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MARÍA BELÉM BEVILACQUA
Tarjeta roja a los prejuicios
Foto: María Belém Bevilacqua es la primera árbitra en dirigir una final de la Liga Regional de Río Cuarto.
El 28 de agosto pasado, María Belém Bevilacqua se convirtió en la primera árbitra en dirigir una final de la Liga Regional de Fútbol de Río Cuarto. Es profesora en educación especial y trabaja con personas en situación de discapacidad.
Publicada el en Entrevistas

Domingo a puro sol. Las cabeceras del “Antonio Candini” explotan de hinchas ansiosos por el inicio de la final que define al campeón del torneo apertura. A las 16 sale a la cancha la terna arbitral encabezada por María Belém Bevilacqua, y por detrás los jugadores de ambos equipos. En medio de bombos y cánticos futboleros se escucha el pitido inicial, que marca no sólo el comienzo del partido, sino también la entrada de la árbitra a los libros futboleros de la historia de la ciudad como la primera mujer en dirigir una final de liga de Río Cuarto.

Hacer frente a los prejuicios, derribar barreras y enfocarse en crecer fueron parte del camino que tuvo que recorrer Bevilacqua. Desde las canchas, con un silbato o banderín, se abre paso y lo abre a otras mujeres. Pero también derriba prejuicios desde las aulas, en su lucha por la inclusión y el acceso de todos a la educación. “Me gustaba mucho el fútbol y como quería hacer algo diferente a lo que venía haciendo, probé con el arbitraje”, dice sencillamente cuando explica su vocación por impartir justicia en las canchas de fútbol. En el secundario, con 17 años, colgó los patines que la habían acompañado buena parte de su vida y se inscribió para hacer el curso provincial de arbitraje, que dura dos años. “Me gustó muchísimo y a partir de ahí continué. Después de terminar el curso empecé el pre nacional y, más tarde, el nacional”, recuerda.

Desde hace diez años hace camino como árbitra. Empezó en inferiores, de línea, y de allí fue ascendiendo de categoría. En 2018 se convirtió en la primera árbitra en dirigir el clásico riocuartense entre Estudiantes y Atenas. Luego de la pandemia, en 2021, con veintiocho años y un andar firme y seguro, firmó contrato con la Asociación de Futbol Argentina (AFA), convirtiéndose en la primera arbitra cordobesa en hacerlo. Así, lo que empezó como una búsqueda de nuevos rumbos se transformó en un trabajo redituable. “La verdad es que tenía muchos nervios, era una categoría, compañeros, todo nuevo”, comenta Bevilacqua respecto a su debut arbitrando en el Federal A, el encuentro entre Universitario de San Luis y Ciudad de Bolívar.

El reconocimiento al profesionalismo se vio nuevamente reflejado al ser elegida para desempeñarse en la final del Torneo Apertura de la LRFRC. La sonrisa aparece en su cara al recordarlo, sólo pasaron algunos días y las emociones que vivió vuelven a aflorar: “Siempre son muchas sensaciones juntas. La presión de que salga todo bien porque por ahí sos la primera y abrís puertas, la presión simplemente de ser mujer y, por otro lado, la satisfacción de que la liga se la juegue y diga ‘nos animamos y la ponemos igual’”.

Doble presión

La responsabilidad de tomar decisiones inmediatas hace que el error sea inherente a la tarea de un árbitro. La presión aumenta por el hecho de ser mujer, y ser puesta a prueba constantemente: “El margen de error es mínimo, a nosotras se nos perdona menos”, asegura Bevilacqua. Las críticas no tardan en llegar, pero dentro de la cancha ella se siente a la par de los jugadores y no quiere un trato preferencial: “No me gusta ni comparto mucho esto de que no me quieran venir a protestar por el hecho de ser mujer”, advierte.

“Sos mujer, no servís para dirigir”, “dedícate a otra cosa” y “te quedó grande la final” son algunos de los insultos que recibió durante la final que dirigió el último domingo de agosto. De estas situaciones de violencia verbal, lo más curioso es de dónde provienen: “Lo que más me hace ruido es que muchas veces los prejuicios vienen de parte de las propias mujeres. A las críticas se las naturaliza o se trabaja para superarlas, cuando se nos criticaba por ser mujer y que no llegábamos a la prueba física, bueno, a entrenar para llegar a la prueba física y así”, dice Bevilacqua.

El fútbol es aún un ámbito machista, pero posicionada en el terreno de juego, la encargada de impartir justicia les saca tarjeta roja a todos los prejuicios y sueña con llegar aún más lejos en su profesión. Que no es la única. “Los fines de semana soy árbitra y en la semana vengo, me pongo la chaqueta y soy docente”, comenta sobre su otra profesión: la docencia. Porque la cancha no es el único lugar donde Bevilacqua le saca roja a los prejuicios: en paralelo a los cursos de arbitraje estudió el Profesorado en Educación Especial, y en la actualidad su principal objetivo es terminar la Licenciatura.

Bevilacqua asume el rol social de su segunda profesión: garantizar que todas las personas puedan acceder a la educación. Este derecho básico se ve amenazado ante un posible recorte presupuestario y un atraso de los pagos a los y las prestadoras de salud. Por eso, luego de dirigir la final, se unió a las movilizaciones del Colectivo de Discapacidad para exigir a Superintendencia de Salud el pago de sus prestaciones.

La misma mujer que le pone el cuerpo a cada desafío con la fuerza de un viento patagónico se sienta a dialogar y la emoción la inunda cuando recorre el camino que la llevó a conseguir, con 29 años, lo que le parecía tan lejano.

- ¿Qué crees que te llevó y te lleva a estar en donde hoy estas?

- El trabajo constante y la perseverancia. Me han pasado muchas cosas que te tiran abajo, pero el arbitraje te ayuda a salir delante. La verdad es que le tengo mucho cariño, mucho amor a la profesión, y eso me lleva a querer progresar todo el tiempo.

Aixa Contrera
- Estudiante de Comunicación Social -