Es la cara visible de los universitarios de todo el país. Fuerte, luchadora y segura de sí misma, no le tembló el pulso cuando hace un mes leyó en Plaza de Mayo, ante una multitud, el documento elaborado por los organizadores de la marcha en defensa de la universidad pública; tampoco cuando concurrió al Congreso Nacional a oponerse a la Ley Bases impulsada por Javier Milei, que esta semana aprobó el Senado. Nacida en Río Cuarto el 15 de septiembre de 1997, Piera Fernández Pïccoli es la más chica de tres hermanos y le gusta usar el apellido de su madre en honor a sus abuelos italianos.
Estudia Licenciatura en Ciencias Políticas en la UNRC y en estos días defenderá su tesis, cuyo tema no podía ser más actual: empresas públicas. Su cabellera rubia y su amplia sonrisa lucen con una pared de fondo que muestra viejas bolsas de arpillera de cafetales brasileños. Apoya sus brazos sobre la mesa, toma café y cuenta con naturalidad cómo llegó del Centro de Estudiantes de su Facultad a la presidencia de la Federación Universitaria Argentina.
- ¿Por qué estudiaste Ciencias Políticas?
- Siempre tuve una veta artística, nunca pensé que iba a derivar en la política. Pensé estudiar cine y vivir con mi hermana Marianita en Córdoba. Pero en sexto año ella me dijo que había visto el programa de Ciencias Políticas y le parecía que era para mí. Cuando leí el plan de estudios y vi que además la carrera estaba en la Universidad de Río Cuarto dije bueno, es por acá.
Piera reparte sus días entre armar valijas y disfrutar de su casa quinta al oeste de la ciudad. Aún vive con sus padres. Por su función, está una semana en Río Cuarto y otra viajando. Define a sus días como una odisea.
Por la diferencia de edad con sus hermanos mayores, prácticamente fue criada como hija única. “Muy malcriada y con muchos privilegios”, admite.
Su mamá es docente y especialista en arte visual, especializada en la obra de Líbero Pierini. De ahí proviene su nombre: Piera.
- ¿Cuándo se despierta tu interés por la militancia? ¿Tus papás militaban?
- No, no son militantes, ninguno de los dos. Mi mamá es docente, mi papá empleado de comercio, se dedica a la venta de autos. Ambos están jubilados, pero siguen trabajando por la situación económica que estamos viviendo. Para mi mamá la militancia había sido simbólicamente muy fuerte: vivió su juventud durante la dictadura militar. Votó por primera vez a los 24 años y se acuerda de la figura de Raúl Alfonsín. Esa idea estaba presente en mi casa, pero sin ninguna pertenencia partidaria. Mi introducción a la militancia fue en el secundario. Estaba en el colegio Leonardo Da Vinci y fueron de la Municipalidad a invitarnos a un programa que se llamaba “Gabinete Joven”. Los funcionarios municipales hablaron de su experiencia en los centros de estudiantes, de cómo participaban y yo, desde la ignorancia absoluta, levanté la mano y pregunte: ¿Por qué nosotros no tenemos centro de estudiantes? ¿Podemos tener uno? Entonces con mis mejores amigos y compañeros fundamos el centro de estudiantes en nuestro colegio. Fue una experiencia alucinante, yo amé el colegio secundario.
- Disculpa, ¿qué vas a tomar? - pregunta la moza.
- Un cortado-, responde Piera.
- ¿Jarrito?
- Sí, sí, en jarrito.
Desde chica Piera fue inquieta y nada introvertida. Participó en talleres de arte para niños, hizo radio y locución en LV16, practicó teatro con Jorge Varela en El Mascaviento. Su mamá le leía mitos griegos y ella escribía poesía. Le enoja la injusticia desde que era niña. Hace una pausa para llevar un bizcocho a su boca y tomar un sorbo de café. Sonríe y cuenta que en la escuela primaria viajó a Jujuy con el grupo Abriendo Surcos al desentierro del carnaval. Llevaban ropa para donar, que se entregaba a la iglesia. Mientras estaban en el pueblo, la gente les dijo que la iglesia no les entregaba la ropa, que la vendían. Indignada, empezó a escribir carteles y fue puerta por puerta avisando a la gente que había ropa donada en la Iglesia para que la fueran a buscar. Cuando subió a colectivo que la llevaría de regreso, vio una fila de gente haciendo cola frente a la Iglesia para pedir la ropa.
Piera dice que le debe sus valores a su familia: su mamá le inculcó la sensibilidad por social y la pasión por la educación; su papá el temperamento, la fortaleza y la calma en los momentos difíciles. Además de centro de estudiantes de su colegio, también participó de la fundación de la Unión de Estudiantes Secundarios de Río Cuarto. Acordaron tener un espacio independiente, sin banderías políticas.
De la Franja a la FUA
En el proceso de unión y contacto con los centros de estudiantes de distintos colegios, Piera comenzó a sentir afinidad con los chicos y chicas de la Juventud Radical y se empezó a involucrar con el partido. Al ingresar en la Universidad, ya sabía que su espacio era Franja Morada. El Espacio Independiente lideraba el Centro de Estudiantes de la Facultad de Humanas. En 2019, fue candidata a presidente del Centro de Estudiantes por “La Franja” y resultó electa.
- ¿Cuándo diste tu primer discurso en público?
- Fue en 2015. Estábamos luchando para conquistar el voto a partir de los dieciséis años en Río Cuarto y el 16 de septiembre, en el marco del aniversario de la Noche de los Lápices, hicimos una marcha. Al final se había montado un escenario y fue la primera vez que di un discurso para mucha gente.
- ¿Qué sentiste?
- Los sigo sintiendo al día de hoy, es algo que no se va.
Piera fue abanderada en el primario y obtuvo el mejor promedio de los colegios secundarios. Llevó la bandera en el secundario y también en la Universidad, hasta que la pandemia interrumpió las ceremonias públicas. Igual, el Consejo Superior la incluyó entre los mejores promedios de cada facultad para representar a la bandera. Está entre los cinco mejores promedios de la Facultad de Humanas.
Un momento bisagra en su vida fue cuando viajó a hacer una formación en España y Colombia. Ahí descubrió su fuerte vocación por la educación. A la vuelta hizo una pasantía en el Congreso Nacional, donde conoció a la diputada Carla Carrizo, que le propuso trabajar sobre empresas públicas. “Aprendo muchísimo, me acompañan un montón. En este momento no hay mucha información sobre empresas públicas; es uno de los elementos que trabajo en mi tesis, que es el acceso a la información pública”, dice Piera.
Su trabajo en CABA la acercó a la dirigencia nacional de su partido. Hoy admira a varias mujeres radicales, que tiene como referentes: la ya mencionada Carrizo, las diputadas nacionales Mariela Coleta, Daniela Tabela y Gabriela Brower y las referentes partidarias Inés Brizuela Doria y María Luz Storani.
En diciembre de 2022, Piera fue electa presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Comparte la conducción con Ariel Concetino, que proviene de las agrupaciones de izquierda y es el secretario general de la Federación. Al final de la multitudinaria marcha en defensa de la educación pública que se hizo en abril, Piera fue una de las dirigentes que leyó desde el palco el documento elaborado como cierra de la histórica jornada.
- ¿Eras consciente de lo que estaba pasando en ese momento?
- Tomé conciencia cuando vi las imágenes. Me quedé sin voz leyendo, ese discurso me dejó sin voz. Yo sabía que me tocaba leer el discurso final.
El acuerdo, cuenta, fue difícil de construir. Hubo que buscar los consensos necesarios dentro del frente sindical. Como representante del movimiento estudiantil, pidió que fuera un representante de la FUA quien leyera el documento final. Había que mostrar unidad porque el gobierno apuntaba a dividir el frente sindical universitario. Cuando levantó la vista para comenzar con la lectura, la plaza de Mayo estaba desbordada, como en los momentos más importantes de la historia del país.
Aquella joven que formó el primer centro de estudiantes de su colegio en Río Cuarto se metía de lleno en la historia grande de la patria.
Mansa y tranquila
Piera Fernández disfruta la tranquilidad. Prefiere las reuniones íntimas con sus amigas antes que ir al boliche. No cambia las pistas por una buena juntada a comer, jugar al truco y quedarse charlando hasta tarde. Hace algún tiempo que ve poco a sus amigas por su intensa actividad política, pero no se siente sola: ellas son su principal sostén y se baten a duelo en las redes con el ejército de trolls que el gobierno libertario suele enviar a sus opositores. Tiene amigos de todo el espectro político y con todos dialoga a pesar de sus diferencias. Su límite es la gente dañina, que construye desde la envidia y busca la destrucción del otro.
- ¿Sos católica?
- No, no soy católica, tomé la comunión por mi grupo de amigos.
- ¿La iglesia como institución?
- Milité mucho en la campaña del aborto, me considero una militante feminista. No voy a la Iglesia, no practico. Tengo muchas diferencias.
- ¿Tenés un amor…?
Suspira, se cruza de piernas, se inclina hacia atrás y exclama:
- ¡Uff, qué pregunta!
- ¿…un amor mascotero?
- ¡Ahh sí, obvio! -se ríe con ganas-. Se llama Yaco, es el amor de mi vida, el sostén de mis viejos.
Yaco es un perro ovejero alemán que pesa 45 kilos y duerme a los pies de su cama.
Piera admite que la palabra vocación la define como persona: se define defensora de la educación pública, le encanta la docencia y le gustaría dar clases.
-Cuando la máquina Piera cierra su día, ¿en qué se refugia?
Hace silencio, se emociona, respira profundo, dice “uffff” y por fin contesta:
- En mis amigos y mi equipo de trabajo, que también cuentan como En mi familia y en mi perro. Hay días muy duros, con los insultos en las redes, entre otras cosas. Cuando todo se pone complicado, una sabe que tiene su casa y sus amistades. Esa tranquilidad no tiene precio.