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Crónicas en claroscuro
La lúcida palabra de Germán Abdala
Por | Fotografía: Gentileza CTA
Foto: Germán Abdala, artífice de la construcción de un sindicalismo combativo.
De origen peronista, se abrió del PJ durante el menemato, al que denunció por “traición a la patria”. Fue el artífice de un sindicalismo combativo, pero admitió su fracaso en la construcción de un partido de masas. Muró el 13 de julio de 1993, a los 34 años.
Publicada el en Reflexiones

Buscaba en la biblioteca material para abordar otro tema. En el recorrido encontré la efemérides que no tenía fichada. El 13 de julio de 1993 murió Germán Abdala, el dirigente de la Asociación de Trabajadores del Estado y fundador de la Central de Trabajadores Argentinos. La biografía que repaso no revela el nombre del autor, pero confirma la semblanza del gremialista y político que denunció al menemato y ejerció la autocrítica por el fracaso del propósito de armar una fuerza progresista, en la etapa de recuperación democrática, en el tramo final del siglo XX.

Germán Darío Abdala nació el 12 de febrero de 1955, en la zona de playa marítima bonaerense denominada Santa Teresita. La escuela secundaria la cursó en la Capital Federal, con el saldo de dos materias previas que no se sacó de encima y le impidieron acceder al título de bachiller. Se ganó el pan como colocador de vidrios, encordador de raquetas de tenis y changas varias. El padre de Víctor De Gennaro le consiguió empleo en la Secretaría de Minería de la Nación y allí comenzó su gestión sindical, en plena dictadura.

Se caracterizaba como peronista de origen, por influencia familiar, y frentista por vocación. Con ese ánimo, el dúo Germán Abdala – Víctor De Gennaro fundó la agrupación Anusate, que a la salida del poder militar ganó la conducción de ATE, con empuje juvenil para plantear los reclamos obreros. Los funcionarios radicales que trataron a Abdala lo describen como un tipo sencillo, simpático, con sentido del humor y amable conversación, aunque irreductible en la negociación.

Cuando Carlos Menem dejó de lado la revolución productiva y el salariazo, para poner en venta el patrimonio nacional, Abdala aportó lucidez a la confusión reinante: “Menem no deja el peronismo; Menem es el peronismo de hoy, lo representa perfectamente y no va a haber ruptura; se van a disciplinar casi todos; los que tenemos que romper somos nosotros y construir algo nuevo, con las mejores banderas del peronismo pero por afuera de esa estructura corrupta y vaciada”.

Los compañeros del “Turco” Abdala sabían que la pasión partidaria nunca restó enjundia a las reflexiones del coherente militante. Su utopía era crear una corriente de centro izquierda plural, con el componente del justicialismo no deglutido por la corrupción.

En 1989 Germán Abdala fue electo diputado nacional por la Capital Federal. Adhirió al Grupo de los Ocho, así de minúsculo en confirmación de lo anticipado por el gremialista. Estuvo en la primera línea de la resistencia a las privatizaciones, por una rotunda conclusión: “Si a Rodolfo Terragno le dijimos vendepatria porque quería vender la mitad de Aerolíneas, a estos no podemos llamarlos de otro modo que traidores a la Patria”.

Con brevedad lapidaria, Abdala despejaba situaciones. En la Casa Rosada, le indicó a De Gennaro: “Vámonos, Víctor, ¿no ves que este hijo de puta se quedó dormido?”. Efectivamente, el presidente Menem cabeceaba en lugar de escuchar los planteos sindicales.

En 1984 Abdala sintió un fuerte dolor en la cintura, en un partido de fútbol con amigos. El diagnóstico fue tremendo: cáncer en la base de la columna vertebral, enfermedad rarísima, que afectaba a un millar de personas en el mundo. Lo operaron más de veinte veces, en Estados Unidos y Cuba. Tuvo tiempo para participar de la votación de la ley de paritarias, identificada con su nombre, y en el lanzamiento de la CTA, en silla de ruedas, para pronunciar un discurso cargado de esperanzas que no debían resignarse.

Quiso despedirse de Santa Teresita, rodeado de la familia ensamblada con Marcela Bordenave (ocho hijos en total). Falleció el martes 13 de julio de 1993, a los 38 años de edad. Le pidió a De Gennaro que no lo velen, porque no soportaría la corona enviada por algún traidor. “Me moriría de nuevo si Menem manda flores”, bromeó.

En el libro Historia de una Traición Argentina, Eduardo S. Calamaro cita un discurso pronunciado por Germán Abdala en agosto de 1992: “Nuestra experiencia nos demostró que no alcanza con democratizar un sindicato, recuperar una estructura y ponerla al servicio de los trabajadores. No alcanza si eso no se potencia con una propuesta política masiva hacia toda la sociedad, si no se une íntimamente con el resto de las organizaciones sociales y políticas del país (…)”.

Guillermo Alfieri
- Periodista -