elección interna en la UCR, Gonzalo Parodi pintaba para encabezar una coalición de centroizquierda. Y si bien se liberó del PRO e incorporó a la ex concejal de Respeto Patricia García, los coqueteos de Abrile con los libertarios encendieron luces de alarma en su búnker. Los datos duros de las encuestas hicieron el resto: en un distrito donde Milei hizo la mejor elección del país y aún conserva altos niveles de adhesión, decidió dar un volantazo a la derecha en busca de los votos libertarios.
El "Pampá" quiere evitar que le suceda lo mismo que a Eduardo Yuni cuando enfrentó a Llamosas y perdió muchos votos ante el entonces ascendente Pablo Carrizo. Por eso decidió ir en busca de los votos de Milei. Primero acordando con Abrile -el radical más libertario del partido- y después prometiendo drásticas medidas de austeridad en el gasto político, omitiendo su pasado como responsables del área social de uno de los gobiernos peor administrados de la historia reciente de la ciudad. El toque bullrichista de su campaña la dio la presentación en sociedad de la deshilachada tropa de policías jubilados que propuso para cuidar las espaldas de los riocuartenses.
Parodi, que ha demostrado más audacia como candidato que como funcionario público, fue todavía más allá y se apropió del eje económico que le permitió a José Manuel De la Sota desplazar al radicalismo del poder provincial luego de 16 años de hegemonía: la promesa de reducir un 30 por ciento los impuestos. Sorpresivamente envuelto en la bandera insignia de De la Sota, oculta toda referencia a su pertenencia radical: lejos de la Lista 3 y el tradicional escudo blanquirojo del centenario partido, la identidad política de su coalición Primero Río Cuarto es tan lavada como las inconsistentes consignas de su sinuosa campaña electoral.
El fantasma del ex gobernador De la Sota -político pragmático si los hubo- se coló también en las dos listas peronistas. Nazario lo invoca por derecho propio -fue su compañera de vida y de gabinete varios años-, pero su hija Natalia viajó especialmente para pasear su espectro entre las filas de De Rivas.
La reencarnación de De la Sota en la campaña es tal vez la imagen más patética de la falta de liderazgos en el nuevo escenario político, tanto nacional como provincial y municipal. Después de que Milei lo subiera al ring y eyectara del gobierno nacional sin miramientos al inefable Osvaldo Giordano, Llaryora parece cada vez más resignado a someterse a los caprichos del libertario. Y el otrora poderoso lugarteniente de Juan Schiaretti en el sur, Carlos Gutiérrez, se dedica a denunciar a sus ex compañeros de ruta por recordarle la traición a sus convicciones y a su propia historia al acompañar con su voto la Ley Bases que impulsa el socio de su jefe político.
En una elección de tercios habrá que ver cuántos votos obtienen los otros siete candidatos –Nicolás Forlani (Viva Río Cuarto), Gustavo Dovis (Partido Humanista), Rolando Hurtado (PRO), Andrea Casero (Encuentro Vecinal Córdoba), Pablo Carrizo (Conciencia Desarrollista) y Lorena Rojas (Frente de Izquierda) y Mario Lamberghini (Partido Libertario)- y si alguno logra la hazaña de acceder a una banca en el Concejo Deliberante.