El discurso de odio, ya presente en las redes sociales y medios de comunicación nacionales, crece junto a la construcción política de Javier Milei y Mauricio Macri. El objeto de ese odio son los diversos derechos sociales ganados a costa de años de esfuerzo de movimientos sociales que lograron ponerlos en la agenda pública y conseguir un espacio dentro del Estado. Es el caso del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, iniciativa que puso en marcha el gobierno de Alberto Fernández en diciembre del 2019. La escalada odiadora motivó que el 25 de noviembre se produjera una amenaza de bomba que llevó a la Policía Federal y de Buenos Aires a aplicar el protocolo de evacuación. Horas más tardes, el Escuadrón Antibombas confirmó que fue una falsa alarma. Una más desde que en las elecciones presidenciales se multiplicaron los llamados telefónicos y los mensajes por redes sociales agrediendo a las trabajadoras y a la institución.
Para Cecilia Merchán, exsecretaria de Igualdad y Diversidad del Ministerio, “a estos grupos de personas los llamamos reaccionarios, porque reaccionan al avance de los derechos. Durante muchos años peleamos por un montón de leyes que conquistamos y que se han ido naturalizando: matrimonio igualitario, ley de interrupción voluntaria del embarazo, las que tienen que ver con situaciones de violencia por razones de género. Fueron peleas que duraron mucho tiempo y que se fueron conquistando. El Ministerio de Mujeres también fue una conquista de ese movimiento y por eso da tanta bronca. Y más allá de que el Ministerio desde mi perspectiva no logró todo el objetivo que perseguía, como tampoco lo logró este Gobierno, la defensa de estas organizaciones es central”.
-¿Cómo analizás el triunfo de Javier Milei?
-Lo primero que hay que hacer es no pensar de modo lineal. Las ideologías no son un bloque inamovible. Por un lado, están las múltiples crisis mundiales que se cruzan en este tiempo: económica, política, civilizatoria, climática. Un momento donde el capitalismo ha llegado a extremos de desigualdad. También a extremos de individualismo y aislamiento en los modos de trabajo. La pandemia profundizó muchísimo esto. Luego en Argentina tuvimos un gobierno peronista que no dio las respuestas necesarias que debóa dar: cambiar las condiciones materiales de la vida de la gente. Si tenemos un gobierno peronista y un 60% de los chicos pobres, todo se transforma en un discurso. Yo, que fui parte del Gobierno, estoy enojada. Me imagino el resto. No seamos tan duros con los demás. Sabemos que contamos con un porcentaje alto de ciudadanos que piensan con esquemas de la derecha, pero que gane ese sector diciendo todo lo que va hacer con una diferencia importante, es un golpe. También es cierto que a esta construcción política le dieron de comer todos, no solo la derecha, también el peronismo. Se infló al personaje de diferentes formas. Y nuestro candidato con una gestión trepando el 140% de inflación anual. Por otro lado, en nuestra provincia no hablemos, porque es bochornoso el kirchnerismo: siempre a la sombra del schiarettismo. Acá tenemos las consecuencias. No es solo ¡Uy que sociedad de derecha!
-¿Cómo imaginás la gestión Milei-Macri respecto a las políticas para las mujeres y las diversidades?
-Van a profundizar un discurso y una política conservadoras. Hay cosas que van a revertir rapidísimo: las estructuras. Pero hay otras cosas que quedan, que no se pueden transformar tan fácilmente, como son algunos derechos adquiridos y que están muy consolidados. En el Estado creo que va a quedar lo que ya está muy afianzado, como la línea 144 de atención a la violencia de género. Si no la violencia les va a explotar en la cara. Y quizás algunos otros programas, como el Acompañar. El resto va a ser todo por fuera del Estado, o desde pequeños municipios o alguna provincia. Son etapas de resistencia, no vamos a tener amigos ahí adentro. Vamos a tener que exigir desde afuera. Y por otro lado, creo en los transfeminismos, los más populares; porque en el Estado el feminismo aparece como si fuéramos Finlandia, habría que avanzar en políticas más complejas en los territorios. Los transfeminismos populares vienen desde los márgenes y ahí hay una riqueza muy grande. Va a ser uno de los movimientos diversos que va a tener un rol activo, también en el autocuidado que vamos a tener que tener.
-¿Qué te llevó a dejar la Secretaría de Igualdad y Diversidad del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad en el 2021?
- El Ministerio fue un logro de todo el movimiento feminista en su gran diversidad y por eso acepté mi cargo con muchísimo entusiasmo. Era la posibilidad de implementar a escala federal todo lo que hacíamos en los distintos territorios. Creo que es muy importante su creación y defensa en estos tiempos, pero la gestión fue deficitaria. Si bien se fortalecieron las áreas contra la violencia, quedó pendiente en la agenda el área de igualdad y diversidad. No fue impulsada seriamente, con el presupuesto necesario. Por otro lado, algunas discusiones tenían que ver con quienes intentábamos crear lógicas de trabajo diferentes desde el Estado, o sea que tuvieran mucha relación con las necesidades del territorio y las organizaciones; mientras que otras integrantes pensaban desde una mirada más superestructural, articulando con otros ministerios. Para mí era importante que desde el Estado se expresara un feminismo diverso, y no únicamente un feminismo blanco, profesional y de la capital. Esto se relaciona con volver a pensar qué Estado queremos. Este es un tiempo en que tendremos que hacer el gran esfuerzo de repensar nuestras prácticas y nuestras construcciones con una visión autocrítica y vital para defender lo que logramos.
-¿Por dónde imaginas que pueden venir nuevas formas de construcción política?
-No son épocas de liderazgos únicos, hoy hay múltiples liderazgos. En esta era los grupos son pequeños, no nos agrupamos en grandes organizaciones, salvo dos o tres que tienen su origen mucho más atrás. Y esos grupos y expresiones menores se van transformando en redes vitales y potentes: en el autocuidado, en el reverdecer que nos hace falta, en la vitalidad que requiere la vida política, social y que por un tiempo va a estar en esos espacios. Hay que cuidar esos pequeños espacios locales de experiencias mínimas, medianas, en diversos temas. Ir agrupándonos en lo que nos interesa, ¡en lo que nos hace bien! Porque todo lo otro va a ser horrible. Para eso sí estamos preparadas desde los feminismos y desde los transfeminismos. ¿Cuándo tuvieron lugar las travestis y las trans? ¡Nunca! Entonces, ahora con algunos derechos adquiridos y con un movimiento que se encuentra más masivamente, la potencia es mayor. ¿Cuándo hablamos de las mujeres afros, de las indígenas? ¡Nunca! Y ahora hay movimientos de mujeres afros e indígenas. ¿Qué vínculo teníamos con ellas? ¡Ninguno! Y ahora el Encuentro Nacional, se llama Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis… ¡Es un montón! ¿Qué lugar tenían las viejas, las menopaúsicas? Estamos moviéndonos entre nosotres. Y eso no se pierde, es un montón. De ahí se reverdece. Desde mi perspectiva, durante un período largo no se va a reverdecer desde las estructuras electorales como pueblo, esto nos va a llevar otro tiempo. Este es el tiempo de las tribus, de los encuentros, y el feminismo tiene mucho de eso.