Cualquier argentino crece con un par de axiomas que rige sus vidas y se convierte en parte del legado familiar, una especie de mantra sagrado y como tal incuestionable: el mate nunca se toma tibio, la pelota no se agarra con las manos y las deudas no se asumen en dólares. Pero alguien en Córdoba ignoró el tercer mandamiento y tomó el 98% de la deuda de la provincia en moneda extranjera.
Ciertamente Córdoba no fue la única provincia que se endeudó en dólares, pero sí la que lo hizo en una proporción desmedida. Siempre está a mano la comparación con Santa Fe: la provincia gobernada por Maximiliano Pullaro tiene dolarizada solamente el 17% de su deuda.
Los empréstitos ya eran un problema a afrontar por la gestión del gobernador Martín Llaryora en su primer año. Pero el 10 de diciembre pasado, sobre llovido, mojado: la mega devaluación del presidente Javier Milei llevó ese endeudamiento un 120% en pesos.
Un dólar oficial por encima de los 800 pesos fue una buena nueva para el campo cordobés, que podría exportar con mejores precios relativos, pero fue una muy mala noticia para el Estado provincial. Y el primer bordo que debe sortear en el camino de su deuda la actual gestión provincial es el próximo 10 de junio, cuando enfrente un vencimiento por 159 millones de dólares. Que el 9 de diciembre equivalía a poco más de 60.000 millones de pesos y en cuestión de horas se disparó por encima de los 135.000 millones de pesos.
Ni lerdo ni perezoso, Llaryora salió a buscar recursos en el mercado financiero: el Gobierno provincial precisó que en mayo colocará un bono por 120 mil millones de pesos con actualización CER a 36 o 48 meses de plazo.
El anuncio no será excepcional porque quedan varios vencimientos más en el año y se estima que la Provincia necesitará alrededor de 300 millones de dólares para pagar todos los vencimientos de 2024. La peregrinación al mercado financiero recién empieza.
El problema de la gestión cordobesa es que como sus ingresos son en pesos y su deuda en dólares, cada devaluación de la moneda nacional complica su situación. En la nota que acompaña este texto, los economistas y docentes universitarios Jorge Luis Hernández y Marianela Gómez lo explican con claridad: “La elevada exposición en moneda extranjera pone en situación compleja la sustentabilidad de la deuda sometida a dos tensiones: por una parte, a las variaciones de las cotizaciones de las monedas en que se expresan los títulos y, por la otra, a la tasa de crecimiento de los ingresos fiscales de la provincia”.
Este derrotero tiene un antecedente cercano y concreto: la deuda de la ciudad de Córdoba. “Somos el único municipio argentino que tiene deuda externa en dólares, tomada casi una década atrás”, se queja el intendente Daniel Passerini.
A diferencia de Llaryora, su sucesor en el Palacio 6 de julio tiene una ventaja política: el penoso empréstito fue adquirido por la gestión de Ramón Mestre (h), lo que amplía su margen discursivo y mediático para hablar de la “pesada herencia”.
Passerini salió al mercado financiero con un bono por 40.000 millones de pesos, que le permitió hacer frente en marzo último a una parte de los 50 millones de dólares que debe la comuna más grande la provincia. Pero, al igual que Llaryora, el calendario volverá a atosigarlo: en septiembre tiene otro millonario vencimiento.
El fantasma del default
La gran duda es si la Provincia se verá obligada a refinanciar su deuda o, dicho en términos más conocidos, si caerá en default. Este año la única provincia que tomó esa decisión fue La Rioja, que tiene dolarizada el 80% de su deuda, pero cuenta con un Parque Eólico de Energía de una empresa estatal que vende su producción en dólares, con lo que ingresan recursos en la moneda con la que debe afrontar su deuda.
Y aquí aparece el gran problema de las provincias endeudadas, que llamativamente no tiene tanta repercusión mediática: la imposibilidad de acceder a dólares.
El inconveniente comenzó a mediados del año pasado, cuando el Estado nacional restringió el acceso al dólar oficial y obligó a los Estados provinciales a pagar sus deudas con las reservas propias que tuvieran en esa divisa en los bancos. La provincia administrada por el “cordobesismo” aseguraba tener depósitos por un total de 162 millones de dólares, pero igual se presentó en la Justicia cuestionando la decisión del entonces ministro de Economía Sergio Massa.
A pesar de la llegada al poder en diciembre de la “economía de mercado austríaca”, esta realidad no cambió: siguen vigentes las regulaciones del Banco Central y sólo Entre Ríos y Chaco fueron autorizadas por el ministro Luis Caputo a comprar dólares más baratos en el mercado oficial.
El tema pesa más de lo que se admite en las sinuosas relaciones del Panal con la Casa Rosada y seguramente será un punto de negociación álgido de cara al “Pacto de Mayo”.
Un dirigente marxista diría que la economía condiciona a la política y un kirchnerista ortodoxo que la política manda a la economía. ¿Qué pesa más en los principales despachos provinciales? Por estos condicionamientos es que el cordobesismo aparece para muchos como una praxis política por momentos indescifrable.
Hace algunas semanas, un acto de la Región Centro juntó al gobernador de Córdoba con sus pares de Santa Fe y Entre Ríos. Delante del ministro del Interior Guillermo Francos, un envalentonado Llaryora afirmó: “Somos el motor productivo de la Argentina y el que le genera valor agregado al país. Esperan nuestra cosecha para saber si la Argentina tiene o no futuro o superávit. Defender el motor productivo es defender los puestos de trabajo. Los planes fiscales se sostienen con planes productivos. Si no hay un plan productivo, los planes fiscales se caen. En el interior no estamos en la timba financiera”.
El equilibrista
El mensaje opositor al Gobierno nacional fue pronunciado en el mismo evento en el que Llaryora prometió su apoyo irrestricto a la nueva “La Ley Bases”, que terminaron votando a cuatro manos todos sus legisladores -con la honrosa excepción de Natalia De la Sota- en la Cámara de Diputados.
Llaryora camina en una delgada línea y hace del equilibrio su mayor virtud. Tiene que negociar con Nación, pero no puede tensar mucho la cuerda porque sin la autorización del ministro de Economía no podrá colocar nueva deuda para evitar caer en cesación de pagos el próximo 10 de junio.
Mientras tanto, la obra pública nacional está paralizada, cae la recaudación provincial por la recesión económica, merma el envío de fondos nacionales y se eliminaron las transferencias para los docentes y los subsidios al transporte. Ni hablar de cómo repercute el brutal ajuste del gobierno libertario sobre el los sistemas de salud y promoción social.
Y a diferencia de Passerini, Llaryora no puede cuestionar la “pesada herencia” que tanto condiciona su gestión actual porque estaría cometiendo parricidio político con su mentor y principal socio, Juan Schiaretti. Se vienen semanas claves y el guion de esta película anticipa varias escenas más de “cordobesismo explícito”. La próxima parada será nada menos que en La Docta: el promocionado “Pacto de Mayo”, que Milei anunció sin haber consultado a nadie y al que llegará envalentonado tras la media sanción a su ley de Bases con el abrumador apoyo de los diputados mediterráneos.