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De la radio del pueblo a la pantalla de la ciudad
Foto: Martlín Urricelqui es la cara del noticiero de Canal 13 de Río Cuarto.
Martin Urricelqui, periodista egresado de la UNRC, es uno de los conductores de Telediario, el noticiero de la televisión abierta de Río Cuarto. El empujón de la pandemia, la formación profesional, el streaming y las nuevas plataformas.
Publicada el en Entrevistas

Martin Urricelqui, periodista de Telediario en Canal 13 de Río Cuarto, separa su trabajo profesional de su actividad en las redes sociales. Tiene muy bien organizada su rutina y es muy estructurado. Por eso se sorprende al escuchar una pregunta inesperada. A pesar de llevar más de once años en televisión, se queda en blanco cuando se le pide alguna anécdota de su profesión. Se queda unos segundos en silencio, la mirada a un punto fijo mientras se enfría su café, hasta que por fin recuerda un momento incómodo que pasó durante un programa en vivo con una ciudadana, que se terminó convirtiendo en meme. Sucedió en tiempos de pandemia, en la fiesta de San Cayetano: el móvil de Canal 13 cubría la peregrinación y el cronista Jorge Dedominici entrevistaba a una señora que, de buenas a primeras, cambió de tema y se quejó de lo sucias que estaban las garrafas de gas. Urricelqui se quedó petrificado, desconcertado y se produjo un silencio incómodo. Hasta que el oficio de Dedominici les permitió sobrellevar la situación, pero el fragmento fue editado por alguien que desde el anonimato lo subió a las redes sociales y desde entonces es un celebrado meme que cada tanto vuelve a aparecer. “La gente está acostumbrada a pensar que si quiere que algo se solucione tiene que salir en la tele”, dice Urricelqui, resignado.

Urricelqui no sabe por qué eligió estudiar Comunicación Social. Sus primeras opciones fueron economía o ingeniería química, pero de un día para el otro se dijo: “voy a ser comunicador social”. Con el tiempo se dio cuenta de que siempre hubo indicios sobre lo que realmente le gustaba: solía colaborar en la radio de su pueblo haciendo historia regional, participaba en las revistas de su colegio y siempre le gustó el consumo cultural.

Viajó desde Coronel Charlone, un pueblo de menos de dos mil habitantes de la provincia de Buenos Aires, a la ciudad de Río Cuarto para estudiar Comunicación Social en la UNRC. Descubrió su vocación televisiva durante el trabajo final de la carrera, por el que debía cumplir 200 horas de prácticas para recibirse. De pronto se encontró descubriendo los rincones de Canal 13 y experimentó por primera vez los nervios de estar frente a una cámara. Sus primeras apariciones consistieron en comentar noticias de color relacionadas al furor de las redes sociales. Hoy conduce el noticiero del mediodía junto a Vanina Cacace.

- Telediario fue el primer lugar en el que trabajaste. ¿Cómo fue ese proceso para llegar a conducir el noticiero?

- Cuando uno empieza, el primer día llevas papeles de un lado para el otro y ves qué más podés hacer. Después me fui haciendo mi lugar. Van surgiendo las oportunidades, también tiene que ver lo que vos sos capaz de generar para hacerte un lugar. Los equipos están armados y las cosas funcionan de una manera sin vos y tenés que tratar de buscar la forma de ayudar a ese equipo.

Urricelqui dice que tuvo la suerte de tener buenos compañeros que le dieron un lugar sin recelo y tuvieron confianza en él. Y así fueron surgiendo oportunidades para mostrarse y asumir responsabilidades. Una de esas oportunidades fue la pandemia. La pandemia fue como un quiebre para nosotros”, afirma.

Antes de que se declarara la cuarentena obligatoria el canal había dispuesto un protocolo que dividía el equipo en dos: los que trabajarían dentro de las instalaciones y los que lo harían desde afuera. Así, en caso de que hubiese algún contagio o contactos estrechos, el grupo que estaba afuera reemplazaría al de adentro sin interrumpir las transmisiones. Por ser una persona joven y saludable, Urricelqui quedó adentro. Llegaba todas las mañanas prácticamente a abrir el canal y coordinar al equipo: coordinaba por teléfono con el cronista y el camarógrafo, con el editor responsable del videograph y los títulos, que trabajaba vía remota desde su casa. Sólo para el momento de la puesta al aire iban, no mucho tiempo antes, el director de cámaras, el sonidista y el resto del equipo. El control estaba dividido: había paneles de vidrio, no tenían invitados en piso y las notas se hacían por zoom. Pese a que fue una situación de excepción, para Urricelqui fue un empujón definitivo en su carrera: “Fue para mí una escuela de conducción de noticiero: yo era el productor ejecutivo, el jefe de noticias, el conductor, o sea, tenía que hacer todo. Asumir ese rol fue un super aprendizaje y de alguna manera me marcó el camino para lo que venía”.

- ¿Debería reforzarse el valor de la profesión?

- La profesión no está valorada y creo que en algún punto con algo de razón. Quienes hacemos periodismo también hemos hecho mérito para que haya una sociedad que descrea de muchas de las cuestiones que nosotros hacemos. A veces por mala praxis, en otros casos porque hay una acción decidida del periodista de hacer las cosas mal o de hacerlas de una forma que no es lo que la sociedad espera. En otro caso cargamos sobre nuestras espaldas lo que las empresas en las que trabajamos pueden hacer, a veces el exceso de mercantilización de la información termina condenándonos a nosotros, que tenemos las mejores intenciones.

Urricelqui no cree que el periodismo sea el cuarto poder, pero sí un actor importante de la sociedad que debe contribuir al funcionamiento del sistema democrático: “La gente no nos vota, nos elige por confianza, por practicidad, por un montón de cosas que hacen que prendan la tele en el horario en el que estamos, pero no nos vota para resolver los problemas, en todo caso sólo somos auxiliares”.

 - ¿Qué pasa con los “no periodistas” que asumen el papel de informar a la gente? 

- En todo lo que tiene que ver con las competencias con las que nos encontramos los medios tradicionales, en definitiva, es el público el que termina eligiendo. Nosotros teníamos este debate hasta la pandemia, sobre ciertas voces que se presentaban como medios periodísticos, pero después nos dimos cuenta de que la gente se terminó volcando hacia nosotros porque necesitaban contrastar la información y buscan la confianza que les da una marca periodística y el nombre de determinado periodista a la hora de contar las cosas. Eso es lo que nos fue afianzando. Después nosotros tendremos que hacer la autocrítica y también preguntarnos qué hacer para retener esa confianza en la gente, que hasta ese entonces la habíamos perdido. 

- ¿Cómo ves al periodismo del futuro? ¿Es necesario un cambio?

- El escenario es muy incierto, lo que uno ve son todas transiciones que se viven. Lo que tiene que quedar en claro es que el periodismo se hace con una materia prima que es la información y los periodistas somos quienes nos encargamos de tomar esos datos de la realidad, jerarquizarlos, procesarlos, pasarlos por un tamiz y darles la forma de noticia para encuadrarlos en distintos formatos periodísticos. Quizás lo que está hoy en crisis, en discusión o nos pone en debate, tiene que ver con el formato a través del cual hacemos periodismo. Hasta hace unos años era claro, se hacía a través de la televisión, lo impreso o la radio. Hoy no y hay que ver qué es lo que termina rindiendo mejor.

- ¿Qué pasa con la nueva tendencia del streaming como plataforma?

- Tengo una postura muy crítica en torno a lo del streaming porque me parece que es una especie de burbuja. Quienes venimos de los medios tradicionales vamos a ver qué hay y nos encontramos con algo que sí es entretenimiento, pero no sé si será posible ajustar esa plataforma a formatos periodísticos. Hoy no lo estoy viendo como algo periodístico, pero no dejo de desconocer que hay mucha gente -sobre todo de la audiencia que los medios tradicionales hemos perdido o quizás nunca tuvimos, que es la audiencia más joven- que está ahí y que vamos a tener que ir a buscar de alguna forma porque hay algo de lo que nosotros hacemos que no los atrae.

Urricelqui afirma que son muchas las cuestiones que ponen la profesión de periodista en jaque, entre ellas la creciente precarización laboral y las dificultades de financiamiento de los medios: “Hoy es difícil que los medios ofrezcan contratar gente, es más factible encontrar empresas periodísticas que ofrezcan retiros voluntarios”, asegura. Dice que son pocas las empresas - incluido Canal 13 de Río Cuarto- que se ajustan a lo que establecen los convenios colectivos de trabajo y en cambio se van multiplicando otros medios como emprendimientos unipersonales o bajo la modalidad del monotributo. Al no estar bien remunerados, los periodistas deben salir a buscar otros trabajos y la calidad del periodismo se va deteriorando, asegura.  “Hoy en la ciudad si haces un relevamiento somos muy pocos los periodistas que podemos trabajar sólo de ser periodistas o que sólo trabajamos en un lugar, la mayoría de periodistas tienen dos o tres trabajos para poder vivir”, insiste. Y se incluye al afirmar que los periodistas están dentro del conjunto de trabajadores con salarios más degradados en el último tiempo. Eso lo entristece y explica gran parte de la decadencia que se ve en el periodismo que se ofrece en la ciudad, no sólo en la televisión, sino en todos los medios de comunicación. Es un debate que, asegura, recorre todo el país.

Camila Aguirre
- Estudiante de periodismo -