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#JaimeRoss
Jaime Ross y su orquesta murguera deslumbraron en Córdoba
Foto: Jaime Ross hizo vibrar a los cordobeses con su repertorio murguero.
Veinte músicos acompañaron al compositor uruguayo, que desplegó talento y generosidad por igual en su esperado regreso a los escenarios cordobeses.
Publicada el en Música

Veinte músicos en escena, los clásicos de siempre y el espíritu rockero intacto pese a rondar las siete décadas, casi cinco en los escenarios. Tal el combo que desplegó este sábado Jaime Roos en el show de dos horas que significó su regreso a Córdoba tras la recordada presentación de 2012 junto a Peteco Carabajal.

El cantautor montevideano presentó una banda de excelencia, con los hermanos Ibarburu (Nicolás es de los mejores guitarristas del Uruguay, su mellizo Martín aporta solidez desde la batería) como punta de lanza, y una cuerda de tambores que se las trae. Teclados, flauta traversa, bajo, guitarra española, siete cantantes de sendas murgas orientales (Los Reyes del Tablado), acordeón y platillos completan un combo pródigo en arreglos exquisitos. El público que entusiasta acudió a la Sala de las Américas lo valoró y mucho, pero el eje estaba, claro, en Roos, sus líricas y su vigencia intacta.

El inicio del set fue a todo trapo, una demostración del poder musical de una agrupación pocas veces vista en el último tiempo en Córdoba. “Los futuros murguistas”, “Tal vez Cheché” y “El hombre de la calle”, dedicada por el cantor “al fondo de la tribuna”, encendió la platea cincuentona. Ansioso por disfrutar de un músico inscrito en la estirpe de Zitarrosa, Darno, El Príncipe Pena y Fernando Cabrera, por momentos el público se excedió en los pedidos de temas, que Roos gambeteó con clase. “Imaginen, tendríamos que tocar cuatro horas, es mucho más que el umbral de atención de los seres humanos”, justificó con calidez, y contó que el show con 25 gemas a modo de “picoteo” de cada uno de sus discos estaba originalmente previsto para abril de 2021.

Variedad

Fue así como tras ese comienzo demoledor hubo un tiempo para el intimismo de “Las luces del estadio”, dedicada nada menos que a Piazzolla y Goyeneche, y luego la vibrante “Victoria Abaracón”, con arreglos renovados. Hubo en el show reiteradas referencias futboleras, historias sobre la génesis de varias de las canciones y un clima tanguero que remite a los cafés porteños y montevideanos, la fuente de la que abrevó este artista que a su pesar ya es leyenda.

Roos también tocó “Milonga de Gauna” (“tema por encargo que hubo que hacer de apuro y que acompaña los títulos de la película El sueño de los héroes”, contó), “Golondrinas” y la celebradísima “Adiós Juventud”.

A esa altura la banda había dado varias muestras de virtuosismo instrumental y vocal, destacándose el contrapunto funk entre bajo y guitarra, todo bajo el mando de Roos, un director de orquesta tan locuaz como de performance contundente.

Dueño de una carrera extensa, el montevideano desplegó algunos temas olvidados pero sabiendo a qué había ido el público: a escuchar el playlist de su vida. Fue así como interpretó “Si me voy antes que vos”, “Amandote”, “Que el letrista no se olvide”, “”Colombina” y la festejada “Brindis por Pierrot”, que históricamente cantó Canario Luna y que ahora está a cargo de uno de Los Reyes del Tablado.

Parecía que era todo, pero el público quería más; si no las cuatro horas ya mencionadas, al menos un par de bises. Y Roos cumplió, nada menos que con “Cuando juega Uruguay”, “Amor profundo” y la clásica “Durazno y Convención”, tan extendida como para presentar a la banda completa. Una verdadera orquesta de murga, candombe, tango, funk, rock y jazz; en tiempos en que un artista aprieta un botón y dice que hace música, cuando juega Jaime corren tres millones… de acordes.

Adrián Camerano
- Periodista -