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#FútbolFemenino
Soldado del deporte
Foto: Zulema Servin Correa sigue en el Ejército, pero su prioridad ahora es el fútbol.
Zulma Servin Correa integra Las Cyborgs, la primera Selección Argentina de fútbol femenino de mujeres amputadas. Es personal civil del Batallón de Arsenales de Holmberg y en noviembre viajará a Colombia a representar al país en el primer Mundial Femenino de la disciplina.
Publicada el en Entrevistas

Es un otoño más frío que de costumbre. Entre la poca gente que recorre la calle, ella camina la media cuadra que separa su casa de la panadería de la esquina. Su cabello rojizo parece tomar los colores cálidos que esta tarde otoñal no tiene. En pocos minutos, regresa y vuelve a entrar por el pasillo que la lleva a la puerta de su casa. Uno de sus gatos la recibe y ella entra rápido para apagar la hornalla de la cocina. “Nunca jugué al fútbol, ni antes ni después del accidente. Yo siempre hice danza, bailaba folklore”, cuenta mientras pone el agua en el termo y prepara el mate. De bailar en el escenario del Pre Cosquín 2019 a jugar un Mundial hay más de un paso y un compás, pero eso no es un limitante para quien cree que los límites solo están en la mente. Zulema Stella Servin Correa es riocuartense y una de las 13 mujeres que viajará a Barranquillas, Colombia, a representar a Argentina en el Primer Mundial de Fútbol Femenino de Amputados.

Las Cyborgs son la primera Selección Argentina de Fútbol Femenino de mujeres amputadas. Su apodo fue acuñado por Zulema, en uno de los primeros encuentros virtuales entre jugadoras y el cuerpo técnico. “Un cyborg es mitad humano y mitad robot y todas nosotras tenemos nuestra prótesis y andamos ‘metalizadas’ por la vida, propuse ese nombre y quedó”, explica. Está Selección se encuentra nucleada en la Federación Argentina de Futbolistas Amputados (FAFA). El equipo masculino -apodado Los teros- tiene más de 20 años de historia como seleccionado, mientras que el femenino comenzó recién a fines de 2023.

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Un día de noviembre, como cualquier otro, la quietud de la rutina fue interrumpida por un mensaje de Instagram. No era un conocido de Zulema. El mensaje era de Héctor Sosa, parte del cuerpo técnico de un seleccionado que empezaba a reclutar jugadoras. “No recuerdo bien, pero decía que estaban juntando mujeres amputadas para hacer una selección que podía irse a Colombia a jugar un Mundial. Yo no sabía correr con la prótesis, ¡menos jugar al fútbol!”, recuerda, entre risas, “Zule”, como la llaman sus más cercanos. Su primera reacción fue de sorpresa e incredulidad. El mensaje parecía más propio de una realidad paralela. Tras confirmar que la convocatoria era cierta y hablar con Fernando Mazzeo, el director técnico, las dudas se disiparon por completo.

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En el fútbol jugado por amputados los jugadores no pueden utilizar sus prótesis; se utilizan bastones canadienses. Aprender a caminar y a correr con ellos fue el primer desafío del año para Zulema. El largo camino al Mundial, que se disputará entre el 2 y 11 de noviembre, comenzó el 2 de enero. El rosedal del Parque Sarmiento y el intenso calor del verano fueron testigos de los primeros entrenamientos. Allí, junto a Vanesa Berón, otra de las riocuartenses convocadas, empezaron a entrenar. Aprendieron la técnica para correr sostenidas por los bastones mirando vídeos de partidos de equipos masculinos.

La primera concentración fue en Mercedes, Buenos Aires, en febrero. Pero no fue hasta marzo, durante la segunda concentración en el estadio Mario Alberto Kempes, que Zulema tomó verdadera magnitud de donde se encontraba. “Al principio iba a jugar al fútbol, no tenía en mente que éramos una Selección y que íbamos a ir a jugar un Mundial. Yo sólo iba a jugar al fútbol. Recién en el Kempes me cayó la ficha; cuando teníamos a un montón de periodistas y cámaras al frente nuestro me dí cuenta de que estábamos haciendo algo importante”, cuenta la mediocampista con una sonrisa que aflora cuando recuerda los meses recorridos junto al seleccionado.

Dentro y fuera de la cancha, al igual que en un escenario, todo sigue un ritmo: el de la pasión. La sensación de subirse al escenario del Pre Cosquín, o las de participar en alguna de las múltiples competencias junto a la Escuela de Danzas y Ballet Santa Catalina, se trasladaron a una cancha de fútbol. La soledad de la primera concentración parece haber terminado. En Río Cuarto pasó algo similar que en la capital cordobesa, cuando en abril se hizo un entrenamiento a puertas abiertas en las instalaciones del Centro 11. La esperanza era que al menos un puñado de personas se acercara. Pero al terminar el entrenamiento la cancha estaba rodeada de estudiantes de kinesiología, medios de comunicación y curiosos que se acercaron a ver entrenar al seleccionado.

- ¿Cómo vivís el acompañamiento de la gente?

- En Río Cuarto sentimos mucho el acompañamiento de la gente, nos recibieron con los brazos abiertos. Creo que estamos logrando un montón de cosas, nos estamos haciendo notar y ni siquiera hemos ido al Mundial.

Segundo tiempo

La respiración se hace lenta. Se acomoda en la silla, agarra el termo, ceba un mate y me lo pasa. Inhala para tomar impulso y seguir la charla. “Antes no me aceptaba, no me miraba ni al espejo. Me acostumbré rápido a mi nuevo cuerpo y me acepto así”, dice mientras exhala y parece liberarse de un gran peso.

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Zulema era soldado del Batallón de Arsenales 604 de Holmberg. Una madrugada de febrero del 2021, mientras iba a trabajar en moto junto a un compañero, fueron embestidos metros antes de llegar al Batallón por un auto que conducía haciendo zig-zag. El recuerdo de aquél momento se reconstruye a partir del relato de familiares, porque la conciencia recién la recobró en la clínica, de donde salió dos semanas después con muletas y la convicción de que todavía había motivos para salir adelante.

Como un partido de fútbol, la vida a veces tiene un segundo tiempo. Una oportunidad para renovarse y levantarse con más fuerza. “Yo siempre vi la parte positiva, al poco tiempo ya andaba para todos lados. Me faltaba plata y salía de muletas a vender pan casero al parque, no me quejo, nunca me bajonee”, dice Zulema. Su familia -sus padres y cuatro hermanos-, fueron un pilar fundamental para recuperarse: “Ellos estaban muy mal por lo que me había pasado, creo que los ayudó verme bien y ver que llevo una vida normal. Ahora están re contentos, yo no había confirmado nada a nadie sobre la convocatoria y un día les puse algo confirmándoles que estaba en la Selección y todos se emocionaron. Era algo impensado para todos”.

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El día arranca cuando el sol aún no ha salido. “Zule”, que inició como soldado por herencia familiar de amor y respeto a la Patria, sigue trabajando en el Batallón de Arsenales. Desde diciembre, luego de nueve meses sin trabajar, se reincorporó como personal civil. De martes a jueves, luego del trabajo, se encuentra con Vanesa en las canchas sintéticas del Centro 11 para entrenar. Por la tarde va a la Universidad: es estudiante de segundo año de Instrumentación Quirúrgica, carrera que eligió por su gusto al área de salud. El día termina cuando ya es de noche y regresa a su casa para compartir las horas que quedan con su pareja y sus dos gatos.

- ¿Te cambió la vida integrar Las Cyborgs?

- Cuando estaba en la clínica pensaba: “Estoy por algo acá, sino no hubiera salido del accidente. Algún propósito debo tener”. Y hoy pienso que capaz la vida me tenía preparado esto, integrar la Selección. Yo estoy re contenta, a mí me cambió la vida. Te cambia la mente, me dio un motivo para entrenar y darlo todo de mí.

-¿Qué sentís al representar a Argentina?

- Estoy orgullosa. La verdad no se puede describir lo que uno siente por representar al país. Es lo mismo que ser soldado, no te lo puedo explicar porque es algo tan grande que lo único que se me ocurre decirte es que estoy orgullosa. Para mí es un honor.

La noche cae de pronto y el frío se hace sentir. Toma el abrigo y sale de la casa. Mientras recorre el pasillo que lleva a la calle habla sobre lo lento que se le está pasando el tiempo, como si el partido fuera a una prórroga. Faltan cinco meses para la cita ecuménica y, hasta entonces, al seleccionado y a Zulema le quedan al menos cuatro encuentros en suelo argentino. Posiblemente para mí -y para usted- el próximo encuentro con “Zule” sea a través de alguna pantalla, en la transmisión del primer Mundial Femenino de Fútbol de Amputadas.

Aixa Contrera
- Estudiante de Comunicación Social -