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El legado de Cristina
Hasta luego y gracias
Foto: A Cristina los medios masivos la atacaron también por ser mujer.
La reivindicación de la política contra la acción misógina y deformante de los medios de comunicación masivos
Publicada el en Reflexiones

El 10 de diciembre asumió Maurico Macri como presidente de todos los argentinos. La voluntad popular así lo dispuso. El 51 % decidió por él. Por añadidura, el postulado de gobierno sostenido en un principio por Néstor Kirchner a partir del año 2003 y luego continuado por su esposa y compañera Cristina Fernández de Kirchner se terminó. Otra etapa política (¿ya conocida?) llega a la Argentina.

Hablar de los 12 años de kirchnerismo es sumamente complejo. Las conjeturas y análisis pueden desplegarse desde perspectivas económicas, sociológicas, psicológicas,  filosóficas, etc. Pero por sobre todas las cosas, la piedra angular fue la política. Aquello tan bastardeado y perseguido, durante la última dictadura cívico – militar, aunado a la fuerte desidia interna de los ´90 y el “que se vayan todos” del 2001. Así y bajo ese contexto desfavorable,  la política se puso sobre el tapete, sobre la mesa, nuevamente. A mi modo de ver, la gran conquista.

Sostener una postura de gobierno, haciendo y desprendiendo constantemente política no ha sido ni es una tarea sencilla. Sobre todo si hablamos que quien ha realizado esa práctica es una mujer. Con letras mayores han sido los descalificativos misóginos propagados.  Mayor furia tomó esto luego del intento de la  famosa 125 en el año 2008.  Sin cesar se vertían sistemáticos agravios desde diversos medios de comunicación y redes sociales.

Ahora bien, me pregunto: tras los desprendimientos políticos de un gobierno constitucional, ¿por qué cierto sector social ha padecido tal impulso de odio sintomático?; ¿qué  ocurre socialmente cuando son desplegadas medidas con tinte popular?; ¿qué irrita de un lenguaje politizado? Y por sobre todas las cosas, ¿qué irrita de una mujer política? Siempre sostuve que este no es un dato menor. Por dos mandatos consecutivos nuestra primera ex mandataria fue (es) una mujer. Género predilecto para ser blanco de múltiples y desmedidos ataques. Ni ella pudo escapar de lo malditamente naturalizado en nuestra sociedad. Una lástima, una gran tristeza.

No se comprendió el mensaje, o mejor dicho, para algunos era conveniente que el mismo fuera incomprensible. La disputa se debía dar netamente desde el campo de las ideas, desde lo político, desde ese valioso emergente nuevamente puesto en escena. Y esa potencialidad fue visualizada por muchos. Pero como es costumbre, ni lerdos ni perezosos, ciertos sectores concentrados de poder, de manera conveniente y maquiavélica, inyectaron una vez más métodos desestabilizadores. El predilecto fue el mediático.  Haciendo del discurso y la práctica política oficial una suerte de formato “cansador” y “autoritario”.  Donde el objetivo cotidiano era sumar al “vaso social” “gotas” de ira,  para generar en los receptores, conductas desquiciantes al estilo del personaje Willian `D-Fens´Foster (Michel Douglas) en un “Día de Furia”. 

Si hubo una característica esencial del gobierno kirchnerista fue haber sido una maquina productora de medidas materializadas (eso engendraba mayor furia). Se pueden nombrar varias: la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad, leyes de salud mental, de servicios de comunicación audiovisual, de matrimonio igualitario, de identidad de género, etc. Así también la asignación universal por hijo, la estatización de los fondos de pensión, la recuperación de empresas estratégicas como YPF y Aerolíneas Argentinas, la creación de nuevas universidades y demás políticas.  Esto ha sido direccionar desde una postura ideológica los caminos de un país.  Ese tránsito se encarriló sobre conceptos tales como equidad y empoderamiento de minorías como sujetos plenos de derechos. 

A pesar de los hallazgos, lo que se despertaba en cierto sector era una especie de “hacer foco”, apuntar, es decir el panóptico se dirigía hacia una única dirección: la entonces presidenta. La domesticación mediática había dado resultado. Ya existía un demonio. Tarea más fácil para Macri y su grupo Cambiemos. Es decir, la oposición debía simplemente sostener lo que ya estaba instalado y utilizar los opuestos. Si se hablaba del “odio oficialista”, debían proponer “amor”; si se planteaba una pronunciada “grieta social” generada por el entonces gobierno, era benéfico anunciar la necesaria y urgente “unión” entre los argentinos.  Fácil, sencillo y cómodo. Servido en bandeja, todo un dispositivo a merced para ser utilizado.

Es así como las creaciones y debates políticos quedaban en un segundo plano. Existía una novedosa modalidad de “víctimas”, que poseen dos características: por un lado, aquel grupo ideológicamente opuesto al gobierno; por otro, el conglomerado de habitantes atravesados subjetivamente  por el “paquete mediático”. Por ende ante ese “apocalipsis” alguien, un salvador, si era con pose “amorosa” mejor, debía amparar a este conjunto de mártires. Es así como la estrategia persistía: en primer lugar captando la audiencia mediante un caótico título; luego la información se receptaba vía sentidos, que en sumatoria daban siempre un mal gusto, cierta repugnancia. Sin existir en ese deglutir una justa y necesaria reflexión ¿Por qué me repugna eso que estoy ingiriendo?; o ¿me repugna aquello que me dicen que me tiene que repugnar? Y si me lo dicen, ¿quién me lo dice?

Las deudas pendientes son cuantiosas, sin lugar a dudas. El terrible mal de la pobreza sigue existiendo. Los desfasajes todavía persisten, en mi opinión los más significativos en áreas como trabajo y salud. Pero no puedo dejar de avalar y agradecer el legado que en estos 12 años nos han dejado: la política. Esa que hasta de manera artística, la podemos utilizar como quien talla una madera. Porque solo eso es el tesoro que  alimentará  nuestra tan costosa democracia (no creamos que será otra cosa).

Hasta luego. No se le puede decir adiós a alguien que ha extendido la mano para ofrecer algo que había estado un tanto perdido, y que ha servido a oficialistas y opositores. Y gracias, por invitarnos al gran desafío de reinventarnos.  Como aquel artista que debe buscar y trabajar con su cincel y madera, para así comenzar nuevamente a crear.  

Gabriel Righetto
- Lic. en Psicología -