La noche del 15 de septiembre, las instalaciones del Cineclub Municipal “Hugo del Carril” de Córdoba cobijaron a un nutrido grupo de personas que asistió a la última función del conmovedor documental “Esquirlas”. Con la presencia del equipo de realización y en diálogo con el público, Natalia Garayalde y Eva Cáceres –directora y productora respectivamente- compartieron un momento de reflexión e intercambio, donde revelaron las motivaciones del documental y las modificaciones que se fueron dando durante el proceso de producción. Tras la presentación, un cerrado y prolongado aplauso despidió de las salas de la capital cordobesa la proyección del documental, que inició sus presentaciones en otras localidades de la provincia. La primera escala fue Río Cuarto -estrenó el jueves pasado-, donde estará disponible hasta el miércoles seis de octubre en la sala del Centro Cultural Leonardo Favio.

La mañana del 3 de noviembre de 1995, en la localidad de Río Tercero, tuvo lugar uno de los episodios más siniestros de la historia reciente. Según lo determinaría la Justicia muchos años después, el ex presidente Carlos Menem, junto a una red de contrabando con ramificaciones en el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas, decidieron volar la fábrica militar emplazada en aquella localidad para ocultar el faltante de municiones.

Por aquellos años el país era garante del acuerdo de paz entre Perú y Ecuador por un conflicto territorial. Los múltiples hallazgos de armamento militar de origen argentino en Ecuador y Croacia ponían en riesgo las relaciones diplomáticas con diversos países, además de exponer a la Argentina a sanciones de organismos internacionales.

La investigación judicial determinó que las explosiones en Río Tercero fueron intencionales, ya que el material utilizado (trotyl) no reacciona al fuego sin un detonador. Se estableció que el faltante en los polvorines de la fábrica era de 6.500 toneladas, lo que equivale a cerca de 49 mil municiones.

El 24 de febrero de este año (2021) estaba programado el juicio oral y público al ex presidente y senador nacional Carlos Menem, pero diez días antes falleció. Tenía 90 años. “Le estoy diciendo que no, descártelo totalmente, es un accidente… Se trata de un accidente y no un atentado. Ustedes tienen la obligación de difundir esta palabra”, habían declarado a los periodistas cuando arribó a Río Tercero, hace 25 años. A su lado, el entonces gobernador Ramón Mestre avaló sus dichos: “Descarto totalmente la posibilidad de que se trate de un atentado. Esto ha sido un lamentable accidente y hay que entenderlo de esa manera”, insistió el mandatario radical. Habían transcurrido apenas ocho horas desde la primera explosión y la ciudad todavía estaba en llamas.

Las explosiones dejaron el luctuoso saldo de siete muertos, trescientos heridos, daños psicológicos y ambientales no cuantificables y pérdidas millonarias en la ciudad. Y, advierte Natalia, un factor nunca investigado por la Justicia: las muertes posteriores por la contaminación ambiental que provocó el fósforo blanco de las municiones.

El documental

“Cada vez que vuelvo a Río Tercero, una nube de amoníaco me invade de recuerdos. Hace veinticinco años mi pequeño universo estalló en pedazos. En los videos familiares se mezcla la inocencia de mi infancia con la tragedia. Ahora busco una escena perdida, algún síntoma de lo que pasó después. Los fragmentos del pasado se unen y puedo percibir el lado negativo de las imágenes, el río oculto que corre debajo de la superficie”, dice la voz en off de Natalia en el documental. La directora tenía 12 años cuando fue víctima de las explosiones junto a su familia.

“Esquirlas” obtuvo varios premios en el 35 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y Natalia Garayalde se llevó el premio José Martínez Suárez a la mejor dirección. El documental también obtuvo el primer premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina y la Asociación de Directores de Cine le otorgó el premio a la “Innovación artística mejor ópera prima” y sumó otro galardón en el rubro “Perspectiva de Género”.

El equipo de rodaje de “Esquirlas” logra capturar lo trágico y doloroso del hecho desde las filmaciones de una niña que jugaba con su hermano a los 12 años con su Sony 8mm. Evita caer en el sensacionalismo, que perfectamente pudiera compilar un documental sobre aquel suceso. En cambio, a través de escenas familiares y testimonios en primera persona, logra un efecto más potente: la simpatía que causan niños jugando a ser periodistas envueltos en la dramática situación de las explosiones ubica al espectador dentro del mundo de una niña escapando de las esquirlas que destruyeron su ciudad. Los momentos privados de una familia reflejan el ánimo público que atravesó aquella comunidad.

“Debería detallar los nombres de los bosnios, serbios y croatas durante la guerra, pero prefiero volver a mi familia”, confiesa Garayalde. Una frase estremecedora, que genera una empatía llana y sencilla con la vida que irradia la directora y que se refleja en las palabras y las imágenes que nutren el documental.

“Esquirlas” es un material muy valioso para recuperar la memoria de un autoatentado ejecutado por un presidente contra su población durante los años ´90. Algo imposible de dimensionar para las juventudes que crecieron en la Argentina pos 2.000 y para el resto de países del mundo. “El documental se estrenó en Japón, y yo no sé qué efecto generó allá. Me hubiese gustado saber qué sienten al verlo.”, concluyó Natalia.