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El día que el caso Dalmasso llegó al teatro
Una mirada punk sobre el crimen de Nora
Foto: Jorge Villegas, autor de la obra dramática sobre el crimen de Nora Dalmasso.
Jorge Villegas escribió y llevó al teatro una lectura sobre el asesinato de la riocuartense ocurrido en noviembre del 2006. En esta charla con EL SUR, el actor y director recuerda aquella experiencia. Qué piensa hoy, tras nueva años de impunidad.
Publicada el en Crónicas

En el año 2007, a meses del crimen que conmovió a todo el país desde la Ciudad de Río Cuarto, Jorge Villegas y el Grupo Zeppelin Teatro decidieron poner en escena una interpretación de parte de la vida y la muerte de Nora Dalmasso. La obra se encontraba inserta en una serie de puestas similares que se unificaban bajo el nombre de “Judiciales”. “En verdad, lo que a mí se me ocurrió hacer fue una serie de obras breves que tuviesen una construcción metodológica procedimental determinada que las uniera a todas. Iban a ser una serie de obras que se ensayasen durante 30 días seguidos y se iban a presentar en las condiciones que estuviesen al final de ese trayecto” cuenta a EL SUR Jorge Villegas, el reconocido actor y director a cargo del proyecto.

El ciclo tomaba temas que estuviesen, en ese momento, judicializados. Pero nosotros no estábamos interesados en “lo judicial” de los casos específicamente, sino que era una suerte de respuesta al “qué podemos hacer con este material que es tan urgente que está todo el día en la tele y en la sociedad”. En ese tiempo nosotros veníamos conversando mucho en torno a la imposibilidad que tiene el teatro de trabajar temas realmente actuales, porque el teatro siempre está reponiendo a Shakespeare. Fue una gran preparatoria aquello para muchas cosas que hicimos después. La idea era poder escribir el texto en la incomodidad de escribir sobre cosas que estaban pasando. Yo a los actores le pasaba letra todos los días. Nosotros no sabíamos qué era lo que iba a pasar. Que al día de hoy es un absurdo, el único condenado en el marco del asesinato de Nora Dalmasso es el periodista que investigó la muerte. Es tremendo”, agrega.

El caso ocurrido el 26 de noviembre del 2006 había calado demasiado profundo en la opinión pública a nivel país. Los medios de todo el territorio nacional hicieron de Río Cuarto y del barrio “Villa Golf” el epicentro del tratamiento informativo, que lentamente fue desvirtuándose hacía aspectos que se manifestaron desde el morbo y el amarillismo. Para Villegas, todo lo que aconteció en aquel verano de la temporada 2006-2007 representaba “una buena explicación en torno a la irresponsabilidad con la que se comportan los “nuevos ricos”. Los testaferros del poder. Aquellos que fueron los primeros que se fueron a vivir a barrios caros y privados y lo hacían como si vivieran en un trasatlántico en donde las reglas las ponían ellos y la impunidad era el eje dominante. Ese comportamiento es el que para mí termina con la muerte de Nora Dalmasso” confiesa el artista.

La obra y el tratamiento

Para el ideólogo de la puesta en escena, lo hecho en aquel momento podría definirse como “una suerte de poema punk sobre la muerte de Nora Dalmasso. Es un poeta mal dormido que escribe sobre un caso que lo ha puesto en un estado de insomnio”. Desde un primer momento, comenzó a trabajar sobre los fenómenos que bordearon el caso y se manifestaron desde la forma más diversa en la opinión pública. A través de los medios, el naciente auge de la opinión en Internet y los comentarios que se replicaban en el espacio público. “Nunca me interesó meterme en el terreno de la investigación judicial tipo Walsh. Me interesaba la forma en cómo la sociedad se comportaba de forma obscena en torno a esa muerte. Yo esto lo he hablado en varias oportunidades cuando se me pregunta. Si bien creo que no se puede, desde ningún punto de vista, volver a victimizar a la víctima, primero porque ya está muerta y no se puede defender y, segundo, porque es un facilismo atacar a los ausentes, me pareció necesario decir algunas cosas. Creo que Nora se aprovechó de su condición de mujer rica para vivir entre impunes y eso es un riesgo muy grande. Eso está muy explicado en las obras de Shakeaspeare, que es el tipo que mejor entendió nuestra sociedad y lo hizo hace 500 años. Es como cuando Perón le dijo a Vandor “Ahora me viene a pedir protección ¿no le parece medio tarde?”. Bueno, yo creo que Nora cometió el error de creer en la impunidad, de creer que era impune porque se rodeó de impunes, porque realmente vio la impunidad y porque pensó que a ella no le iba a pasar nada porque nunca le pasa nada a gente que vive en esa clase social. De hecho, debe haber sabido de desfalcos, de diversas violaciones a códigos de lo que fuera o de quiebras de empresas porque esas cosas se deben haber hablado en su mesa. Y en eso le pareció que callar era más noble como parte de una clase social que no se siente parte de una sociedad, sino que se siente sólo parte de una clase social”.

Victoria Centeno fue la encarga de protagonizar a Nora en “Parques y paseos”. Cuando se juntó con Villegas para compartir y terminar de afinar la idea que luego derivó en la puesta de la obra, juntos decidieron que, además del procedimiento descripto por el autor al comienzo de esta nota, juntos iban a ir profundizando el material de información que, en esos días, surgía a borbotones. Todo ese caudal informativo le sirvió al director y a la actriz para ir trazando un perfil de la víctima que tuvieron que ir puliendo y despojando de las cargas valorativas que, día a día, ocupaban más espacio que la propia investigación. “Al leer todo lo que pude leer de Nora, fui llegando a la conclusión de que era una persona con un perfil de “solidaridad social”. Hacía donaciones y esas cosas que para los ricos se llama “caridad”. Entonces, uno preguntaba y Nora era una mujer muy buena. Ahora bien, después empezaron a decir que Nora había muerto por puta. Eso lo decían los medios y la sociedad repetía. Y todo por una foto en que se la veía borracha en una fiesta, como si no tuviera derecho de hacerlo. A mí me parece que esas cosas fueron las que motivaron que nos metiésemos en el caso”.

El hilo conductor del ciclo “Judiciales”

Para Villegas, los rasgos de comportamientos sociales que caracterizaron el caso Dalmasso se repitieron e influyeron en la elección del segundo hecho que decidieron llevar a las tablas, el asesinato de Macros Spedalle. “Ahí aparecían cosas alarmantes de estos comportamientos sociales, la impunidad de los chicos ricos”. “Cielo cubierto” es el nombre de la obra que relata la muerte del adolescente asesinado a patadas por una patota de jóvenes en el barrio cordobés Cerro de las Rosas, “en medio de la Rafael Núñez, la calle que cruza los barrios en donde están las casas más caras de Córdoba” resalta Villegas.

El ciclo se completó con dos obras más. Una, “Retrato de un hombre invisible”, trabajó en torno a la figura de Charlie Moore, el militante del ERP, que luego de ser capturado y torturado, terminó formando parte del aparato represivo cordobés y que por aquel tiempo volvía a tomar relevancia por su declaración en uno de los juicios por crímenes de lesa humanidad que se desarrollaban en la capital provincial. La otra obra se llama “KyS”, es el único caso “no cordobés” del ciclo y trabaja sobre los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ocurridos el 26 de junio de 2002.

Facundo y Muñoz o el hijo y el Juez.

“Parque y paseos” se estrenó en el teatro de La Luna y luego se llevó al teatro Medida x Medida, ubicado en la esquina de Laprida y Vélez Sarfield de la capital provincial. En esos momentos, Facundo Macarrón estudiaba abogacía en la Universidad Católica y vivía en Nueva Córdoba, a escasas cuadras de la sala en la que la lectura de Zeppelin sobre la muerte de su madre se ponía en escena semanalmente. “Yo caminé mucho por ese barrio para mirar esos edificios nuevos que no estaban cuando yo era chico y en ese caminar, una vez me lo crucé. Yo no sé si tuvo o no que ver este pibe pero vos fíjate que, por lo pronto, el teatro también había dado cuenta de eso. Los griegos hablan de la relación de muerte entre un hijo y una madre en la obra “Fedra”. Fedra es muerta por Hipólito, su hijo” señala Villegas, quien acepta que la historia “es un poco más compleja, pero te la estoy simplificando”.

El director recuerda que el grupo había armado una cartelera y la había puesto en la puerta de la sala, en la que funcionaba un bar.  “Juan, el encargado del bar, nos iba diciendo qué iba pasando con la gente que se paraba a ver la cartelera. Él fue el que me contó que Facundo Macarrón pasaba a diario por ese lugar y que miraba la cartelera”. Facundo nunca ingresó. El que sí lo hizo, con observaciones incluidas, fue el Juez de control de Río Cuarto, Daniel Muñoz.  “Él vio la obra y luego tuvimos una conversación totalmente amena que duró aproximadamente diez minutos” recuerda Villegas. “En realidad, estaba chocho de que no nos metiéramos en la parte judicial de la causa. El tipo la tenía que ver a la obra, era su causa, por eso viajó. Pero como mi interés era hablar sobre la sociedad el tipo estaba tranquilo de que no nos metíamos en “su” tema”.

Jorge Villegas es un hombre con evidentes bondades expresivas y así como explota ese perfil en cada una de las piezas y personajes que decide componer para llevar al escenario, cuenta que decidió decirle “algunas cosas” a Muñoz. “Como ciudadano le manifesté mi desconfianza al proceso. Mi sospecha en torno a la profunda impunidad que se estaba construyendo, que me parecía que Di Santo era un fiscal irresponsable, que no podía creer que Río Cuarto sostuviera a un fiscal con ese nivel de negligencia. Que si no fuera por la sociedad que se manifestó en eso que se llamó “perejilazo”, el tipo metía en cana al albañil Zárate, a la postre, candidato a legislador por el partido que tiene como referente a un defensor de genocidas como Agüero, sincronicidades de la vida.  Él en ese momento asintió que la política se metía mucho en la causa y eso lo hacía muy difícil”.

La lectura punk, nueve años después.

Villegas cree que “casi nunca se ve lo bueno de la sociedad, pero por momentos se ven cosas tremendas” y entiende que el fenómeno Nora Dalmasso es una expresión de eso. “Nora, de algún modo, es la que crea su propia muerte. Yo esto no lo digo buscando victimizarla, sino que lo quiero ver con mucha crueldad. Ella es la que construye ese matrimonio y crea ese modelo de familia. Ella no estaba en Jamaica cuando se construyó esa familia y ella era la madre de esos chicos. Yo creo que ella, por venir de la familia que venía, pensó que con la inocencia, la ingenuidad, la simpleza de la vida y los valores inculcados iba a alcanzar. Pero cuando aparece el tema del dinero, no hay modo de volver atrás. Pensá que si es cierto lo que dicen, yo no lo creo, que a Facundo Rivera Alegre lo mataron por cien pesos falsos, pensemos en el ahorcamiento de Nora Dalmasso. Yo creo, como ciudadano y como una persona dedicada al campo artístico, que esto es un gran ejemplo de la obscenidad de las clases altas. Nora muere abandonada por su clase e impune porque nadie de esa clase, a la que también pertenecen los jueces y los tipos como Di Santo, hacen nada para que ese juego termine. Si vos vas a la cárcel, lo primero que vas a notar es que no hay rubios, es muy difícil encontrar a gente de clase media en la cárcel, ni hablar de gente de clase alta”.

- ¿Y la sociedad? -La clase media, salvo excepciones, tiene una lógica que es tratar de tratar de tener la moral, la ética y la riqueza de la clase alta. Si no tiene la riqueza, tiene la ética que es de derecha y facciosa. Si no tiene la ética tiene las prácticas y si no, tiene la lógica. Una lógica racional. Lo que yo creo que sucedió en ese momento es que no nos dimos cuenta de que estábamos sentados en un grano de pus enorme. Yo no puedo creer que no haya habido una marcha contra Di Santo. Ese es el responsable. El tipo que quiso meter en cana a un pibe de 16 años, que quiso cerrar la causa de cualquier forma y renunció. ¿Quién lo está investigando a este tipo? ¡Es gravísimo, loco! Yo no lo podía creer, hasta que lo vi. Hace un año exactamente, nosotros estábamos poniendo en escena la obra “Argentina Hurra” en Río Cuarto. Yo estaba en la puerta del cine Leonardo Favio, frente a la plaza principal. En un momento, salí a fumarme un pucho y siento que alguien dice “ahí viene” desde la mesa de al lado. Inmediatamente a eso alguien grita “Di Santo” y en ese momento no lo relacioné hasta que lo vi. El tipo se estacionó en un auto grande como un barco, maniobró diez mil veces para dejarlo al frente de la plaza y pasó entre un montón de personas y nadie le dijo nada. Yo no le voy a decir nada, eso le corresponde a los riocuartenses. Pero si los que viven ahí lo consideran un señor, yo lo que hago es preguntarme por qué. Ese es mi trabajo.    

César Martín Pucheta
- Periodista -