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Exclusivo: Las escuchas del caso Dalmasso. Tercera nota.
Acusar a un "perejil" para salvar al "francés"
Foto: De la Sota y Alejo Paredes, el jefe de Policía del caso Dalmasso que luego sería ministro de Seguridad de la Provincia.
Las escuchas telefónicas ordenadas por la Justicia Federal de Córdoba a un agente de la SIDE en las primeras semanas del caso Dalmasso demuestran que el comisario Rafael Sosa desembarcó en Río Cuarto con la misión de inculpar a un “perejil” por el crimen de Nora Dalmasso. La reunión secreta entre el “Señor 8” y el jefe de Policía de José Manuel De la Sota.
Publicada el en Crónicas

Además de dejar de investigar sugestivamente al empresario Miguel Rohrer, la Justicia de Río Cuarto habría consentido el armado de una causa contra el “perejil” Gastón Zárate para cerrar el caso Dalmasso y descomprimir el enrarecido clima político generado ante el reclamo popular para liberar a Gastón Zárate y la desconfianza generalizada en la Policía y el Poder Judicial. Así se desprende de la desgrabación de las escuchas telefónicas ordenadas por la Justicia Federal de Córdoba al teléfono del agente de inteligencia José Martínez Luque. En conversación con Félix Cortés, asignado a la investigación del caso Dalmasso por la Policía Judicial, quedaría en evidencia que lo importante no era encontrar al culpable, sino “resolver” el caso para evitar un desbande político. Cuando la detención de Zárate tomó estado público, Martínez Luque llamó por teléfono a Cortés:

Para cerciorarse si la detención del “perejil” tenía sustento probatorio, Martínez Luque se comunica con el policía Juan Dómine, también asignado al caso Dalmasso. La conversación entre ambos es más que sugerente:

El “tipo” del que hablan no es otro que Gastón Zárate, el “perejil” del caso Dalmasso. Y es sugestivo que el propio policía, sin que Martínez Luque le preguntara nada, afirmara que “no lo han presionado”, cuando a los pocos días se descubrió que el testimonio que lo incriminaba era de su amigo Carlos Curiotti, un joven con problemas mentales que tenía un coeficiente intelectual equivalente al de un niño. A Curiotti lo habían mantenido encerrado durante horas en la UR9 para hacerlo firmar una declaración que inculpara a su amigo Gastón Zárate en el crimen de Nora Dalmasso. Era, como se probó después, una causa “armada”. A Martínez Luque le quedará la duda y así se lo planteará a su colaborador, el agente “Mecha”, en otro diálogo telefónico:

 

Martínez Luque no disimula su desconfianza en la hipótesis del “perejil”. Como agente de inteligencia, tiene elementos suficientes para afirmar una y otra vez que “hay un paquete muy grande ahí armado”, que existe “una cosa muy jodida” detrás de la detención del pintor.  El 9 de febrero, una masiva movilización espontánea en Río Cuarto –conocida como el “perejilazo”- había obligado al juez de control, Daniel Muñoz, a dejar en libertad a Zárate. La reacción popular había hecho trizas el “plan B” del gobierno delasotista y el caso Dalmasso seguía ardiendo como una brasa incandescente en los despachos oficiales. Javier Banches, jefe de la SIDE-Córdoba, se enterará por Martínez Luque el 16 de febrero de 2007 que el caso Dalmasso estaba siendo analizado al máximo nivel y que en los próximos días se reunirían el jefe de Policía de José Manuel De la Sota –que había asumido el 30 de enero- y el número dos de la SIDE nacional, Francisco “Paco” Larcher, más conocido como el “Señor 8” en la jerga de los espías. Le pedirá que le envíe un informe de todo lo aportado por ellos en la investigación:

La reunión entre el jefe de Policía de De la Sota y el “Señor 8” se concreta en esos días. Martínez Luque la comenta con el policía Daniel Degano:

Frenada la investigación a Rohrer y caída la encerrona al “perejil”, la casualidad haría que el fiscal Di Santo imputara a Facundo Macarrón, porque entre los contaminadores de la escena del crimen con que fueron cotejados los ADN hallados en la escena del crimen había una coincidencia con el haplotipo de Félix Macarrón. Años después, el FBI logrará ponerle nombre propio al donante de aquél ADN: el viudo Marcelo Macarrón. Di Santo desincriminará a Facundo, pero en vez de imputar a su padre, pedirá una serie de pruebas insólitas al Ceprocor para demostrar que era posible que ese ADN estuviera en la sábana de la cama donde hallaron muerta a Nora Dalmasso y en el cinto de la bata con que fue estrangulada por “contaminación” de las prendas de ambos en el lavarropas familiar.

Si, como sugieren las escuchas aportadas a la causa esta semana, se prueba que Michel Rohrer estuvo en Río Cuarto la noche del crimen, esas muestras de ADN podrían ser la llave para resolver un homicidio que esta semana cumplió nueve años de impunidad.

Hernán Vaca Narvaja
- Periodista y escritor -